Capítulo 8
{Confesiones y mentiras}
En clases de química, no podía hacer otra cosa que pensar. En las manos de Zack tocando el trasero de Yull. Ni siquiera puedo concentrarme en lo que Javier me esta contando.
— ¿Hola? Tierra hablando a William — dice Javi, pasando su mano rápidamente por mis ojos.
— ¿Qué me decías?
— Que voy a volver con Tatiana.
Abro mis ojos de la sorpresa. ¿Esto cuando paso?
— ¿Por qué ella querría volver con vos?
— Porque soy un buen partido. Y la follo de maravilla.
Levanto mis cejas asombrados.
— Quieres decir que estuvieron juntos…
El asiente con la cabeza riendo.
— Si ella me entrego el asterisco. — dice riendo.
No entiendo a qué se refiere. ¿Qué asterisco?
De pronto capto el doble sentido de sus palabras. ¡Qué desubicado!
— Ay por favor Javier — me quejo. El profesor miro hacia nosotros y nos hizo callar.
Javier me dio un golpe con su codo en mi costilla.
— Eres idiota— digo algo fuerte.
El profesor se da vuelta. Nos hizo callar mientras seguía explicando su materia.
— Y tú muy inocente. Debiste ver tu cara cuando entendiste lo que te estaba diciendo— murmura bajito. Lo miro con cara de pocos amigos.
— Y tú nos meterás en problemas —, digo mirando hacia la pizarra. — presta atención.
— ¿Cómo te fue con la sexy de Yull? — me pregunto en vos baja. Le hago un cara que transmite “Nos van a retar”. Pero el solo bufa molesto. — Es que en el recreo estamos con tu novia. Y no nos deja hablar.
En eso tiene razón. Miro al profesor quien está concentrado dando la clase.
Y la verdad necesito confesarle mi secreto a Javier.
— Emm… Bien terminamos la tarea y me fui a casa.
Si soy gran mentiroso. No puedo decirle así de golpe que la bese.
— Así que no te la cogiste — dice decepcionado.
Siento el calor subir por mis mejillas. El solo recordarla a ella encima mío.
<< No pienses en Yull, piensa en tu novia. >>
— No, solo fue estudiar — digo mirando hacia un costado. Me subo los lentes.
— Claro y yo me chupo el dedo— comenta sarcástico.
— No sé qué chuparas vos…
— No seas tonto. Sé que me mientes.
— ¿Qué? No te miento.
— Sí, claro que lo haces. Cuándo mientes tus ojos se van hacia un costado y acomodas tus lentes aunque estén acomodados.
Me había atrapado, Javier es un apasionado de las series policiales por esa razón él se compró un libro en donde se podían estudiar los gestos de la gente y así aprendió.
Maldito cabron.
— Tarado.
— Ahora cuéntame ¿Se acostaron? ¿Te la chupo? — dijo en voz baja. Pero no tan baja, ya que la chica de al lado nuestro nos miró y murmuro “idiotas”.
El profesor puso unos ejercicios en la pizarra, los dos empezamos a copiarlos.
Javier avecés es muy curioso y vulgar ala vez.
— Dale dime — ordena. — Soy tu mejor amigo canalla.
Lanzo un suspiro de frustración. Yo no soy como el, que cuento cada detalle de lo que hago con las chicas. No es que haya salido con muchas, pero nunca cuento mi intimidad con alguien.
— Solo fue un beso. No pasó nada más.
Javier me mira sorprendido. Se lleva las manos a la boca, me mira como si fuera otra persona.
Maldito exagerado.
— Wow, yo que pensaba que nunca le serias infiel a Keity.
La punzada de culpa se hizo presente en mi pecho de vuelta. Evite a mi novia todo el día, no podía verla a la cara. El solo mirarla me hace recordar que bese a otra.
— Pero solo fue un beso, nada más.
— Así que, mi amigo beso a la chica más ardiente de toda la escuela — se empezó a reír. Miro al profesor, pero él no se dio cuenta porque estaba, hablando con una chica rubia.
— Pero una cosa, no se lo digas a Keity.
— Claro que no le diré. Pero me tenés que devolver el favor.
— ¿De qué favor estamos hablando?
—Son dos favores. El primero, me darás dos entradas para el campeonato de natación tuyo — dice. Eso será fácil como competidor tengo seis entradas para mi gratis. — El segundo el viernes me acompañaras a la fiesta de los jugadores de futbol.
Sabía que algo malo venía. En realidad una fiesta no suena tan mal, pero no es mi zona de confort.
Mi idea de viernes es ver una película y comer palomitas en el sillón de mi casa. Pero romper la monotonía, no es malo.
— Trato hecho.
— Genial. Yo te prestare ropa, no quiero que vayas como el profesor de matemática a la fiesta. — dice él.
Me miro ¿Qué tendrá de malo mi ropa? Es decir llevo zapatos de punta color negro un pantalón de vestir azul una camisa blanca y arriba un suéter verde tejido por mi abuela.
— Okey, pero no entiendo que tiene de malo mi ropa — le digo.
Ni que fuera para tanto. Ya que nadie se fija en lo que uno lleva puesto.
— Todos se fijan como vas vestido — dice él. Como si me leyera la mente. — Los chicos y las chicas, todos lo hacen. Los chicos se fijan si te ves mejor que ellos y las chicas se fijan como el pantalón te resalta el culo.
No puedo evitar reírme al escuchar lo que dice. Suena absurdo.
— Amigo avecés creo que sos muy femenino, para ser hombres — me burlo. Javier frunce el ceño y me saca el dedo del medio.
— Ya quisieras ser tan bello y femenino como yo— Dice moviendo su muñeca de manera delicada.
Ambos soltamos una carcajada. El profesor nos mira molesto.
— Jóvenes es la tercera vez que los reprendo en mi clase, si pasa una vez más lo mandare a hablar con el director.
— ¿Para quiero hablar con el director? — Dijo Javier. Le pegue con el pie para que se callara, pero no lo hizo. — Si el que tiene un problema conmigo es usted, no él.
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Editado: 26.01.2022