POV Eddie.
He sentido que todo lo malo que ha pasado en mi vida es por un castigo, por no saber valorar a las personas que están a mi lado entregándome su amor, por no tener la fuerza de un hombre que ame solo a una mujer por lo que es por dentro y no por fuera, este es el momento más difícil de mi vida, visitar al cementerio a la mujer que alguna vez amé.
-Siempre te recordare, tendré presente siempre los buenos momentos que compartimos juntos, como cuidaste de Andrew y de mi hasta el último día de tu vida, lamento que no estés con nosotros y demostrarte que podías contar conmigo en todo momento a pesar de todo—digo acariciando su nombre con nostalgia, coloco las flores y suspiro para no llorar.
Un año ha transcurrido desde su partida, aunque las cosas han cambiado quiero tenerla presente en nuestras vidas, porque a pesar de todo la ame de una manera poco razonable pero la ame y eso es lo importante, perdonar, amar, disculparse y sobre todo luchar por el bien de los que amas.
-Hijo, esta pequeña está llorando por su papi—volteo a mirar a mi pequeña Amapola, le sonrío con ternura y la alzo entre mis brazos.
-Para ser una pequeña de solo meses de nacida eres muy inquieta al igual que tu hermano—le digo dándole besos en sus mejillas y ella para de llorar para comenzar a reír.
-Papi—dice mi pequeño travieso y me agacho para alzarlo también en mis brazos.
-También hay mimos para ti campeón—le digo haciéndole cosquillas en su barriguita.
-Música para mis oídos—dice mi madre como una costumbre, le encanta escuchar las risas de mis hijos.
-Creo que es mejor que regresemos, parece que se avecina una tormenta.
-Vamos a casa.
Caminamos al auto, mi madre sienta a Andrew en la parte de atrás abrochando su cinturón, se sienta a su lado y le doy a mi pequeña para que la tenga en brazos. Mientras que vamos sumergidos en una conversación amena, me llega a la mente todo lo que hemos atravesado estos 4 meses que han pasado después del nacimiento de mi hija, suspiro despejando toda la angustia que sentí, la desesperación y el deseo de que todo fuera un sueño, una vil pesadilla.
Llegamos a casa y estaciono el auto, alzo a Andrew en brazos mientras camino seguido de mi madre para entrar a casa, una vez dentro el aroma es tan exquisito.
-¿Cómo les fue?—pregunta una tierna y dulce voz que aparece para recibirnos.
-Muy bien—respondo entre un suspiro.
-Mami—dice Andrew moviéndose descontrolado en mis brazos.
-Hola pequeño príncipe—le dice con cariño dándole un beso en su mejilla.
-Yo también quiero un beso—le digo haciendo un puchero.
-Todos los que quieras amor—me dice con ternura y la tomo de la cintura para darle un beso apasionado que interrumpe un carraspeo, gruño y ella ríe entre mis labios.
-Vamos tortolos, no delante de los niños—dice mi madre y yo suspiro de frustración.
-Te amo Ed—me dice dejando un casto beso en mis labios y yo sonrío embobado con el corazón desenfrenado lleno de felicidad.
-También te amo mi Flor—se ríe y toma a Andrew en sus brazos para ir a la cocina.
POV Alida.
Mi vida siempre está envuelta en accidentes, en perdidas y en sorpresas, después de tener a mi pequeña Amapola quede en coma por un mes, cuando desperté me dieron la noticia más desagradable, me había perdido un mes de vida de mi hija y había perdido definitivamente la posibilidad de volver a quedar embarazada, pero lo bueno es que por fin puedo ver a mi familia, apoyándome.
-Hija, esto esta delicioso—dice mi madre acercándose a mí y dándome un abrazo, en estos tres meses de recuperación mi madre no se ha querido separar de mí.
-Gracias madre, lo hice con ayuda de Rosa—me siento a su lado con Andrew en mis piernas.
-Buenas tardes familia—saluda Eddie a todos.
-Buenas tardes—dicen todos al unísono.
-¿Cuándo llegara mi muñequita? Ya quiero abrazar al pequeño Ray—dice mi madre con ilusión refiriéndose a Natalia y a su pequeño que nació hace un mes, es un niño muy hermoso y redondito.
-Hola mamita, ya llegue, aquí está mi pequeño terrón de azúcar, pero quiero abrazar a mi hermosa Amapola—se acerca a nosotros nos saluda con un beso en la mejilla a todos, le entrega su bebe a mi madre quien lo recibe encantada y se acerca a la señora Verónica y le arrebata a mi pequeña—Mi hermosa sobrina, estas cada día mas grande y encantadora—le dice repartiendo besos por su rostro, me rio al ver al pobre de Ricardo con dos bolsos grandes.