Habiéndose dado la última palabra, todos regresaron a sus respectivas actividades. Erika ahora era la encargada y responsable de vigilar al pequeño elfo, lo que parecía no darle gracia a este último. De momento estaban en la sala de las puertas discutiendo para variar.
—¡vete! no necesito que me cuides.
—Ezarel... ahora eres un niño...eso significa que necesitas que ...
El duende dio la vuelta dejándola con la palabra en la boca, resignada fue detrás de él, no iría a darse por vencida tan fácil.
Ezarel se dirigió al laboratorio, tenía que buscar una forma de regresar a la normalidad y usaría su mejor arma para ello. Al llegar a su lugar de trabajo observó un mueble que tenía muchos libros viejos de alquimia, ciertamente está ciencia no era tan poderosa como la magia de una bruja, pero se asemejaba un poco.
La joven decidió sentarse en una esquina y no estorbar en el trabajo de su jefe. Como ya lo había notado, a pesar de que tenía la apariencia de un niño este conservaba su carácter y prefería no entrar en discusión con él y la alejase.
Al poco tiempo el pequeño Ez se decidió por un ejemplar estirándose para alcanzarlo, mas no lograba conseguirlo.
—déjame ayudarte —se levantó de su puesto para tratar de facilitarle el libro, pero una mirada fría detuvo su andar a medio camino.
—ya te dije que no te necesito, así que mejor vete.
Tomó una silla para subirse y coger el volumen, volteó en dirección a la humana y sonrió altivo. Ella resopló y se alejó nuevamente regresando a su sitio.
—¿porque no te vas? —preguntó sin mirarla, revisaba minuciosamente las páginas del texto de alquimia.
Esta se quedó pensando, era cierto que tenía una orden directa de Miko, pero fácilmente ante la negativa del elfo podría zafarse e irse, aun asi, en el fondo le hacía ilusión estar al lado del pequeño amor de su vida a pesar de lo grosero y burlón que llegaba a ser. El pensamiento de ser masoquista pasó por su cabeza riendo a sus adentros.
—tú lo viste, Miko lo ordenó
—pues ya ves que no lo necesito, así que ¡vete! si te dicen algo diles que yo te lo ordené, aún soy tu jefe no lo olvides, sigo siendo el mismo —seguía ojeando el libro.
—de todas formas, no me voy a ir —cruzó sus brazos empecinada.
Este levantó la mirada a ella frunciendo el ceño... ¿acaso la humana estaba pasando por alto sus órdenes?
—¡te digo que te vayas! —dijo con molestia.
Ella negó una vez más, a lo que el pequeño sacó de su bolsa de alquimia un tubo de ensayo el cual contenía una sustancia morada. Enseguida la amenazó en convertirla en un familiar si no desaparecía de la sala de alquimia
No sabía si lo decía en serio o solo bromeaba, Erika bajo sus brazos desconfiada puesto que Ezarel era algo impredecible y no sabía lo que era capaz de hacer.
—no te atreverías.
—¿quieres probar? —se acercó levemente.
Un poco temerosa negó con la cabeza y se levantó para caminar a la puerta. Antes de salir hecho un último vistazo al pequeño que la miraba de manera amenazadora con el objeto en la mano. Erika entrecerró sus ojos molesta y le enseñó la lengua, enseguida salió corriendo, cerrando la puerta detrás de sí.
—al parecer la que es una cría es ella y no yo— Murmuró guardando el tubo de ensayo para seguir leyendo.
Al paso de las horas devoró varios volúmenes del estante, pero no encontraba nada que le ayudara. La frustración se empezó a apoderar de él, todo le indicaba que solo la misma bruja podría quitarle ese hechizo, hasta que dio con un texto de alquimia muy avanzada.
Explicaba que tendría que elaborar una poción llevando mucho cuidado con su elaboración siendo tortuosa, delicada y sin garantía de que fuese a funcionar. Esto no lo desmotivó y sin pensarlo se puso manos a la obra.
Un poco de arena fina nacarada, un núcleo arcano y una perla de energía, eran ingredientes que solicitaba la receta, componentes difíciles de conseguir por su costo. Por fortuna había lo suficiente en el inventario para producir una ración de la fórmula.
Ezarel tenía que llevar mucho cuidado al prepararla, si tenía suerte podría regresar a la normalidad gracias a ella. Utilizó de nuevo la silla para poder alcanzar la mesa de trabajo, sonriendo al sentirse autosuficiente sin la necesidad de una humana por niñera.
—ves como no te necesito Erika—murmuró satisfecho.
Tomando los ingredientes se dio a la tarea sin perder tiempo, yendo al inicio todo normal, pero poco después del matraz empezaron a salir chispas. Se apresuró a tomarlo de un impulso lo que hizo tambalear la silla, finalmente cayó llevándose consigo no solo la poción si no todo lo que había sobre la superficie provocando una pequeña explosión al revolverse los químicos. Esto no causó grandes daños al laboratorio, sin embargo, dejó a Ezarel algo adolorido por el golpe y con el cabello cubierto de una sustancia pegajosa y olorosa.