Bianca
—¿No piensas ir a la empresa hoy?
—No, Cloe. Nuestros padres recibieron al socio, es una persona importante y sabes que tengo dos pies torpes como ella. No quiero arruinar las cosas.
—Siempre lo haces, tarde o temprano.
—Gracias, hermanita.
—Saliste embarazada a los 18 y no te castigaron, es más, criaron a Darien como un hijo más.
Esto es común, echarme las cosas en cara porque según ella nuestros padres han tenido preferencia prácticamente toda la vida. Mi hermana es una típica adolescente problemática con graves problemas de atención y amor propio. Halla más fácil culpar a los otros de sus fracasos que intentar mejorar, y evidentemente no pierde la oportunidad para tirarme su hate cada vez que se presenta la ocasión.
—No te he hecho nada, Cloe. Mejor vete a cambiar porque el socio vendrá a cenar esta noche con nosotros.
—Me da igual, no quiero conocer a nadie.
Tira su mochila al sillón y se va a su habitación a poner la música a todo volumen.
Somos tan diferentes
—Mamá— mi pequeño dulcecito baja los escalones tal y como le enseñe a hacerlo, su abuela me ayudó un poco —¿Me compras un nuevo juguete.
—¿Otro? —lo levanto en mis brazos —Pero tienes muchos, corazón.
—Rick tiene un monstruo —pronuncia con dificultad la letra r pero no le imposibilita que pida las cosas. —Quiero uno en color rojo.
—Si te portas bien y haces tus tareas tal vez te lo compre.
Sonríe emocionada porque sabe que es un hecho, Darien es muy inteligente. Es un ser lleno de dulzura y paciencia, tiene los rasgos del cobarde de su padre, él mismo color de ojos negros como la noche y un cabello castaño rizado.
No me gusta pensar en su padre y me estresa que Darien en algún momento pregunté por él, tiene la imagen de mi padre como si fuera el suyo, pero no podré mentirle toda la vida.
—¿Y mi sobrino? Le traje un obsequio.
Él es Hugo, mi hermano de en medio. Tiene diecinueve años y es todo un galán tipo telenovelas, rubio y con ojos negros, complexión ancha y un don Juan para las chicas. Es el mejor hermano de todos los que no tengo, consiente a mi hijo tanto que he llegado a sufrir dolores de cabeza.
—Está arriba jugando. Hugo, te he dicho que no más juguetes, ya no tengo donde guardarlos.
Suspira robándose una papa de mi plato.
—Lo lamentó, no viene de parte mía. Es de mi amigo, en cuanto lo vio se acordó de mi sobrino.
—Dile que no me va a enamorar por medio de mi hijo.
Mi hermano ríe porque sabe que su amigo ha intentado enamorarme desde que me conoció, es un tipejo ese chico.
—Lo sabe.
—Me parece que no lo suficiente.
—Iré a dejarle el juguete, ah, Cloe volvió a tener problemas en el colegio, se agarro con una chica a los golpes.
—Dios... ¿Qué tiene tu hermana en la cabeza?
—Al parecer, aire.
Chocamos los puños y luego él se va. Me siento a comer y ver la televisión, tampoco quiero estar en la cena de negocios con ese señor, estoy cansada y he ido esta mañana a la empresa por unos papeles, debo decir que evite chocar con el nuevo, quien sabe y terminaba haciendo un desastre enfrente de él.
La canción de Sonata hace sonar mi celular, es una llamada de mi mejor y consentida amiga.
—Clau.
—Sal, estoy fuera. Nos vamos de parra.
—¿Cómo de que estas fuera? No puedo salir, recuerdas que tengo una bendición y mis padres no están.
—Ya hable con Hugo, él lo cuida. No pongas excusas y mueve tu gigante trasero Virgen al auto.
—Quisiera,Clau. Lamento no poder ir contigo, mis responsabilidades son más grandes, mi familia y yo tenemos una cena con el nuevo socio —lo uso de pretexto, espero que me crea —¿podemos salir mañana?
—Diablos, Bi. Eres la persona más aburrida que conozco, pero esta bien, supongo. Pasaré por ti mañana y espero estes fuera cinco minutos antes de que llegue.
—Promesa.
—Dale un beso tronador a Darien de mi parte.
Sigue siendo increíblemente fiestera, somos todo lo contrario a un par de amigas con cosas en común.
Me voy a la habitación antes de que mis padres lleguen con el señor, el año pasado tuvieron una reunión igual y acabé clavándole el tenedor en la muñeca al tipo que no dejaba de tocarme la pierna por debajo de la mesa, jamás quiso volver a hacer negocios con mi padre y lo peor de todo es que a ellos les importo bien poco.
—Darien a dormir, cariño.
—No quiero, mami. Aún están los muñecos —esos benditos muñecos, los odio.
—No, cariño, es hora de dormir. Mañana podrás verlos de nuevo ¿ok? Pórtate bien, cielo.
Me estira sus bracitos para que lo levante del piso, lo llevo a lavarse los dientes y bañarse, después lo meto a la cama y le leo el cuento del gigante.
—¿Y donde esta el papá del gigante? —Me pregunta —Pato tiene papá pero él no.
Ay no, me temblaba la voz siempre que leía esa parte para que no hiciera justo esa pregunta.
—Él está bien, no tiene papá. Ahora a dormir.
Salgo exhausta del cuarto de mi hijo, arrastro mis pies y todo mi cansancio a mi habitación y me tiro a la cama.
El sueño me carga hasta la mañana siguiente.
Llego a la empresa tarde, no pude manipular a Darien para que se quedara con mi hermana apostando a que hoy no tenía colegio, persuadirlo es tan difícil como verlo y no enamorarse de su tierna carita. No pude desayunar y tampoco cogi mi celular por salir a toda prisa, mi vida apesta.
—Buenos días, Sandra.
Paso por su escritorio y no obtengo respuesta. Retrocedo dos pasos. ¿Se hizo invisible? Esta mujer es la primera que pone un pie en la empresa, a menos que la haya drenado una nave espacial.
—Bueno, veo que aquí todo el mundo llegará tarde hoy.
Me meto al escritorio de Sandra aprovechando su ausencia, no me quería mostrar la carpeta con la información del socio de mi padre porque es confidencial y ella no se prestará a mis juegos socios. ¡Cuales juegos sucios! Solo quiero confirmar que el tipo no sea un revoltoso con capacidad de arruinar las cosas en la empresa.
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Editado: 24.07.2022