Claude Rossi.
Ese nombre rondaba constantemente en la mente de la pelirroja. En ese momento, todos sus pensamientos se dirigían a él. Mientras observaba los sacos de lana, recordó, lo que ella consideraba como un sueño o una alucinación: desde que lo conoció hasta el beso que le dio después de cenar.
Sin embargo, la existencia de las madejas de lana y que el abogado supiese del plan, no era evidencia suficiente para determinar que todo era real.
Suspiró y tomó ambos sacos para subirlos a su habitación; aunque no eran pesados, resultaban incómodos de cargar. Al llegar a su habitación, dejó los sacos sobre su cama y comenzó a sacar el contenido de estos. Una vez vacíos, comenzó a examinar y tocar cada madeja de lana, para determinar si eran útiles para su propósito. Al finalizar, todas las madejas estaban del mismo lado, lo cual provocó una sonrisa de satisfacción en la ojiazul.
— Lola solo le regalaba lana de excelente calidad. — recordar el nombre de la señora la llevó a concluir otras cosas. — Según lo que recuerdo, ella debió ver a Claude. Entonces es posible que… — sacudió su cabeza. — No… Debo dejar de pensar en él.
Desearía que fuera tan sencillo, pero no lo era. Todos sus pensamientos la llevaban de nuevo a él, y sin importar lo que hiciera, siempre aparecía el recuerdo de ese pelinegro y el anhelo de Elizabeth por verlo.
Al cabo de un rato, su tía le informó que el almuerzo estaba listo, así que se dirigió hacia el comedor y comieron en silencio, luego partieron hacia el centro comercial. Allí, Elizabeth y Phoenix agotaron a Nathan mientras hacían las compras; yendo de un lugar a otro con tantas cosas, parecía que el día no acabaría.
— No vuelvo a ir de compras contigo. — expresó el ojiturquesa cuando llegaron a casa.
— A Adrienne no le dices lo mismo. — se burló su prima mientras él se estiraba, le dolía todo el cuerpo.
— Es diferente. — se dejó caer en el sillón, estaba totalmente cansado.
— Sí, es diferente. — expresó Phoenix y su hijo se sintió orgulloso al ser defendido.
— Gracias, mamá.
— Adrienne lo recompensa con besos. — completó la mayor y ambas rieron sonoramente.
— ¡Mamá! — se quejó Nathan. — ¿De qué lado estás? — dramatizó.
— Del que me haga reír. — se encogió de hombros y le lanzó un beso. — Te quiero.
— También yo, mamá. — respondió, sabía que era una forma de relajar la tensión y mantener la confianza entre ellos. Definitivamente, el lenguaje del amor de Phoenix era molestarlo.
— Muy bien, ahora a instalar todo. — interrumpió Elizabeth. — Por favor, ayúdame Nathan.
— Moriré hoy. — exageró y se levantó perezosamente.
Al día siguiente, Elizabeth se despertó con el sonido de la alarma. Se estiró, se incorporó y apagó el sonido antes de revisar su celular.. Gallo le había organizado un cronograma de videoconferencias para los tejedores, todo había sido muy detallado, especificando la sede, país, diferencia horaria y además un informe con los productos de temporada de cada lugar. Sonrió satisfecha y suspiró.
— Así se siente la vida adulta, ¿eh? — la agenda estaba muy cargada pese a que no se cruzaba con sus actividades escolares, sin embargo, debía acostumbrarse rápido para ser eficiente.
Se levantó y se dirigió a su baño. Comenzaba su rutina una vez más, se miró al espejo, dio dos palmadas suaves a sus mejillas para despertar completamente. Su tía había informado a la escuela que se encontraba enferma y no asistiría esa semana, pero que haría las actividades desde casa y se pondría al día bajo la ayuda de su primo.
Aquello no era mentira, Phoenix seguía preocupada por su salud y quería saber por qué Elizabeth había alucinado. Sin embargo, todos sabían que la pelirroja no diría nada sobre el tema, sino que se limitaría a adaptarse a su nuevo cargo (no oficial) en Elena's Design.
Se bañó y se vistió con un vestido mostaza de falda acampanada y escote asimétrico. Se estiró un poco, primero los brazos, el cuello y las manos, quería estar cómoda para empezar a trabajar. Cuando terminó sus estiramientos, se sentó en su escritorio, se colocó sus audífonos y abrió un nuevo documento en su computador, comenzando a redactar un libreto bajo la inspiración de la música de Ed Sheeran.
Pasaron horas y la pequeña seguía tecleando sin parar, solo se detenía para comer cuando su tía le llevaba algo. Continuó de esa forma hasta que escuchó el timbre de la entrada, Nathan había llegado a casa. Ante eso, bajó corriendo hacia la sala y con voz agitada pidió.
— Necesito que me ayudes a crear un canal de YouTube.
— ¿Qué? — exclamaron al unísono sus familiares, evidentemente sorprendidos. Últimamente la niña estaba haciendo solicitudes muy extrañas.
— Debo crear un canal de YouTube lo antes posible. — expresó la ojiazul, denotando la importancia del asunto.
— No me digas que ahora quieres ser influencer. — respondió su primo, sosteniendo su entrecejo. Si aquello era cierto, solo significaba problemas. Ya había tenido suficiente con la compra excesiva de ayer.
— Puff, claro que no. — movió su mano restándole importancia al asunto. — Es por motivos laborales. Los tejedores necesitan instrucciones específicas sobre los materiales a utilizar, descifrar los dibujos de patrones y cómo varía el patrón de tejido dependiendo de la talla.
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Editado: 09.08.2024