¿Recompensa? Es un estúpido, engreído, patán, atrevido. Que coraje, mejor se hubiera quedado con la boca cerrada. Debí darle una buena cachetada. Eso es lo que debí hacer estoy comprometida por Dios santo. Tengo que repetirlo una y otra vez, porque literalmente no lo recuerdo. Estoy muy enojada con el señor Torres, pero estoy mucho más enojada conmigo. Me encanto ese beso esa sensación de paz que me invadió. Jamás me había sentido así con un beso. Si solo se hubiera ido no sentiría tanta rabía, pero que me haya sonreído con el propósito de besarme. Me enfurece si me quería besar solo lo tenia que hacer y ya.
Al final no gane el reto. Debo dejar esa obsesión que tengo por los retos. En mi vida todo es un reto hasta limpiar a cierta hora o realizar una tarea. Es una manera para cumplir mis obligaciones y objetivos o metas. Por suerte, el restaurante está repleto. El estar en movimiento me ayuda, pero me cuesta mantener el rostro neutral. Cuando lo que quiero es correr o gritar. Estela está loca por hablar conmigo, pero sabe que cuando estoy molesta es mejor no hablarme, pues una palabra mal dicha y explotó.
Por fin salí, tomó el móvil le coloco los audífonos para poder conducir mientras hablo. Le marcó a Carlos al segundo timbrazo contesta.
- Loquita. ¿Alguna locura que contar? - Me dice. ¿Nunca puede contestar con un clásico y simple hola?
- Con instintos asesinos.
- ¿A quién hay que matar?
- A un patán, prepotente y engreído modelo.
- ¿Por qué quieres matar un modelo? - Me pregunta y le explico lo que pasó. - Eso te pasa por inocente. Por cierto, las galletas que le distes son de tu mitad.
Ruedo los ojos.
- Vale. Eso no le quita lo atrevido.
- Estoy seguro de que te encanto el beso y eso es lo más que te molesta. - Me conoce bien. - ¿Cómo se llama tu modelo?
- NO ES MI MODELO. - Gritó enojada. - Manuel Torres
- ¿QUÉ? - Grita con asombro. Del susto casi choco.
- No me asustes casi me haces chocar. Te tengo directo en los oídos.
- Yo como iba a saber que estás conduciendo. - Se defiende. - Volviendo al tema es en serio que el guapísimo Manuel Torres te beso. Yo que tenía esperanzas de que fuera homosexual. Nena no te quejes yo querría ser besado por él, mejor se agradecida.
- A mí no me interesa que me están besando y menos como trofeo. - digo enojada.
Carlos en vez de calmarme me está alterando más.
- Si él me quiere en su lista de trofeos estoy más que disponible. - Dice con total dramatismo. Me lo puedo imaginar abanicándose ahora mismo.
- No me estas ayudando. ¿Podemos ir ahora al gimnasio? Necesito sacar esta ira.
- Claro, pero no te podre recoger.
- No importa. Voy a casa a cambiarme y te veo halla.
- De acuerdo. No olvides mis seis galletas.
Cuelgo. Llegó a casa busco mi ropa de gimnasio y me la pongo lo más rápido posible. Tomo mi bolso del gimnasio voy por dos botellas de agua de la nevera y bajó corriendo las escaleras. Me subo al auto y voy al gimnasio. Me estaciono y en la entrada está Carlos esperándome. Él es el miembro yo solo soy la acompañante. Le doy una cuarta parte de lo que tiene que pagar, pues él es el que tiene todos los beneficios. No quería aceptar el dinero, pero le dije: "no te acompañaré, si no aceptas mis condiciones". Puede que ahora que tendré un mejor trabajo, me pueda dar el lujo de ser miembro.
- Vamos. - Le digo sin más, pero se queda quieto como un poste. - ¿Qué pasa ahora palo andante?
De momento, me besa. Abrí los ojos como platos y lo empujé. No es que bese mal, pero es como un hermano me hace sentir super incomoda.
- Ahora puedo morir en paz, aunque sea indirectamente he besado al gran modelo Manuel Torres. -¿Es en serio? Mi enojo aumenta cada vez más. Carlos me mira y sonríe satisfecho. - Lo sabía te encanto su beso, porque a mí me alejaste lo más rápido que pudiste. Eso es lo que te tiene tan enojada.
- Corrección es una de las cosas que me tiene enojada. Ahora estoy más enojada contigo. - Me pongo en una posición amenazante. - Si no quieres que te use como a un saco de box mejor entremos.
- No, primero mis galletas.
- ¿Es en serio? - Me cruzo de brazos.
- Sí. Te las podrías llevar por accidente y dejarme sin nada. Además, quiero comer una o dos ahora para luego quemarlas en la trotadora. Sin galletas no hay gimnasio.
Como no quiero discutir más corro al carro y busco la caja de galletas. Vuelvo a donde está el gran poste.
- Toma me guardas las mías o te prometo que nunca más te traeré. Ya entremos.
Le entrega su membrecía al cajero para que la escanee, mientras yo firmo como acompañante. Voy a los casilleros dejo la mochila y tomo el celular, audífonos y llaves. Le colocó el candado y me voy a la trotadora. Me pongo los audífonos y hago que la máquina tenga cuestas. Comienzo y con el rabillo del ojo veo a Carlos a lo lejos mirándome y comiendo galletas. Está disfrutando del espectáculo son pocas veces que me enojo, pero parezco todo un torbellino. Me dejo llevar por la música.
Me siento más relajada, cuando miro la máquina. Llevó una hora aquí. La máquina está bajando la intensidad, para que pare. Normalmente, no estoy en está máquina tanto tiempo. Veo a Carlos acercarse, se para en la máquina de al lado. Me quito los audífonos.
- ¿Te sientes mejor? – Me pregunta.
- Sí. - Pasaron los cinco minutos y la máquina se apaga.
Al bajarme siento que todo se mueve. Carlos me sostiene.
- Cuidado, que no te fijaste a la velocidad que ibas. Creí que romperías la máquina.
Me siento, al vorde de la maquina un momento.
- Perdón.
- ¿Porqué? - Me pregunta con su ceño fruncido.
- Soy tu prometida. No me estoy comportando como tal.
- Primero, aun no es oficial. Segundo dijimos que si nos enamoramos lo discutiremos, lo que implica que podría acabar y yo acepte.
- No estoy enamorada.