Mi Otra Realidad ~vida vacía~

Cap 30

Otra vez pase de pagina era la segunda vez que leía el libro que hablaba sobre aquellas “criaturas”.

—Me agradan esas mechas de color lila que tienes en el cabello —comento Eider que estaba a mi lado.

Miré a Eider y sonreí negando con mi cabeza.

—Siento que algo aquí no tiene sentido… —dije posando mi barbilla sobre las palmas de mis manos.

No tenía sentido o quizás si tenía sentido.

Aquel libro sobre las supuestas criaturas decía que en aquel mundo la mayoría de los seres en especial los animales seguían siendo animales lo que llegaba a significar que las criaturas eran personas transformadas.

Había llegado a mis propias conclusiones y algo dentro de la historia surgía solo más preguntas.

¿Por qué querían llevarse a los estudiantes? No eran bestias reales eran personas que tenían un propósito.

Abrí mis ojos y cerré el libro de tapa dura de color negro.

Me puse de pie y miré a Brais que estaba en frente mío, y fruncí el ceño, el me miro levantando una ceja. Deslice el libro hacia a el para luego salir de allí.

Prácticamente Sali a paso rápido en busca de los directivos.

Ellos de alguna forma podían haber llegado a la misma conclusión que yo o no.

<< No tienen idea a lo que se enfrentan >>

¡Pero yo si tenia idea! Tenia conocimiento sobre la criatura que estaba detrás de las desapariciones de los estudiantes.

Aumente la velocidad en mi paso hasta que llegue al pasillo donde se encontraba el despacho de Tavia e Itaro.

Me acerqué, pero vi que la puerta estaba mal cerrada.

<< No te acerques Dacia… no debes escuchar conversaciones ajenas >>

Pero la curiosidad era mayor que lo que mi mente podía decir.

— ¡No están seguros de lo que sucede! ¡Habría que mandar a los estudiantes a casa…

Fruncí el ceño y me acerqué mas a la puerta para poder oír mejor lo que decían.

— Con protección podremos resguardarlos a todos… tenemos a Dacia… —la voz era de la profesora Merila.

— Dacia… es débil no puede utilizar su escudo —comento otra voz que era de mujer.

Al oír eso sentí una puntada en mi pecho.

— Aún tiene dieciséis años tiene tiempo de aprender de conocer…

— No tenemos tiempo… sabemos lo que quiere —y la otra voz que era la de Itaro.

— Ella no debe mostrarse débil será su primer objetivo y no podemos dejar que se la lleve —dijo Tavia que se oía preocupada.

— El alumno muerto… ¿Cómo daremos explicación de eso a sus padres? —al escuchar esto retrocedí cayendo hacia atrás.

Lleve una mano a mi boca y observe que me había tropezado con la alfombra.

De repente sentí una leve brisa chocar con mi espalda.

Fruncí el ceño, pero desde adentro de la oficina habían hecho silencio.

Me puse de pie al ver que las cortinas que cubrían un gran cuadro, podrían esconderme.

Sentía mi corazón latir con rapidez con el miedo de que me descubriesen allí.

Corrí un poco la cortina pero me percate que detrás del cuadro venia aquella brisa de aire.

Aparte el cuadro y me metí en aquel sitio hueco que olía a tierra.

—¿De donde vino ese ruido? —dijeron desde el otro lado.

—Quizás alguien de los de limpieza —dijo Tavia.

—Tenemos asuntos mas importantes que resolver —la voz de Itaro sonaba tan cansada como si cada palabra le pesara— por favor cierra bien la puerta.

Volví a mirar hacia atrás encontrándome con unas escaleras. Aquel sitio de repente se ilumino con unas pequeñas lamparitas que colgaban a cada lado de aquel pasillo.

<< ¿A dónde llevan estas escaleras? >>

Dudé un minuto si debía aventurarme a ver que había pero al final lo hice.

Baje a paso lento las escaleras de piedra que descendían.

<< Dacia es débil… >>

Otra vez esos comentarios aparecían en mi mente como si fueran puñales clavándose en mi pecho.

—No eres débil… solo tienes miedo —dije sintiendo el nudo en mi garganta.

No iba a quedarme con eso iba a demostrarles que no era lo que ellos pensaban.

Había descubierto algo que ellos no tenían idea y mi aporte podía ser de gran ayuda.

Seguí bajando la escalera observé mis tenis que al llegar al ultimo escalón se empaparon de lodo que había unos pasos antes de una antigua puerta.

—Carajo… —dije sacudiendo mi pierna.

Volví a mirar otra vez la puerta de madera que había enfrente mío. Mire el candado que tenia y fije mi mirada en el.

—No estoy de humor para pelear con un candado —dije extendiendo uno de mis brazos.

De repente el candado se abrió cruce el pequeño charco de agua mezclado con tierra.

Al abrir la puerta en frente mío apareció el gran y oscuro bosque.

¿Y ahora que debía hacer?




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