—Hermoso trasero, primor. —comenté travieso al terminar de darle una fuerte nalgada.
Vi como se paraba al instante y giraba. Hanna venía hacia a mi con la cara roja, no sabía si se había sonrojado por enojo o si le había gustado mi comentario sucio.
—¿Qué dijiste, idiota? —ahora su cara estaba a centímetros de la mía, era la oportunidad perfecta para robarle un bes...
No me dio tiempo de responder o hacer algo, porque su mano había impactado en mi mejilla de una manera brutal. La rabia se apoderó de mi con su tacto brusco.
—¿¡Qué chingados acabas de hacer, niñata!? —escupí.
Estaba verdaderamente cabreado. Hanna rió mostrando su perfecta dentadura.
—Ponerte en tu lugar, cabrón. —consigo traía una sonrisa de superioridad.
Se giró para irse, pero antes la detuve y la acorralé con mis grandes brazos.
—Nadie me pone una mano encima, ¿Entendiste? —Su mirada no tenía ni una sola pizca de miedo, lo cual me enfadada aún más. Ella soltó una gran carcajada.
—Y a mi nadie me falta al respeto, pendejo. —seguíamos manteniendo la mirada del otro.
—En serio no sabes las consecuencias de hablarme así, novata. —advertí cerca de su oído.
Me acerqué a su cuello. Tratando de impregnar su olor. Hanna se mantuvo quieta.
—Crees que puedes tener a toda chica que tu quieras porque eres un completo idiota ególatra. —escupió apretando mi brazo.
—No lo creo, estoy seguro de eso —aseguré viéndola a los ojos—. Me he topado con chicas como tú, que fingen no tener interés, y ¿sabes qué? —asintió con firmeza—, son las más fáciles.
Elevó su mano con la intensión de darme otra bofetada, detuve su mano con fuerzas.
—Te espero en mi cama, cariño. —besé la mano que tenía sosteniendo. Ella rápidamente me empujó, pero no logró que perdiera el equilibrio.
—¡Eres una maldito idiota! —gritó a mis espaldas.
»Lo que tiene de agallas lo tiene de buena...« el comentario de Tyler se hizo presenté. Esa chica no sabía con quién se estaba metiendo, pero me encargaré de que sienta temor cada vez que pase a su lado, con cada mirada y con cada palabra proveniente de mi boca. Tenía que hacerla caer en mis redes, hacer que ella no pudiese fijarse en nadie más que en mi, enamorarla para después dejarla.
—Mí objetivo será hacerte mía, Hanna Williams. —Me dije y una sonrisa de superioridad se hizo presente.
Ninguna chica se podía resistir a James Homshon y ella no iba a ser la excepción.