Mi pasado... me obligo a cambiar

Se dirigía al bosque.

El día acabo y mis ojos me pedían descansar al igual que mi cuerpo en general; este pequeño parque me llenaba de tranquilidad y por ello pensé que sería agradable pasar la noche aquí, después de todo ahora ya no había algo a que temerle. Me recosté en el pasto cercano a un árbol de ramas anchas con demasiadas hojas y el tiempo paso de ser despejado y cálido a tener una lluvia fuerte y la temperatura descendió un poco, aunque por fortuna no me dio frio.

Mientras escuchaba el sonido de las gotas de la lluvia caer en el suelo mi mente se llenó todavía más de paz y tranquilidad, a los alrededores estaba solo yo, pues con la lluvia todos se habían ido a resguardar a sus casas, o eso creí… A lo lejos vi a una persona que estaba debajo de un árbol de menos follaje que donde yo estaba y a lluvia parecía caerle directamente.

  • ¡Ven aquí! – grité con fuerza para que me escuchara, pero parecía ser que la lluvia no se lo permitió. - ¡Maldita sea! – Refunfuñé desde el árbol, me levante y comencé a correr hacia allá.

Como la lluvia era considerablemente fuerte llegue completamente mojado y vi que debajo del árbol estaba un chico de seguramente mi edad mirándome fijamente sin decir una palabra.

  • ¿Estás bien? – Pregunté sacudiéndome como si fuera un perro.
  • … - El no respondió, o al menos no con su voz, simplemente asintió con la cabeza y no apartaba su mirada de mí.
  • Creí que te estabas mojando… - Dije con un poco de vergüenza. – Y vine a decirte que en aquella dirección. – Señalando el árbol de donde yo había salido.-  Esta justamente, ese árbol y no cae ni una sola gota, pero… - Suspire un poco y levante mis brazos como si estuviera intentando coger las gotas que caían del árbol. – Resultó a ser que justo como aquel, aquí tampoco cae una sola gota de agua.
  • …- El chico no volvió a responder y ahora solo sonrió un poco, asintiendo nuevamente con su cabeza imitando mis movimientos con sus brazos.
  • Eres muy callado… - Le comenté sentándome al otro lado del árbol quedando de espaldas ambos.

Pero en esta ocasión no pude ver su respuesta gesticular y de nuevo, no emitió algún sonido.

  • Entiendo, quizás quieras estar solo. – Yo no estaba molesto, simplemente por como el chico se comportaba, parecía querer disfrutar de la lluvia. – Me quedaré de este lado del árbol, espero que no te moleste, si consideras que debo irme, simplemente dímelo y lo haré, sin resentimientos.

Yo esperaba una respuesta, pero ese chico en verdad no me decía una sola cosa… Y por cómo se veía no parecía ni alguien peligroso, ni mucho menos alguien que se molestara rápidamente, por lo que simplemente decidí no darle importancia a que me estuviera ignorando. Después de varias horas la lluvia se detuvo, el sol comenzó a salir poco a poco y las nubes a desaparecer.

  • Bien, debo irm… - Comencé a decir hasta que me interrumpí solo, pues al girarme para despedirme de ese chico, el ya no estaba ahí.

“Espero no haberlo incomodado” Fue lo último que pensé, como todo estaba cubierto por agua, ya no era una gran opción quedarme a dormir en ese sitio, al menos hasta que recordé el quiosco, camine pisando con fuerza los charcos y al llegar todo estaba completamente vacío, se veía muy extraño y diferente lleno de gente a como estaba ahora sin una sola persona, me eche en el suelo dentro del quiosco a dormir y por lo cansado que estaba apenas cerrar los ojos me dormí.

A la mañana siguiente al despertar todo era silencio… El parque estaba completamente vacío y los alrededores no se veía una sola persona cerca o lejos, me adentre en el pueblo recordando lo que debí haber hecho el día anterior con las monedas y busque una tienda o local donde comprar algo de alimento, llegue a una pequeña posada muy maltratada pero donde había tantas risas como clientes.

  • ¿Qué necesitas? – Dijo una amable voz tras un mostrador.
  • ¿Qué puedo comprar con estas monedas que alcance para dos personas? – Le pregunté a la mujer que me atendía.
  • Mmm. – Se quedó pensando un momento y contaba las monedas minuciosamente. Posteriormente las tomo y se fue hacia la cocina, al pasar de varios minutos de ella volvió a salir esa mujer cargando dos pedazos de pan cortados por la mitad y con varios ingredientes que se podían apreciar por dentro. – Listo, espero que esto sea suficiente.
  • Gracias. – Respondí amablemente y después salí del sitio.

No recordaba del todo donde estaba la casa de Karla, pero intentando guiarme por todo lo que había visto intente regresar para encontrarla y darle esto que compre; después de un tiempo logre encontrar el camino de regreso y al llegar a la casa toque a la puerta exactamente como ella lo había hecho cuando su abuela vivía, salvo que en esta ocasión nadie abrió.

  • ¡Karla soy Jacob! – grité asomándome por la ventana intentando saber si ella estaba por dentro.

Pero nadie abría… Me preocupe bastante porque llegue a pensar que le había ocurrido algo y tras varios intentos golpeando la puerta no pude abrirla, un sujeto que vio que intenté meterme a la casa se acercó a mí y me grito en tono algo molesto.

  • ¿Qué demonios haces?, ¿Planeas robar esta casa? – Sonaba demasiado enojado e incluso llegue a pensar que intentaría golpearme.
  • ¡No, no! – Comencé a decir alejándome un poco de él y dejando caer por error la comida que me habían vendido. – ¡Aquí vive mi amiga!, Karla y al llamarla no abre la puerta, temo que algo pueda haberle ocurrido…
  • ¡Ah, eso era! – Agregó el sujeto, notando se en su voz que se había tranquilizado bastante.

Acto seguido me hizo señales para que me alejada de la puerta, se hizo un poco hacia atrás y comenzó a correr hacia allí, embistió la puerta con fuerza pero esta estaba muy dura rechazándolo por completo, el sujeto se hizo varios pasos más hacia atrás volvió a tomar impulso ahora con más fuerza y al impactarse derribo la puerta cayendo el junto con ella, ambos entramos en la pequeña habitación y por el interior ella no se encontraba… Me asuste aún más porque no sabía para donde se había podido ir y sin pensar en algo corrí hacia fuera de la casa.

  • ¡Espera! – Dijo el hombre. - ¿Qué harás?
  • ¡Es evidente que la buscaré! – grité desesperado. – Su abuela murió hace poco, y temo que haya cometido una estupidez… Más ahora que la isla le ha permitido irse.
  • ¿Entonces es a ella a quien busca? – Preguntó el sujeto sabiendo sobre quien estaba hablando. – Descuida te ayudaré a buscarla.



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En el texto hay: batallas, barcos, batalla interna

Editado: 22.11.2020

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