Mi perdición, Mi salvación y Mi locura

Cap. 2

Autora: M. Esparza 

libro 1 Trilogia curvas Impredecibles

A mi lado llegaron mis padres, viendo a quien no quería ver, pero sabía que tenía que hacerlo, inconscientemente toque el collar de guantes que colgaba en mi cuello.

- Es él, ¿verdad? - Los puños de Jefferson estaban cerrados, no quería verlo pelear sabía que los dos son incontrolables los he visto con otros, pero entre ellos, la verdad no deseaba verlos.

- Creo que debo hablar con él, estaremos bien – sabía que si le decía por los dos se calmaría, quiere tanto a mi bebe.

-De ninguna manera- se negó rotundamente, rodé los ojos por su actitud, pero lo entendía.

-Por favor, cualquier cosa que me incomode te llamo y nos vamos, ¿Está bien? – hice que me mirara a los ojos, podía sentir como Connor nos miraba, pero no es momento para que haga una escena de celos que por supuesto sé qué hará.

-Solo por ustedes, lo sabes Annie – dijo mientras salía de mi campo de visión.

Me dolía ver lo mucho que se esforzaba por tener algo conmigo, pero no puedo estar con él si no siento nada, solo más que una linda amistad, siempre está atento a los cuidados que recibo por él bebe, terapias de padres, pero lamentablemente él no lo es y las cosas deben ser como son.

- ¿Has comido ya? - comenzando a mandar de nuevo, ¿Por qué no me sorprende?

-No, a eso venia – dije encarándolo, nos mirábamos atentamente, el con amor e ilusión, pero yo con determinación y madurez - ¿Tu mesa? - pregunte seca, debo ser franca y no dejarme caer nuevamente.

-Sígueme, y por si querías saberlo vengo solo – cierta parte de mi se sintió aliviada lo que me hizo sonreír de lado, bueno ¿Quién me entiende?, estas hormonas no se controlan solas.

Nos acercamos a una mesa un poco apartada de todas la demás, me senté bajo la atenta mirada de él, me miraba de una manera que me hacía sentir diferente o tal vez me hacía recordar esos momentos que creí muertos y solo vivos en mis pesadillas y noches grises.

- ¿Qué desean ordenar? - justo cuando él iba a hablar llego el mesero.

-Mm me das el desayuno del día y una malteada con papas fritas – de verdad que estábamos tan hambrientos lo cual hizo que el mesero me mirara como si estuviera loca.

- De acuerdo ¿y usted caballero? - le pregunto a Connor quien seguía mirándome de esa manera.

- Lo mismo que ella y un café negro – dijo sin mirarlo, ¿Cuándo dejara de verme así?

-Enseguida regreso con su orden- dijo para salir de ahí.

Me acomode mejor en mi asiento y deje mi bolso a un lado, saque el móvil que por cierto cambie cuando me fui, y lo deje sobre la mesa. No quería ser la primera en hablar, pero vamos ¿desde cuándo soy cobarde? Al menos no desde que lo deje.

-Hola Connor ¿cómo has estado? – pregunte con un tono bastante neutral, sin demostrar nada de emoción al verlo, aunque aun así haya movido un poco mi mundo.

- Bastante mal, Tú te fuiste – exhale aire, no quería discutir o al menos alterarme, hablar de esto siempre lo hace.

- ¿Y por qué me fui? – pregunté de nuevo, el solo pudo bajar su cabeza triste.

Iba a hablar hasta que sentí una patada algo fuerte en mi vientre, lo cual me hizo quejarme un poco, el alzo su mirada curiosa, admito que sentir como patea mi bebe es lindo, pero es muy fuerte.

-No amor, a mami le duele – dije mientras acariciaba lentamente mi vientre.

- ¿Tu? Estas...

- ¿Embarazada? Si lo estoy – dije con una ligera sonrisa, pero no recibí una por parte de él lo que me hizo sentir una punzada dolorosa en el pecho.

-Felicidades, espero que estén felices – en su voz se escuchaba el dolor y lo entendía ya que no sabía que él bebe era de él.

-Bueno al menos yo lo estoy, no sé el – dije mientras escuchaba la voz del mesero.

-Aquí esta su desayuno, que lo disfruten – dijo mientras se iba dejándonos solos nuevamente.

Mire mi almuerzo huevos fritos, con tocino y pan tostado más mis papas fritas y la malteada de chocolate, el aun no decía nada, así que dejaría que procesara lo que intentaba decirle.

- ¿sabes quién es el padre? Pensé que era aquel chico con el que entraste- dijo extrañado, aunque se escuchaba el enojo en su voz ronca.

-Se quien es el padre, y no precisamente es de Jefferson – dije refiriéndome a mi amigo – Su padre está frente a mi – dije mirando de nuevo mi delicioso desayuno para tomar una papa y sumergirla dentro de la malteada.

-Es... ¿Es mío? – pregunto a lo que asentí con la papa dentro de mi boca, busqué con la mirada la mesa de mis padres, hablaban muy animadamente con Jefferson y él me miraba con su sonrisa tan natural.

-Lo que escuchaste – regrese la vista de nuevo a él, me acerque a mi bolso y busque la fotografía del ultrasonido, la encontré y la mire mientras sonreía y se la pase.

Al dársela sus ojos casi salían de su rostro, seguí comiendo sin importarme quien me viera incluso el, disfrutaba de cada bocado mientras en mi cabeza se formulaban las posibles maneras de arreglar la situación.

- ¿Por qué no me habías dicho? Es mi hijo merecía saberlo – su voz seria, pero a la vez calmada hizo que mi corazón se acelerara.

-Por la misma razón por la que me fui, además no nos ha hecho falta nada – no estaba dispuesta a pedirle algo o parecer una sufrida embarazada.

-Annie... Ustedes – parecía procesar las palabras que quería decir –ustedes son míos, tu mi mujer y el mi hijo – vaya, pero si se había tardado ¿no?

- ¡¿TUYOS?! ¡Desconfiaste de mi muchas veces, tu falta de confianza al no decirme que la prensa o tu publicidad importo más que lo que yo sufrí! ¿Y ahora vienes con que mi bebe y yo te pertenecemos? – mi voz comenzó a alzarse, jodida mierda la que se carga orangután sexy y ... y... ¡Ahg! Malditas hormonas.

-Sabes que lo son, te niegas a escucharme y decirte la verdad, eres mía desde que te vi por primera vez – su arrogancia y muestra de macho alfa no estaba ayudando.



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En el texto hay: boxeo, pasion, gordita

Editado: 26.05.2021

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