Mi pequeño bosque

Poción rejuvenecedora

Viernes 25 de Septiembre,

7:40 a.m.

Acabo de salir de la ducha, me envuelvo en la toalla de baño color crema y salgo del baño. Camino directamente al armario y abro las puertas de par en par dejando a la vista toda mi ropa; inmediatamente me siento abrumada por los recuerdos que cada una de esas prendas significa, más de la mitad son antiguos regalos de Baco… veo un vestido lindo que hace años no uso: tiene un diseño de los 50´s, estilo rockabilly, con manga casquillo, color verde pino; me lo pruebo y para mi sorpresa me queda a la perfección a pesar de haberlo comprado cuando Bosco tenía cinco años, el color hace una linda combinación con mi piel pálida y mi silueta ceñida. Voy al tocador y tomo la secadora de pelo, la enciendo y con el cepillo creo pequeñas ondas en mi cabello negro azabache que me llega hasta los hombros; me maquillo muy poco, me pongo mascara de pestañas, delineo mis ojos, pongo rubor en mis mejillas y un poco en la punta de mi nariz y me pongo labial rojo sangre. Me rocío con perfume y voy por mis zapatos, tomo los que van más con el vestido: unos tacones altos con forro de cuerina negra, tacón ancho y punta redonda; me los calzo y tomo mi bolso. Salgo de la habitación y me doy cuenta de que Baco no está en la sala por lo que lo busco en el comedor, pero tampoco está ahí; me asomo por la ventana hacia el patio delantero y lo veo recargado sobre su Ford Mustang Mach 1 de 1969 que está basado en el que usa Keanu Reeves como John Wick. Se ve tan apuesto ahí, con su atuendo que mezcla lo formal y lo casual que me recuerda al día en que lo conocí, hace ya más de veinte años; voy hacia la puerta y salgo, cuando me mira abre los ojos como platos y silba con esa típica melodía, me ruborizo (a pesar de la costumbre) y me acerco a él lentamente.

-Wow, te ves… simplemente radiante.

-Gracias – digo mientras llego a donde él está -. Lamento haber tardado tanto, espero no hayas esperado mucho aquí afuera – me toma de la cintura y me acerca a él para poner su frente contra la mía.

-Nah, no te preocupes por eso – me besa la frente con gentileza -, valió la pena si al final pude verte así de hermosa. – Me alzo hacia él y le robo un beso fugaz en los labios, me suelta y abre la puerta del auto para que suba; una vez dentro, cierra la puerta con gentileza y rodea el auto para subirse.

Una vez cerrada su epuerta, enciende el auto y abre la puerta del portón para poder salir, ya afuera cierra de nuevo el portón y acelera para llegar a la calle. Ya en el asfalto deja su mano izquierda en el volante mientras pone su mano derecha sobre mi muslo izquierdo y lo acaricia con su pulgar, es un gesto que hace mucho no tenía hacia mí por lo que me sorprende, pero me dejo querer.

-¿A dónde quiere ir mi hermosa esposa? – pregunta con un tono canturrón.

-Pues, ya que no hemos desayunado, podríamos ir a un restaurant primero – la verdad es que sí me ha empezado a dar hambre y no me caería mal algo de comer.

-Muy bien – dice conforme -, ¿qué se te antoja de desayuno?, ¿algo dulce?, ¿algo salado?

-Mmmm… No lo sé… podríamos ir a ese nuevo que está en el centro de la ciudad – digo por fin -, ese tal Golden Lamp, dicen que es muy bueno.

-De acuerdo, al Golden Lamp entonces – aparta su mano de mi pierna, la pone en el volante y acelera un poco. Me doy cuenta de que no sé a qué hora volveremos a casa por lo que tomo mi celular para mandarle un mensaje a Bosco:

-Cariño, tu padre y yo salimos un rato, no sé a qué hora volvemos así que por favor avísame cuando llegues a casa, ¿okay? Te amo, mi bosque (hay recalentado en el refrigerador) ;)

9:00 a.m.

Vamos caminando por el parque, tomados de la mano y comiendo conos con helado sabor chocolate. Si bien somos una pareja de casados entrando en los cuarenta años, siento que fácilmente pasaríamos como unos adolescentes que están en su momento más cursi, a pesar de que a Baco ya se le empiezan a ver las canas y que mi cuerpo no es como solía ser, todo se siente fresco y nuevo… hace años no me sentía así…

Recuerdo que no he revisado el mensaje que le envié a Bosco por lo que saco el celular y confirmo que no me ha respondido ni lo ha visto.

-¿Qué sucede, querida?

-Oh, nada, amor – digo con calma -. Es solo que le avisé a Bosco que no estaríamos en casa, pero no me ha contestado.

-No te preocupes, ha de estar en clases.

-Claro… tienes razón – me siento un poco tonta por no haber pensado en eso, además solo ha pasado una hora desde que se lo envié.

Seguimos caminando hasta que le dimos la vuelta completa al parque (el cual es bastante grande) por lo que llegamos a donde está nuestro auto estacionado. En mi mente me preparo para volver a casa y terminar los quehaceres, Baco me abre la puerta, la cierra y se sube en el asiento del piloto; enciende el auto y se incorpora al tráfico. Veo a través de la ventana mientras las casas y los árboles pasan a toda velocidad; de la nada, Baco gira en una calle que no reconozco como un camino a casa por lo que volteo a verlo, desconcertada.

-Pensé que podríamos ir a ver una película… si quieres.

Inmediatamente me animo más, me agrada esta espontaneidad en él, esa que se había perdido o sido mal dirigida.

11:00 a.m.




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