Por fin habíamos llegado a donde nos quedaríamos por un tiempo... un largo tiempo. Cada habitación era compartida algunos por dos, otros por tres, cuatro y hasta cinco personas. No me soporto ni a mí misma y tendré que hacerlo porque estoy obligada.
Dante y yo no compartiríamos habitación ni edificio, su llave tenía el grabado de H-3 a cuatro edificios del que yo estaría.
—Agatha, pasarás toda la tarde con Neel, él te ayudará en algunas cosas así que ahora se pueden bajar y llevar sus pertenencias.
—¿Nos vemos mañana?
—Pasaremos por ambos —finaliza a lo que yo asiento entendiendo.
Miro a mi hermano con una sonrisa y hace lo mismo. Bajo de la camioneta para sacar mis dos valijas. ¿Por qué dos? Fácil, en una esta lleno de zapatos y en la otra solo lo necesario ya que no me dejaron traer mis vestidos ni tampoco mis pijamas, lo que sí mis tapados pero solo unos pocos.
Es que es verdad, la ropa que quedó no encajaría aquí, todo es tan... extraño, sus formas de vestir, hablar y actuar son muy diferentes a mi estilo común de vida.
—Dame la más pesada —le señalo la que contiene mis cosas y yo llevo la de los calzados.
Saludo con la mano despidiéndome de ellos a lo que toca bocina y acelera.
Bueno, aquí lo complicado: mis compañeros de habitación.
Subimos las escaleras buscando la habitación hasta que la encontramos, abro con la llave que me dieron y al entrar es pequeño, tres puertas se ven, a la derecha la cocina y a la izquierda algunos muebles como por ejemplo dos sofás, una mesa con cuatro sillas, algunos otros muebles y arriba de una chimenea el televisor. Colores cálidos con detalles de colores fríos es lo que se ven en el reducido lugar.
—¿Hola? —todo silencio.
—Tal vez seas la única aquí —dice Neel encogiéndose de hombros, abrimos la puerta blanca y esta se abre revelando una pequeña habitación desocupada—. Dejemos las cosas y vayamos a lo que debemos hacer.
—Bene —suelto un gritito al ver un chico parado en la puerta—. Me asustaste.
—¿Eres la nueva? —me señala a lo que yo asiento—. La puerta del medio es la del baño.
Su voz es ronca pero reconozco su leve acento: italiano.
—Mi nombre es Agatha, él es... Neel, mi mejor amigo —nos señalo presentándonos.
—Chad —nos mira con aburrimiento de arriba abajo rápidamente pero se detiene en mi.
Ojos avellana...
Ojos avellana...
¡¡Ojos...
... avellana y son claros!!
Miro su nariz y labios que son finos, su cabello es negro aunque tiene ondas, bien corto por los costados y por arriba abundante cantidad, un mechón cae por su frente llegando al medio de su entre ceja. Lo observo con más detenimiento, un poco más alto que yo y al parecer posee cuerpo atlético o eso creo según por sus brazos musculosos.
Es...
—No llegues tarde, no tolero que la gente llegue a hacerse el dueño y faltar al respeto. ¿Sales en las noches? —arquea una ceja.
—No soy de salir, igual tengo la llave extra que me dieron —la levanto para que vea.
—¿A caso te gusta faltar al respeto? —inquiere desafiante. Hay algo que no me cae...
—No, claro que no —bajo la mano chocando con la de... "mi mejor amigo", que está tenso.
—Ben... si —su respiración se agita un poco cuando estaba por contestarme en italiano, sin mediar una palabra más se va.
Es italiano.
Es él.
—¿Nos vamos? —rodea mi cintura de forma cariñosa pegándose a mi espalda.
—Si —giro mi cabeza sonriendo a lo que el me roba un beso—. Tarde para los dos.
—Solos —me roba otro beso sujetando mi mano para irnos.
Bueno supuestamente hay respeto o debe haber pero no me sorprenderá si escuchara sonidos obscenos a altas horas en la madrugada en la habitación de ese chico.
¿Qué? ¡Puede ser verdad! Y si es así Neel no tendrá problema en venir y... pasar el momento conmigo.
Sin darme cuenta una risita escapa de mis labios, me doy cuenta que sucedió ante la mirada de él y de seguro supo lo que pensaba.
Eh... ¿ups?
👑👑👑
Nos fuimos caminando hacia el centro comercial. Fue un trayecto largo y al no conocer bien el lugar nos perdimos unas cuantas veces.
Por lo menos disfrutamos de la compañía del otro, Neel no paraba de bromear con lo que pasábamos, y de seguro las personas nos vieron mal porque mis carcajadas no llegaban ser de una princesa... digo señorita.
No nos importó que estábamos en plena calle con poco tránsito, solo fuimos nosotros, lejos muy lejos de lo que somos realmente, o mejor dicho, de lo que nos obligan ser. Pero no quiere decir que extrañe a mis padres, serán unas horas que llevamos separados, igual extraño los regaños de mamá y... ¿la frialdad de mi padre? Tal vez.
Muchos no querrán esta ciudad, se ve demasiada apagada, para mí es nuevo mundo que conocer aún y donde todos ven aburrimiento yo le veo como oportunidad. ¿Quién sabe lo que puede suceder mañana? Disfrutar el momento porque nunca se sabe si se volverá a repetir.
—Agatha, ven —lo sigo hasta llegar al lugar, parece un edificio más nada qué impresionarse...
Retiro lo dicho.
—¡Zapatos! —es lo primero que digo tirando de el cuando ya estamos adentro.
—Trajiste todo tipo de calzado y, ¿quieres más?
—A una mujer no se le pregunta eso, solo se cumple el capricho. Regla de oro —digo con voz autoritaria parándome derecha y levantando un poco el mentón.
Se queda mirándome por un momento y luego de un suspiro por parte de él, sé que gané.
En parte de lo que dije es verdad.
Él eligió parte... no, toda mi ropa, sabía mis gustos por los colores oscuros y que me gusta lo discreto. Amo como me conoce. Al principio fue un poco vergonzoso cuando fuimos a comprar mi ropa interior... pero nos divertimos también, en secreto elegí conjuntos y una que otra demasiada provocativa. La vendedora guardó mi secreto y me ayudó a pagar todo sin que él se enterara, confundí las bolsas con otras y nunca se dio cuenta. Bien por mi.
#7188 en Thriller
#3994 en Misterio
#27595 en Novela romántica
#4542 en Chick lit
Editado: 07.12.2024