Eldarya, un mundo plagado de cosas maravillosas y fantásticas. Erika nunca se habría imaginado que sería testigo de su existencia.
Desde que fue trasportada por aquel círculo de champiñones se asombraba con cada momento que pasaba, ya que seres que pensaba eran salidos de las más tórridas fantasías humanas hacían acto de presencia en su día a día. Desde un pequeño brownie, hasta un esplendoroso oráculo, incluso entregó su corazón a uno de estos personajes supuestamente ficticios. Pero ahora lidiaba con la criatura más misteriosa e impredecible que había conocido en este mundo tan irreal.
Sentada en la sala veía como Ezarel discutía con Valkyon. Buscaban la identidad del ente que había charlado con ella. Ahora sabían que Eir no había salido de su habitación, Heks tampoco se había ido del baño pues decidió ayudar a Helga atizando la fogata
¿Quién había sido? Era la pregunta principal de aquella charla entre líderes.
—si Heks y Eir no salieron de la casa, eso quiere decir que esta...persona tomó la forma de ellas, pero ¿por qué? ¿y con qué fin? —Valkyon miraba en dirección a la puerta trasera, se podía ver claramente el par de columpios vacíos.
—¿estás segura de que solo te preguntó cómo estabas? —Ezarel insistió con Erika.
La castaña se vio forzada a dar otra versión de los hechos cuando preguntaron de lo que había hablado con aquella presencia. Sin atreverse a decir la verdad porque implicaba revelar los sentimientos hacia el alquimista, mintió de nuevo al asentir con su cabeza.
Los dos chicos quedaron confusos, con aquella información falsa no irían a ninguna parte. Al poco tiempo Helga llamó a Ezarel, su baño estaba listo.
Mientras se desvestía Ez pensaba en un posible espionaje. ¿Nómadas? ¿alguna secta humana? ¿Aquel hombre enmascarado? Si era cualquiera de estos no entendía porque se interesaban en una misión de carácter personal que no tenía que ver con el gran cristal.
Trató de relajarse hundiéndose en la tina advirtiendo entre el agua su cuerpo. Ahí estaban de nuevo, los brazos delgados pero tonificados, sus piernas largas y firmes, el abdomen esbelto y remarcado, todo como solía ser. Suspiró aliviado de haber vuelto, pero, aún no entendía como lo había logrado, no recordaba haber hecho algo en particular, aparte de sumirse en su depresión. En un instante pasó por su cabeza la imagen de la castaña en el riachuelo; su rostro estaba muy cerca, tanto que aun recordaba percibir su respiración. Con fuerza su corazón volcó en su pecho, haciendo que perdiera la calma. Esta sensación era algo familiar por lo que frunció el ceño, inmediatamente agitó la cabeza y cambió sus pensamientos al enigma de aquella aparición, aunque sus manos temblaban aún nerviosas.
Terminó de bañarse y salió con las prendas que le había dejado la valkiria, no eran de su gusto, pero era mejor que andar desnudo y lo llamasen pervertido.
Afuera Helga se mostró más hospitalaria ofreciéndoles quedarse a comer y pasar la noche si estaban cansados. Ezarel se negó. Se hacía tarde y tenían que regresar al cuartel, pero Valkyon propuso aceptar la oferta. Si era cierto que los vigilaban lo más probable es que fueran atacados de regreso al CG, era mejor esperar al día siguiente y salir de mañana.
Con la decisión tomada se sentaron a la mesa, Eir ya había despertado y se situó al lado del elfo. Tomó una tostada y le untó miel ofreciéndosela al mismo, este impactado por el acierto se la comió sonriéndole a la niña.
—a mi me gusta mucho la miel—dijo la pequeña al verlo saborear el alimento.
—a mí también
Respondió el otro limpiando con un dedo la mejilla de la pequeña, tenía dulce en casi toda la cara. Esta le sonrió.
Erika los observaba enternecida, sintiendo celos de la pequeña por un momento. Si al menos el elfo fuera asi de amable con ella seria dichosa, mas la realidad era otra. Después sus pensamientos cambiaron drásticamente, recordó la conversación con la falsa Eir, ¿Por qué le había insinuado confesarse a Ezarel? Esto la hizo sentir culpa por ocultar la verdad a sus compañeros, arriesgándolos con su mentira a lo desconocido.
Pronto todos terminaron y se levantaron de la mesa. Las chicas ofrecieron su ayuda a Helga con los trastos y la mesa, mientras los chicos salieron al patio a revisar si no encontraban algún indicio sobre aquella presencia.
Al no haber hallado nada el resto del día se la pasaron haciendo conjeturas, esto incomodaba mucho a la faelinne haciéndola quedar en silencio... por su mente pasó la idea de decir la verdad a alguien que no fuera Ezarel, como por ejemplo Valkyon o Heks. No sabía qué hacer y la incertidumbre la consumía.
De noche Helga les enseñó sus habitaciones. Erika estaba muy a gusto compartiendo cama con la azabache y por el lado de los chicos Ezarel solo pidió a Valkyon que no lo fuera a abrazar ni mucho menos a aplastar durante la noche. Todos se rieron.
Las luces de la casa se apagaron al poco tiempo, Heks cayó rendida en la cama quedando dormida al instante, las emociones del día y el largo viaje los tenían muy fatigados a todos, excepto a Erika que era la única que no podía conciliar sueño a pesar del cansancio.