Mi Primera Vida

Capítulo 7

—Hora de desayunar. —comunica Andra a la vez que coloca los platos ya servidos sobre la mesa, con la ayuda de Jack y posteriormente toman asiento.

Una vez todos se encuentran sentados en sus respectivos asientos, Rhys comienza una conversación amena con su nuevo amigo Daniel, ambos conversando sobre la escuela y lo aburrido de esta, mientras que los adultos solo los observan con una sonrisa prestando atención a la plática.

—Escuche que conseguiste empleo. —comenta Jack.

Joe y Daniel la miran con curiosidad a la vez que los gemelos sonríen en grande.

—Sí, hace unos minutos recibí la llamada. —asiente Andra— de hecho, debo estar allá en unas horas.

—Oh, vaya. ¡Felicidades! —celebra Joe sonriente.

—¡Estupendo, eso está genial! —festeja animado Daniel— Ya quisiera yo que me dieran trabajo.

—Tu dedícate a estudiar, tarado. —riñe Jack a la vez que le da un golpe en la nuca.

—No le pegues a tu hermano, —regaña el padre— lo vas a dejar más tarado de lo que está.

Daniel lo mira ofendido mientras todos estallan en carcajadas. La alegría inunda el corazón de Andra al observar a su familia sonrientes, puesto que hace mucho tiempo que no convivían como una familia de verdad; entre la búsqueda constante de empleo y la enfermedad de su madre, pocas veces hablo grado reunirse y desayunar juntos como una familia.

«Gracias por esta oportunidad de estar juntos y gracias por permitirles a mis hermanos observar a su madre en sus cabales.» Agradece Andra.

—Por cierto, soy Joe, un placer conocerla. —se presenta ante la madre de Andra— Estos son mis hijos Jack y Daniel.

Los mencionados asienten a medida que su padre los menciona.

—Yo soy Anna y mis hijos Andra, Rhys y Reece. —sonríe amable.

Llevo de haber presentado de forma correcta, ambos patriarcas de la familia entablan una conversación que carece de interés para los hijos de cada familia. Por ello, Daniel y Rhys retoman la plática acerca de superhéroes mientras que Jack, Andra y Reece los observan en silencio.

Pasados unos minutos, los menores recogen los platos utilizados y se dirigen a la cocina a lavar todo lo utilizado, mientras los adultos aún sumergidos en su profunda conversación toman asiento en el sofá ignorando todo a su alrededor.

—Madre, hora de la medicina. —anuncia su hija con el frasco de pastillas en una mano y un vaso de agua en la otra.

«Por favor, que no se altere. Por favor, por favor.» Ruega en su interior.

—Si, gracias. —toma las medicinas y hace una mueca— Saben asqueroso.

—Lo sé, mamá.

Un suspiro de alivio se escapa de sus labios y relaja su cuerpo que, anteriormente había tensado de forma inconsciente.

—Terminamos. —anuncia Rhys saliendo de la cocina con los otros dos detrás.

—Vamos, debemos ir a la escuela. —comenta Reece jaloneando a su gemelo.

—Pero, pero no quiero ir. —hace un puchero.

Andra se cruza de brazos y frunce el ceño. 
—¿Por qué no quieres ir?

—Mmmm, me duele la panza.

—Mentiroso. —canturrea Reece.

—Cállate. —fulmina con la mirada a su gemelo.

—No te creo nada, andando. —Andra señala el pasillo de las habitaciones— A cambiarse que llegarán tarde.

Reece lleva a rastras a su gemelo antes de que pueda decir algo, a lo que Andra niega divertida y se voltea hacia los mayores.

—Iré a prepararme, volveré en un momento. —anuncia.

—Estaremos bien. —sonríe Joe a lo que Anna asiente.

La joven morocha se encamina hacia su habitación, una vez en esta toma todo lo necesario y se dirige hacia el único baño del hogar. Terminado su aseo personal, regresa a su habitación colocando pestillo en la puerta y se viste con unos pantalones rectos grises y una camisa blanca de botones junto con unos zapatos de tacón negros y pequeños aretes plateados. Se aplica un poco de rímel, blush y un labial rosa.

Toma todo su cabello y lo alza en una coleta apretada despejando su rostro y brindándole un aspecto más elegante y fresco a su rostro.

En un pequeño maletín reúne todos los documentos necesarios y con un último vistazo a su reflejo se dirige a la sala de estar donde ya se encuentran reunidos los gemelos totalmente listos para la escuela.

—¿Listo? —pregunta ingresando a la sala.

Seis pares de ojos la observan de pies a cabeza incomodandola, pero decide ocultar el sentimiento.

—Pero que hermosa estas, hermana. —halaga Daniel a lo que todos asienten de acuerdo.

—Gracias.

Unos toques en la puerta resuenan en los oídos de todos y rápidamente Andra se encamina a esta.

—Inés, gracias por venir.

—Buenos días, Andra. —saluda la enfermera e ingresa a la sala de estar— ¿Dónde está la paciente más hermosa?

—Aquí. —ríe a la vez que levanta la mano Anna— Buenos días, Inés.



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En el texto hay: problemas, romance, amor

Editado: 31.12.2022

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