No entiendo que me está pasando, ayer estaba entre cinco tras espectaculares y pendientes de mí mientras yo estaba observando a Adam y Isabella, me podía la curiosidad de mirar para ver que hacían, a él se le veía super cómodo y atento con ella, pero a ella la veía guardar las distancias, cada vez que se acercaba Adam mas de la cuenta ella parecía necesitar espacio. Desde luego es diferente a todas las chicas con las que acostumbramos a estar y eso hace que a Adam le llame aun mas la atención.
Desde que me he enterado que han organizado la acampada para la competición, estoy nervioso y ansioso es la primera del curso y este año espero ganar cada una de ellas, conseguir la pasta que hay en juego es lo de menos, aunque con 5000 dólares la carrera es un aliciente , pero el poder sentir la adrenalina al conseguir dejar a todos detrás me llama aun más.
Hemos terminado ya el entrenamiento del miércoles, y hoy nos ha pedido Isabella hacer la clase en nuestra fraternidad ya que Kara tenía mañana examen y se iba a quedar en su habitación estudiando. Así que iremos a mi habitación, Max en eso no ha dudado cuando se lo he dicho, no queremos que Isabella se pase la clase oliendo a restos de comida y viendo ropa sucia por toda la habitación, el fuerte de Max sin duda no es la limpieza y el orden.
Estoy esperándolos mientras organizo un poco mi habitación, yo he venido directo a la fraternidad del entrenamiento, mientras Max ha ido a recoger a Isabella, ya que Isabella se ha negado a que fuese yo la que le recogiese y no entiendo por que.
Escucho ruidos en el pasillo y si definitivamente son ellos, la voz de sabionda que tiene Isabella se distingue a la legua.
—Hola chicos, por fin llegáis un poco mas y me quedo dormido.
—¿Seguro que no es la primera vez que te quedas dormido esperando a que llegue una mujer?— Me contesta Isabella con tono pícaro.
— Nada que ver, les doy suficiente placer como para que lleguen conmigo, a lo mejor es lo que te suele pasar a ti de lo aburrida que eres. —Le digo y Max me da un codazo en la barriga que me mueve del sitio.
—Joder sois como dos niños, empecemos ya que mañana tenemos unos ejercicios insufribles que entregar.
Nos miramos y asentimos, me siento en la cama mientras Max y Isabella están en el escritorio en frente mío que da a la ventana al exterior, yo desde pequeño he estudiado y hecho los deberes en mi cama, porque siempre que mi madre me ponía en el escritorio me entretenía mirando lo que ocurría en el exterior, así que mi madre opto por dejarme hacerlos en la cama, viendo que así me concentraba y rendía mucho más.
Me fijo que Isabella de vez en cuando da un vistazo a mi habitación, sinceramente la tengo llena de libros en la estantería y poco más, no me gustan los posters y menos adornarla con todo tipo de merchandising del equipo de fútbol como tienen otros muchos, yo solo tengo un armario una estantería y el escritorio con el ordenador.
Terminamos por fin después de pelear mucho Isabella con nosotros, hoy me ha sido imposible poder centrarme teniéndola en mi habitación, no se bien el porque, hasta el momento ninguna chica ha pisado mi cuarto y quiero que siga siendo así, ello implicaría intimidad y no es mi propósito, aunque que ella esté aquí es bien diferente, no es una relación sentimental la que nos une.
Estamos recogiendo para que así ellos se puedan ir, Max la devolverá a la residencia así ha querido ella, al parecer no quiere estar cerca de mí.
—Chicos, no me encuentro muy bien— dice Max masajeandose la cabeza— tanto estudio me ha dado dolor de cabeza, Isabella te importa si te acerca Connor a tu residencia, yo necesito tomarme una pastilla y acostarme.
—No te preocupes Max vete a descansar.—le contesta Isabella.
— Ya la acerco yo, mejórate tío.
Max se va despidiéndose de los dos y guiñándome un ojo a punto de salir, y es cuando entiendo que nos a engañado, que cabrón que quiere que nos terminemos matando, cuando cierra la puerta me voy al armario para coger los dos cascos para llevarla.
—A no, yo contigo no voy, me voy andando.
—Te llevo yo, ¿no querrás volver a perderte y deambular por ahí?, algún desalmado podría encontrarte.
—¿ Alguien como tú no?, a no, ese era otro tío que ni fue capaz de dar la cara.
— No te lo repetiré otra vez, te llevo en la moto y no hay más que hablar, coge el casco y vámonos.
Se queda parada y me mira de arriba a bajo, endureciendo aun más la mirada, parece que de un momento a otro vaya a pegarme una bofetada.
—Que te quede a ti claro que a mi nadie me impone lo que tengo o no que hacer.—coge su bolso y sale por la puerta.