Mi profesor I

22

3 meses después.

Llegaba el verano y con él, el fin de las clases. Aún faltaban 2 meses, pero cuando estas en bachillerato te das cuenta de que eso no es nada. Los tres últimos meses se podían resumir en Estudiar, Exámenes, Estudiar y Exámenes sorpresa.
Por eso me alegré tanto cuando nuestro tutor interrumpió su clase para hablarnos de la excursión.

Ahora nos encontrábamos en un periodo de tranquilidad, podíamos respirar más y de ahí que nuestra clase hubiese adelantado la excursión de fin de curso, para que estuviera lo más lejos posible de los últimos exámenes. Nuestra excursión era de todo menos apasionante, pero tampoco estábamos en segundo de bachiller como para tener que celebrar tanto, así que cuando nuestro tutor nos ofreció una visita a la Comunidad Valenciana, no dudamos en aceptar. Algo es algo. Pasaríamos 5 días en Valencia, una ciudad que los profesores se garantizaron de vender como una maravilla cultural, con una especie de complejo de las ciencias con un magnífico "oceanográfic", planetario y demás. A nosotros nos pareció más bien una excursión de 6 de primaria, pero pocos de nosotros la conocíamos y nos hizo verdadera ilusión. Por ese motivo me dolió tanto cuando Andrés me dijo que no podía ir, que esa había sido la manera escogida por sus padres para castigarlo por el suceso de unos meses atrás. Él ya conocía la ciudad de sobra, pero no se perdonaba haber perdido la oportunidad de alojarse en el mismo hotel que yo o incluso en la misma habitación, y más por culpa de Marc. A pesar de ello, lo aceptó y a los días se le había pasado la frustración. Marcos tampoco quería ir, me dijo que porque esa ciudad tenía pinta de dar pena pero yo sabía que era porque su monísima compañera de audiovisual tampoco iba. Mis otras dos amigas tampoco tenían pensado ir, odiaban al resto de la clase lo bastante como para no querer compartir con ellos el hotel, pero para cuando me lo dijeron, ya había pagado la mitad del viaje y no podía echarme atrás, tendría que arreglármelas sola.

En cuanto a Alex, bueno, no había nada que destacar. Después de la conversación que tuvimos, yo me di cuenta de que por mucho que soñara, que deseara o le pidiera a Dios, nunca iba a pasar nada entre nosotros. Me atraía y me gustaba cada día más, pero me tocaba callarme y disimularlo cada día mejor. Al final aprendí a no ponerme nerviosa cuando el me miraba, a no pegar un brinco cada vez que me tocaba y a no derretirme cada vez que me sonreía. Terminé por inmunizarme ante su encanto y adquirí una gran habilidad de apartar los ojos cada vez que corría peligro de que se dirigieran a sus labios. Lo llevaba bien y él aún mejor. Nadie diría que un día, no hace mucho, él me confesó que le atraía.

Cultivamos una amistad normal, una amistad de poder hablar de manera informal o hacer bromas cuando nadie escuchaba, sin pasarse mucho de la raya ni acercarse mucho el uno al otro, eso lo primero y lo más difícil para mí. Nunca llegué a tener la amistad que tenía con Silas o la que un día tuvimos él y yo ,pero eso ya era pedir demasiado. Le conocí un poco más ya que ahora solo hablábamos de nosotros y no de tirarnos. Lo malo es que conocerlo más solo hizo que me enamorara más de su personalidad. Era cabezón, seco, brusco, gracioso, muy listo y generoso, Ah y sobretodo sexy, claro. Evitábamos hablar de su mujer, de mis líos o de algún tema personal. Creamos una especie de muro de Berlín entre ambos que nos funcionaba muy bien. Bueno, que nos funcionaba simplemente.
Faltaba un día para mi viaje y yo estaba más nerviosa que nunca. Necesitaba mucho ese cambio de aires y estaba segura de lo bien que me iba a hacer. Mi madre estaba tan contenta como yo, sabía que era un viaje que me merecía mucho por las buenas notas que le había dado hasta ahora y que me abriría mucho la mente, porque como ella bien decía, "el mundo es un libro y aquellos que no viajan solo leen una página". Me iba a la Comunidad vecina, tampoco era para tanto.

Mi padre ya me había dado todas las indicaciones para que no me perdiera con el valenciano y con los guiris y su lista de que cosas que debía traerle si quería que fuera feliz. De repente sonó el timbre y mientras mi madre fue a contestar, yo pude retirar todas las cosas que ella me había puesto en la maleta y que no tenía pensado llevar.

- Alicia, es Andrés. ¿Le digo que suba? .- Me gritó desde el salón.

- No, ahora voy a bajar mamá.

Ya me imaginaba que Andrés iba a venir a verme para despedirse, no porque me fuese muchos días, si no porque tenía pavor solo de imaginarme rodeada de sexys valencianos. Si él supiera.
Lo encontré sentado en las escaleras, con cara de perro abandonado.

- No te pongas así, que no es para tanto.

-¿De verdad vas a ir?

- Andrés, he pagado todo el viaje, claro que voy a ir.

- ¿Con quién te vas a quedar en la habitación?

¿A que venía esa pregunta? Ni siquiera yo lo sabía, repartirían las habitaciones nada más llegar.

- Pues no tengo ni idea, supongo que lo harán a sorteo.

- Bueno pues deberías tenerlo ya pensado, porque imagina si te toca con...no sé... alguien desagradable.

- Hay muy pocos de clase que me caigan mal, no te preocupes.

- ¿De nuestra clase?

- Hombre, pues de cual va a ser.

- Ah ya, bueno, claro. Pues nada, si ya tienes claro que vas a ir ves, pero no te olvides de que yo no voy.

¿Me lo estaba echando en cara? No entendía la actitud de Andrés, es como si él supiera algo que yo no.

- ¿Quieres contarme algo? No sé, te noto muy raro.

- No, nada. Buena suerte.

Y se despidió con un abrazo y un beso en la mejilla. Yo no iba a preguntarle más porque en lo referente a Andrés, nada nunca tenía sentido. Además mi viaje me tenía demasiado contenta como para que sus celos me lo estropearan.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.