Mi Padre

MI PADRE

MI PADRE

 

Observo a mi esposo jugar con nuestra pequeña hija y me viene a la memoria esa infancia que pasé con mi padre. Fueron años buenos y que dejaron marcada de forma indeleble mi conducta en el futuro.

Sin hermanos, sin madre, sin tías o tíos que pudieran absorber parte de tu carga, te hiciste cargo de mi lo mejor que pudiste. Mis compañeros de juegos por la mañana fueron siempre los compañeros de la guardería que pagabas con esfuerzo, y posteriormente los niños del colegio.

Las educadoras me dieron parte de la imagen femenina, pero eras tú quien batallaba con mi cabello obtusamente rebelde y que a pesar de ello, jamás cortaste o decidiste moldear a tu comodidad.

Hablabas poco de mi madre, muerta al nacer yo, pero con el paso de los años comprendí que era un recuerdo de amor demasiado doloroso el que cargabas dentro. Pudiste elegir como tantos otros hombres el tener otra pareja, más hijos para darme un hermano o hermana, pero no. Estuviste solo casi toda tu vida.

Nunca conocí amigas o novias. Siempre fui yo la única presencia femenina que pude concebir en tu entorno.

A pesar de esa situación nunca optaste por hacerme sentir o tratarme como un ser indefenso. Alguien que requiriera protección o resguardo por ser débil. Lo mismo me enseñaste a cocinar que a cambiar un neumático del auto aun siendo yo pequeña y sin la fuerza necesaria para desatornillar una tuerca.

Aprendí a quemarme con el aceite de la sartén y tenerle respeto. A manejar un cuchillo para cortar cebolla. A mezclar ingredientes con que hacerme algo rico y nutritivo de comer. Me mostraste que no se requiere de ayuda para conseguir algo si planeas las cosas. A que hay que desconfiar de la gente pero no dejar de lado el sonreir.

Jugaste conmigo muchos juegos de mesa pero no por ser tu hija o pequeña me dejabas ganar. Siempre me hiciste ver mis errores con paciencia y, aunque deseabas que fuera independiente y orgullosa, a pesar de todo al salir a la calle para cenar en algún sitio bonito de vez en cuando, me abrías la puerta del taxi, me arrimabas la silla, te levantabas de la mesa para que fuese al sanitario sola aunque me observabas a la distancia.

En mis cumpleaños nunca dejó de haber un ramo de rosas en mi cama al despertar, y un desayuno especial para mí ese día. Me reprendiste cuando actuaba mal o sacaba malas notas para luego hacerme ver la consecuencia de mis acciones en un futuro.

Creo que te rompí el corazón el día que te confesé que tenía novio. Tal vez hubieses deseado que siguiera siendo cómplice tuyo al contarte todo, pero te enteraste del chico que me gustaba hasta que decidí ser su novia.

La charla de los pájaros y las abejas fue lo más duro que tuviste que hacer, pero lo hiciste. Ahora con el tiempo pienso que hasta fue cursi y tierno el modo que lo abordaste, pero lo entendí que era tu propósito.

Fuiste buen padre y modelo de hombre a seguir. A pesar que en varias ocasiones me rompieron el corazón, siempre fuiste moderado en tu actuar y jamás me reprendiste con un “Te lo dije”.

Mi modelo de hombre se convirtió en un ser caballeroso, atento, dispuesto a luchar por mí y a dejarme ser libre al mismo tiempo. Alguien que estuviese dispuesto a ayudarme pero a darme espacio también, que supiera que estoy con él no porque lo necesite sino porque lo deseo.

Mi esposo juega con mi hija y en un pequeño accidente la pequeña cae al suelo y llora. En vez de salir corriendo hacia ella para cargarla y hacerla sentir bien, él solo camina y le anima a ponerse de pie y seguir el juego.

No pudiste conocer a tu nieta, pero habrías sido el mejor abuelo del mundo.



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En el texto hay: emociones

Editado: 16.03.2019

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