Capítulo 18.
{ Eclipse.}
William.
No volví directamente a casa .No podía dejar que mi madre me viera así. Le daría un ataque de nervios.
Javier y su hermana, me ayudaron a curarme. No tengo nada fracturado, por suerte. Solo tengo herido los nudillos.
Pase toda la tarde con Javier. Nos mantuvimos en nuestro mundo. El jugando video juegos, y yo pensando en cómo carajos había terminado así.
El tiempo pasó. Se hizo de noche .Y volví a casa.
Mi mama estaba cocinando. No se escuchaba nada .Aparte del sonido de las ollas y las cosas siendo cocinadas. Supongo que los gemelos, están en su habitación.
Entro a la cocina y saludo a mi mama.
— Hola mama — beso su mejilla.
Ella me mira con el ceño fruncido.
— Hijo sé que ya eres mayor. Pero me podrías haber avisado que no volvería temprano— me regaño. — Sé que eres bueno.
— Lo siento mama, es que surgió un problema — me excuso. — Y bueno me olvide de avisarte — lo cual no era mentira. Ella se dio cuenta de que no soy del todo sincero. Pero antes de que ella pregunte otra cosa. La distraigo — ¿Papa volvió a casa?
Ella suspiro con pesadez. Tal vez, fue mala idea preguntarle por él.
— No, tampoco me ha llamado — dice con tristeza. — Pero mañana es el súper clásico, seguro vendrá. El ve el partido siempre en casa — su cara tiene un gesto de esperanza. Lejos de estar molesta, es feliz porque el “capaz” vuelva mañana.
No entiendo cómo puede seguir amándolo. ¿Cómo lo soporta?
Él se va, no la llama. No la busca, la engaña. Y ella sigue atrás de él. Esa clase de amor, no es normal. No es buena.
— Mama ¿Qué pasa si no vuelve? — pregunto en un tono bajo. Ella me mira como si hubiera dicho una estupidez.
— Él tiene que volver. Porque nos ama y volverá — dice de forma dulce.
Esas palabras me dieron terror.
— ¿Cómo que nos ama? Si lleva varios días sin venir a casa. Sin hablarte…
— El día que tengas que sustentar una casa lo entenderás. Por ahora, es tu papa quien nos da el dinero que paga la comida, los gastos, tu equipo de natación, el futbol de los chicos. Y gracias a Dios tienes una beca en el colegio.
Su tono era molesto, me miraba enojada.
— Estoy buscando trabajo. En cuanto lo encuentre, te ayudare. Y podrías buscar algo tú también y juntos. Nos podríamos ir — sé que ya lo eh dicho muchas veces.
Pero ya me canse, no quiero que ella siga con él. No es justo que siga así.
— No es bueno una familia separada — dice con dolor en su voz.
— Tampoco es bueno una familia llena de gritos y dolor. Es lo mejor mama, no lo necesitamos. Él no te ama, si lo hiciera. No estaríamos en esta situación.
Las palabras salieron de mi boca antes de que pudiera pensarlas. Pero ya las dije, ya está hecho.
Su cara de dolor, me partió el corazón.
— No sabes el dolor que me causas con esas palabras William — grita entre lágrimas. — Una mujer se tiene que quedar con su esposo. Yo solo sirvo para cocinar ya atenderlos a ustedes. Y si mi esposo se fue, es por mi culpa.
Sentí una sensación de miedo e impotencia al escucharla decir eso. ¿Quién le enseño eso?
No sabía cómo responderle .Me quede callado. Sus palabras me habían dejado mudo.
— Solo quiero que sepas que no tienes que seguir con él, por nosotros — murmuro mirando el agua hervir. —, eres mucho más que una esposa y una madre. Eres mucha mama. Quiero que te des cuenta.
Ella no dice nada. Sigue haciendo la comida. Ne doy media vuelta para irme. Cuando ella habla.
— La comida estará en un rato, ve a hacer algo.
Me sentí desilusionado. Pensé que ella diría otra cosa. Pero mis palabras no se van a quedar en el aire. Cumpliré mi promesa y me llevare de aquí.
Si es necesario dejare la natación, aunque me duela. Primero es mi mama y hablare con mis hermanos de esta situación.
Me dirijo a mí cuarto. Busco mis toallas y me voy a bañar. Espero que el agua me saque un poco el cansancio que tengo.
Al salir me cambio con una remera gris y un pantalón de chándal negro. Tomo mi celular.
Sentí mi corazón martilleando con rapidez en mi pecho. No había usado mi celular en todo el día. Tengo ciento de notificaciones. Entre ellas varias llamadas perdidas de Keity.
¡Dios santo! Keity.
No había pensado ni una sola vez en ella. Eso me hace sentir más culpable, había engañado a mi novia y ni siquiera me había puesto a pensar en ella.
Seguro ya todo el colegio está enterado de lo que sucedió en la fiesta y después.
— Mierda, mierda, mierda.
Frustrado pasó mi mano por mi pelo. Me siento en mi cama. Y le marco, sé que debería hablar con ella en persona de esto. Si después de la llamada, me sigue hablando. Le diré que nos veamos mañana.
Ya que no podemos seguir así. No quiero estar con ella, si no la quiero completamente. Es horrible esta sensación de culpa que me embriaga. Me siento como un imbécil, porque sé que ella me quiere.
Pero no puedo seguir con ella. Es injusto ilusionar un corazón, para después no darle el amor que se merece.
Y Keity se merece más que un amor a medias.
Con las manos temblorosas marco su número. Al tercer bip ella me atiende.
— Hasta que al fin me llamas — se quejó.
Trago con fuerza. No sé cómo empezar.
— Perdóname Keity. Sé que ya lo sabes y lo siento. Sé que debí llamarte a penas paso. Pero es que recién vuelvo y todo es una locura en mi casa.
— ¿Qué? ¿De qué hablas? ¿Estás bien? — pregunto preocupada.
Abro mis ojos con sorpresa. ¿Acaso ella no lo sabe?
— ¿No sabes lo que paso en la fiesta? — pregunte con dudas.
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Editado: 26.01.2022