Mi primer y último crush

7.- Proyecto = amarre

Danna sigue agarrando su celular entre sus manos, escribiendo en inglés, porque siempre gringa nunca ingringa, cómo encontrar mediante apps a su korean hot handsome guy, pero al no encontrar, chasquea su lengua.

—Primero el taegi no me confirma y luego esto—observa a su celular como si fuera un objeto maldito—. No me deja de salir cosas asquerosas como porno gay—hace una larga pausa—. Bueno… no está mal, pero yo quiero ¡Encontrar a mi oppa!—agudizo mi mirada para poder ver mejor las páginas pornos esas, y cuando me estoy acercando, la morena con cara de diabólica presiona los links y un montón de fotos para mayores de 18 años salen disparadas en la pantalla.

—¡Qué asco! ¡Quítalo!—digo retrocediendo unos pasos, cubriendo mis ojos con mis manos.

—Como si no te gustara.

—Como te digo que no, cuando sí.—ladeo una sonrisa—. Pero tampoco tanto. Esos coreanitos estaban más… ¿cómo decirlo de una buena manera? ¿lascivos? Que de costumbre.


—He llegado yo...—los dos viramos las cabezas hacia el rubio sonriendo, mostrando unas dulces encías blancas—Holland para todos, pero Holly para mi amorcito—se lanza hacia mí, brindándome besos pegajosos en mi mejilla, me besa desde el cuello hasta la parte externa de mi mejilla, produciéndome unas cuantas risas.

Un chico que se encuentra entregando los cuadernos, nos vira a ver, con los ojos abiertos y su boca en una tremenda y perfecta “o”, nervioso, me entrega mi cuaderno y sale disparado hasta la otra parte del salón.

—¿Ves? Ya traumaron al pobre de Manuel—me dice Danna con su cara de culo. Yo no entiendo a esta niña, debe cambiar esa expresión, me dan unas ganas de jalarle la cara y obligarle a sonreír.

—Y a mí que.—rebate Holland—. Ni que fuera gay.

—No es eso...—los ojos negros de mi mejor amiga están pintados de preocupación—¿Y si le dice a los profes?

—Pues me vale dos verguitas.

—Holland cállate, joder, cállate. —rebate Danna—. A ti nada te importa… solo tú y tu jodida mierda. Me tienes harta—la morena no le ve,cuando habla, sus palabras suenan entrecortadas.

Un sentimiento de preocupación me llena mi pecho, angustiado, agarro la muñeca de Danna, sintiendo su temblar entre mis manos, tiembla un poquito de furia o tristeza suprema, hasta controlarse, frunce sus labios y sale disparada corriendo hacia el otro extremo de la clase.

—¿Por qué eres tan malo con ella?—digo enojado—ya estoy cansado de interferir entre ustedes dos… parecen una pareja de esposos.

—¿Moi? ¿con ella? Primero muerto que siendo novio de esa loca.

Ruedo los ojos, queriendo ir a verla.

 —A eso no me refiero...—un hermoso Adonis aparece por la puerta, desviando mis ganas de ir a recuperar a Danna,  sacudiendo una basurita de su pelo de una forma tan increíble, que mi corazón late rápidamente, siento mis mejillas enrojeciéndose, me muerdo el labio para no gritar que se acerque a mí.

—Y… ah...—Tara aparece a lado de él, estornudando, se seca los mocos con sus dedos, hace un gesto de asco, mirando el gran moco verde que tiene, mira a ambos lados y lo pega debajo de una banca.

Que asco.

Y este se supone que es uno de los chicos más populares del colegio.

—¡Es tan hermoso! ¡tan genial!—sigo diciendo al ver a Liam tomar asiento de una forma tan caballerosa.

—¡Gracias!—exclama mi mejor amigo dando palmaditas—me lavo el cabello con Pantene ya que Selena Goméz siempre dice—se toca el cabello, gira sobre sus talones y hace un ademán de mano hacia adelante—El primer paso para un pelazo.

—No habla de ti—chasqueo mi lengua—. ¿Cómo alguien puede ser tan hermoso?

—Eso me pregunto todas las mañanas cuando veo mi reflejo en el espejo.

William se levanta, con su usual cara de pedo, mordisqueando sus gruesos labios, Tara lo sigue como un perrito faldero, viendo de reojo a mi mejor amigo, que ni se inmuta, ignorándolo olímpicamente.

—Tú—me señala, yo me quedo viendo su dedo, porque pensamientos impuros han empezado a salir viendo SOLO su bendito dedo—. Estamos juntos en el proyecto de Lengua… a las...—observa rápidamente su reloj—2.30 pm, te espero sin falta, afuera del colegio para ir a mi casa. Ni se te ocurra faltar, no quiero tener una mala nota por tu culpa.

Y se va… ni corto, ni perezoso, dejando mi mano alzada en el aire. No se dió cuenta ni siquiera de que quería saludarle, mi corazón da un vuelco en el pecho, mi garganta forma un nudo, mis ojos se empañan de pequeñas lágrimas rebeldes. ¿Cuándo será el día que se de cuenta de mí? 

Cuando soy Bella, me habla, me agarra, me sonríe, porque cree que ella es real, ni siquiera le pregunté la razón de querer ser mi novio tan rápido, pero ahora que estoy mostrando mi verdadero yo… no le importa, me mira como si no fuera nada relevante, como si solo le robo el oxígeno, como solo un compañero molesto, como algo que debe deshacerse antes que sea demasiado tarde.

Mi labio tiembla, más lágrimas manchan mi vista, mi corazón se retuerce dentro mío, no entiendo qué le he hecho para merecer ese trato, ¿por qué no me tratas bien? ¿por qué? Solo quiero amarte, quiero que me devuelvas ese amor que dicen los cuentos de hadas y si no puedes, quiero poder seguir amándote a escondidas, verte sonreír por los menos.

—Nate—me toca el hombro Holland—¿estás bien?

—Yo… quiero irme a casa.

—Es un pendejo, bro—me saca una pequeña sonrisa—. Nunca se da cuenta de tu amor, y es demasiado obvio… siempre te marcas sus iniciales en la palma de tu mano, eres el único que grita su nombre cuando juega fútbol y el único que le ayudas en Ciudadanía.



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En el texto hay: humor, romance, drama

Editado: 24.12.2020

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