Capítulo 22.
{Disfrútalo, no durara mucho.}
William.
La mayoría de mis compañeros me miraban como si fuera una rata de laboratorio. Como si estuvieran a punto de experimentar conmigo.
Podía sentir las miradas y cuchicheos a mi espalda. Es demasiado molesto.
¿Acaso no sabían a quien más molestar?
<< Como a serpientes venenosas o arañas radiactivas. >> Aunque suene cruel, no me disgusta la idea.
Miro hacia mi izquierda. Es tan linda, tiene la mirada perdida al frente. Pero se nota que no le presta atención al profesor.
¿En que estarás pensando querida Yull?
Aunque ahora la conozco un poco más. Sigue siendo enigmática, un completo misterio para mí.
Me sorprende como es capaz de arreglarse y fingir que ayer no pasó nada. No tiene ni un rasguño visible. Es como si la chica que ayer estaba triste y desolada. Ahora tiene la mirada al frente y sigue como si nada.
Yo sé que algo paso. No fue un “robo”. Pero sé que ella necesita confiar en mí, para poder contarme lo que le preocupa.
Y yo esperare el tiempo que sea necesario. Solo quiero evitar que le vuelvan a hacer daño.
La campana suena, anunciando el tan esperado recreo.
¿Ahora hablaremos? ¿O ya se arrepintió? Ya que ella cambia de humor y opinión muy rápido.
Pero mis dudas se disipan. Cuando ella se da vuelta y me mira. Me regala una sonrisa.
— Tú ven conmigo a la biblioteca — ordeno.
<<Como usted mande. >>
Sonrió de forma tonta y me acerco a ella. Miro a Javier, y le hago una seña de que me voy con Yull.
— Ah, ahora me cambias por una chica — se queja.
— No seas tan dramático, ya te lo devuelvo — dice Yull riéndose.
Javier se cruza de brazos.
— Ni creas que mi amigo es precoz — comenta divertido. — Le eh enseñado mis trucos y es todo un semental.
— ¡Javier! — grite esperando que se callara. Sentía mi cara arder.
— No sé qué tanto presumís — se burla Yull. — Si por ahí me entere de algunas cosas en el baño de mujeres.
Inmediatamente la cara del pelinegro pasa de una bromista, a una de confusión y espanto.
— ¿Qué has escuchado? ¿Quién lo dijo?
Yull suelta una carcajada, yo igual. Es lindo que alguien moleste a Javier para variar.
— Yo solo escucho — murmura ella.
— Bueno, pero quiero nombres, celular, DNI, Facebook, email. Todo lo que consigas de esas chicas— le encarga mi amigo a Yull. Luego me mira. — Al fin tenemos una chica que me sirva de espía. Hello Kitty, nunca quería hacer nada. Solo me miraba con cara de desolación y decía “Eres un cerdo”
Yull vuelve a reírse. Y de forma casual apoya su cabeza en mi hombro.
— Es que eres un cerdo — le dice ella riendo.
— Pero un cerdo decente — decimos Javier y yo al mismo tiempo.
Yull nos mira divertida. Veía un brillo raro en sus ojos y me gustaba verlo.
— Ay, son bobos.
— Pero tú sales con ese bobo — Javier me señala. — Y te juntas con este bobo — se señala a si mismo. —, por ende eres una boba.
— En conclusión; eres una boba por estar con nosotros.
Ella aprieta mi mano, entrelaza nuestros dedos. Vuelvo a sonrojarme, tengo que dejar de hacer eso. Parezco muy ñoño.
— Un placer ser boba con ustedes.
***
No fue en el primer recreo, sino hasta el tercer recreo en el que pudimos hablar a solas con Yull. Ya que Javier, chillaba como novia toxica. Cada vez que nos alejábamos con Yull. Pensé que se cansaría y al final no hablaríamos.
Pero para mi sorpresa. Al sonar la campana, me tomo de la mano y bajo la mirada curiosa de mis compañeros y la mirada enojada de Javier. Nos fuimos hacia la biblioteca.
Podría quejarme de cualquier cosa del colegio. Pero nunca lo haría de la biblioteca. Era del tamaño de un aula. Con varios estantes al alrededor y al medio varios estantes de forma vertical. Al centro había dos mesas con seis sillas.
— Ven vamos por aquí — dije.
Ya que al pasar mucho tiempo aquí. Sabía a donde podíamos ir, para que nadie nos espiara o nos escuche.
— Que travieso eres nerd — murmura divertida.
Ruedo los ojos.
— Molesta — le anuncio.
— Aburrido — me ataca.
— Pesada.
— Bobo.
Llegamos al pasillo de los libros de historia prehistórica. Nadie viene por aquí, pues ¿A quién le gusta la historia?
Ella se pone delante de mí y me mira con una sonrisa.
— Enana — la molesto.
— Bonito.
Mi corazón se para.
— ¿Qué? — pregunto avergonzado.
Ella pone una mano en mi mejilla, acariciando la zona. En donde sus dedos tocan.
— B-O-N-I-T-O — deletrea para mí.
No sé qué decir, asique hago lo que mi subconsciente me dice.
La beso, pongo mis manos en su cara y la acerco a mí.
Ella me sigue el beso con ansias. Puedo notar que sonríe entre beso y beso. Eso hace que me emocione y mi corazón late rápido en mi pecho.
Me siento en una nube. De pronto las miradas curiosas, los ojos de Keity, las habladurías de la gente o los problemas con mi padre. Ya no me importan.
Solo me importa ella, sus labios, sus manos… Todo lo que tenga que ver con ella me importa.
Ella es la primera en separarse. Pero solo un poco. Enlaza sus dedos con los míos.
— Tenemos que hablar primero. Luego los besos — declara. — Sino no coordino.
— Bien entonces hablemos… Vos primero — digo como un niño pequeño.
Ella prieta mis dedos riendo.
— Valiente para besarme. Pero no para hablar primero…
— Es que, soy un caballero y me enseñaron que las damas van primero.
Rueda los ojos divertida. Muerde su labio y sonríe.
— Esta bien, solo porque eres muy tierno. Va eres jodidamente tierno cuando estas sonrojado — su comentario me hace sonrojarme más. — Si, justamente así — exclama. — si soy sincera, estoy demasiado sorprendida porque la dejaras.
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Editado: 26.01.2022