El ser humano definitivamente pasa por diferentes circunstancias en las que estas, se pueden convertir en épocas, años, meses o días en que la persona vive ese momento por largo tiempo que puede llegar a ser toda una vida, algunos dicen puedes salir de esa laguna negra o del fondo del abismo, pero yo le veo como procesos en donde Dios, quiere enseñarte, moldearte, sea a ti o las personas que te rodean. A veces los milagros, no solamente se dan en la época de Navidad, se dan día a día, segundo tras segundo.
Todo tiene su tiempo, abuelita leía un versículo de la biblia, que hablaba de que hay tiempo de nacer y tiempo de morir, tiempo de plantar y tiempo de recoger lo cosechado, tiempo de curar, tempo de destruir, tiempo de edificar, y tiempo de llorar y tiempo de reír.
Mamá, ayer lloró toda la noche, estuvimos los cuatro haciéndonos compañía mutuamente en la pequeña cama que se hizo inmensa.
Después de realizar los estudios médicos, como evaluaciones motoras y pruebas de neuroimagen prescritos por el doctor para confirmar el diagnóstico previo, estos arrojaron como resultado uno que ya sabíamos, mamá y los tíos han buscado información sobre mi discapacidad, leyeron que los problemas serán de movimiento, equilibrio, postura, rigidez, o ser demasiado flexible en algunos casos porque como afecta la parte motora del cerebro, no permite la realización o ejercicio de movimiento muscular del cuerpo.
Sus causas se pueden dar por un desarrollo anormal durante el crecimiento del bebé, o por una lesión en el cerebro antes, durante o después del nacimiento, y eso fue lo que me sucedió a mí, cuando sentí ese dolor que no supe describir.
Estos síntomas se pueden detectar a los meses de vida o después de dos años de edad, buscar un centro o asociación que apoye a niños, personas con discapacidad, pero no todos en este mundo, tienen abierto su corazón para servir, la doctora que recibió a mamá, le dijo que para que yo iba a recibir terapia física si no iba a vivir mucho tiempo.
Mi bella mamá, solo tuvo fuerza para poder llegar a casa, llorando por las duras y feas palabras que escuchó, de cómo el ser humano pierde sensibilidad, empatía y tacto para decir las cosas. Mi mami, quería meterme nuevamente en su vientre para que esas cortas palabras no me dañen, el amor de mamá es tan grande que solo se puede aproximar a como el Señor Dios ama a sus hijos.
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Han pasado trece años, en donde el amor de Dios ha estado más que presente en nuestras vidas, cada día se ha convertido en milagros agradecidos.
He tenido cientos y miles de diagnósticos y pronósticos de que mi vida terminará en cualquier momento, pero el Creador es quien ha borrado con su mano santa, todo lo escrito y dicho por el hombre.
La fe, de nuestra familia, creció y se ha esparcido en muchas almas. Porque también se me diagnosticó Epilepsia Refractaria, que diagnosticaron por un electroencefalograma, neumonías casi todas las conocidas, sea por bacterias, virus o por haber estado en estos años en el hospital, también me alimento vía sonda gástrica que tiene un instrumento algo diferente a las conocidas, aquí en el país no hay a la venta, peor hay ángeles que le envían a mamá, desde fuera del país, mi botoncito como le llamo yo, ya mi expediente tiene varios tomos, debido a todas las enfermedades que he padecido, mamá se ha convertido en una doctora de corazón, en la enfermera de la familia, en la farmacéutica de los amigos, al entender todo tipo de jeroglíficos que escriben los doctores en los recetarios. Pero la más importante es que ella es mi ángel de la guarda, la mamá más bella y dulce que me da su inigualable amor.
Uno que me gustaría retribuir con llamarla Mamá, pero no tengo voz para gritar al mundo y universo entero que tengo a las mujeres más valientes en mi vida, que soy afortunado de saberme, hijo de Georgina Hernández Matamoros.
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Editado: 01.01.2024