Capítulo: 13.
{Tiene los cuernos del diablo}
William
Ya me había bañado. Estaba terminando de acomodarme la ropa. Literalmente estoy vestido con la ropa de Javier. (Todo salvo los calzoncillos, esos son míos.)
— ¿ya te has cambiado? — pregunta Javier al otro lado de la puerta del baño.
— Ya salgo — me quejo
— Pues, apúrate. Me hago mucho pis.
— Entonces usa el baño de tu hermana.
— No puedo, me cobra cinco pesos el minuto — bufa molesto. — Y tengo echar un cago. Asique no — sentencia.
<<Mucha información. >>
Salgo del baño a los dos segundos. Quiero evitar que ocurra un accidente. Javier entra rápido al baño. Avecés parece un niño pequeño.
Me miro en el espejo de su pieza. Me acomodo las gafas. Mi pelo rubio me cae hacia un costado, si deberás me lo tengo que cortar. Podría atarme una colita pequeña.
— Listo, nos vamos — anuncia Javier entrando por la puerta.
— ¿Tan rápido? — pregunto riéndome.
— Claro, si era un rapidito.
— Que asco — me quejo.
— ¿Qué? Vos me preguntaste.
Tomo mis llaves del auto y el celular. Javier niega con la cabeza.
— ¿Qué?
— Que no lleves las llaves. Si vas y venís conmigo, usamos mi auto.
— Si, tienes razón.
— Porque si él Brian y el Kevin nos quieren robar. Les damos un auto, no los dos.
Empieza a reírse como loco. No puedo evitar soltar una pequeña carcajada y seguirle el juego.
— Si seguro nos encontramos a la Jenny. Para que te de unos bes.
Esos nombres son, cómo decirlos sin ofender a nadie. De villeros son comúnmente utilizados en memes, para hacer chistes de ladrones. Es mejor reír que llorar cuando te roban.
<< La magia de vivir en Argentina. >>
Bajamos las escaleras los dos. Nos despedimos de sus padres. Juntos nos encaminamos a la fiesta.
Algo en mi interior me decía que ir a la fiesta no es buena idea. Niego con la cabeza, sacando esos comentarios negativos. Mi lado de antisocial salía a la luz avecés. Es como una barrita que cambia muchas veces.
Es como avecés “Yei, salmos. Nos aloquemos” y a los dos minutos estoy “¿Cuándo vuelvo a casa? Ya me canse de ser social”.
Pero le prometí a mi amigo divertirme y no ser una carga. Así que me concentro en la música que sonaba en el estéreo de mi amigo. La rompe corazones.
— Deja una huella en donde quiera que pase a veces buena y a veces mala — empezó a cantar Javier. Muy desafinado. — dale ratón sígueme.
Niego con una sonrisa de oreja a oreja. Empiezo a cantar igual de desafinado.
— Le dicen la rompe corazones, falsases ilusiones — cantamos los dos. Entre risas — Y empieza su venganza... — cuando escuchaba la canción pensaba en Yull. — Cuando se gana su confianza intenta a pero su corazón no tranza. Le dicen la rompe corazones. Falsas ilusiones. No esperes que cambie con el tiempo. Se acostumbró a que la perdonen. Mencionan su nombre y el diablo se esconde. Es como un trofeo a todos los hombres. Dice que te ama y es que algo se trama. Te tiene dormido haciéndote la cama
Eso define a Yull tal y como dicen que es. Pero ese es el problema dicen, pero dudo que ella sea así. Pero como lo comprobé esta mañana, nunca se termina de conocer bien a las personas.
— ¿En qué piensas? — Pregunto Javier.
— ¿Qué?... Yo en nada — mentí.
— Mmmm sospechoso.
No decimos nada más. Entre canciones llegamos a una casa gigante de dos pisos. Es muy linda a decir verdad. ¿Quién será el dueño de esta casa?
El lugar estaba lleno de autos. No sé cómo encontramos un lugar para dejar el auto. Aunque estaba a unos metros lejos de la casa.
Unas chicas nos saludaron con un beso en la mejilla. No tengo la más pálida idea de quién es. Javi menos, pero este se encoje de hombros.
— Nos vemos guapos — comenta Javier.
Entramos en la casa sin golpear. << Algo sumamente descortés. >>
La casa esta que explota de gente. Había un grupo de chicas bailando en lo sillones rodeados de los chicos del equipo de básquet. Los jugadores de futbol estaban apiñados, en una sala aplaudiendo y silbando.
— ¡Mamacita! — se escuchó desde un lugar.
¿Qué están haciendo allí?
— ¿Qué paso? — pregunto a Javier.
— Ni idea. Capaz han contratado una stripper — comenta sin mucha importancia.
— ¿Hacen eso muy a menudo? — le pregunte sorprendido. La ultima fiesta a la que vine, lo más raro que hicieron fue irse a los cuarto de arriba a tener sexo.
— Si, pero avecés las chicas de tercero bailan para ellos.
— ¿Por qué?
— No lo sé ratón. Solo sé que en ese lugar hay demasiada testosterona.
Entramos a la habitación. Un tubo de metal estaba unido desde el techo hasta una base de madera redonda. Las luces eran color neón. En la sala había dos parlantes que hacían sonar la música. La verdad no sé cómo no me quede sordo.
La música suena de forma estridente. Y Los simios gritaban con intensidad.
Detrás de unas cortinas rojas, sale una chica. No debe tener más de dieciséis o diecisiete años. Es rubia pequeña de estatura. Vestía un conjunto rojo. El cual estaba compuesto por un sostén y una mini-mini-mini (si tres mini)pollerita roja de encaje que no dejaba lugar a la imaginación.
La cica bailaba de forma sensual moviendo sus caderas. Si no fuera que sé que es una menor y que está mostrando su cuerpo, para diversión y morbo de esos chicos. En vez de ser algo placentero, solo me da arcadas.
Javier fue a saludar a algunos de los chicos. Hice lo mismo. Algunos me saludaron extrañados. Al parecer usar otra ropa te hace diferente. O simplemente muchos están muy concentrados en la chica bailando.
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Editado: 26.01.2022