Mi Realidad Secreta

Capítulo II

… Y al final lo dejé de querer, se convirtió en nada, y se marchó de mi vida.

(Enseñanzas de vida)

 

 

Me estoy sintiendo débil, ¿qué está pasando?

Mis piernas no soportan el peso. Poco a poco mi vista se oscurece.

Escucho a alguien gritando. ¿Es mi nombre? Se escucha demasiado lejos, no logro distinguir si lo que oigo es verdadero o sencillamente producto de mi imaginación.

Cada segundo se va haciendo más oscuro. Ya mis piernas no las siento, en vez, siento un dolor indescriptible, es como si me extrajeran mi piel, justo en el centro.

En mi corazón.

Y duele. Duele lo suficiente como para suplicar que pare.

¿Qué es eso?

Oh... Son luces. Están dispersas. Logro sentir una mano que me sostiene. Pero ya es tarde, pues la oscuridad inundó mi vista.

 

 

***

Está todo de blanco y es un lugar muy pacífico. Tengo varios aparatos alrededor de mí emitiendo sonidos.

Entra a mi habitación una enfermera algo preocupada.

--Señorita Barner. Qué bueno que despertó. ¿Se encuentra mejor esta mañana?

—Sí. Estoy bastante bien. Pero no entiendo. ¿Qué pasó?

—Se desmayó y su compañero la trajo hasta aquí. Le estamos haciendo algunos exámenes para saber qué provocó esta reacción.

La enfermera me revisa los aparatos y anota algo en su libreta, se despide con una tímida sonrisa. Al salir, después de cinco segundos entra mi madre con Mike y Sarah detrás.

— ¡Al fin despertaste Ali! Me tenías preocupado, si hubieras visto mi cara cuando te me derrumbaste de esa manera— me lanza Mike. Con una cara de alivio.

—Estoy bien. Pero, ¿alguien me puede explicar qué pasó realmente?

En realidad no estoy del todo bien. Percibo como si mi piel explotará en algún momento.

Mike se acerca a mí, detrás, le sigue mi madre con un temple algo extraño que me alarma.

—Pasó que estabas golpeándome, como siempre. Comenzaste a tambalearte. Ya cuando te sostuve, estabas fría y con los ojos entrecerrados. Por cierto, tienes una pinta horrible en estos momentos.

Por más que lo pienso, no logro entender que pudo causarme algo así. Me doy cuenta que acaba de entrar la enfermera que me había atendido antes y le susurra algo a mamá.

—Alison mi niña, los doctores dicen que estás bien. Fue solo un desmayo de insolación. Te darán de alta mañana temprano. —noté que su rostro no estaba alegre, al contrario, se veía afligido y muy preocupante. Sale de la habitación algo cabizbaja.

De inmediato, entra Sarah con un delicioso pedazo de pizza. Una de mis mayores debilidades. Mike le sigue con dos pedazos y me los da, seguido de un guiño de ojo con un rostro pícaro.

Sarah se acerca a mí cuidadosamente y mirando todo nuestro alrededor.

— ¿No has notado que nuestro fiel amigo te presta más atención de la cuenta? —susurra con un gesto algo irónico.

—Eh, sí, Sarah estoy en un hospital, con muchas máquinas. Me desmayé. — le concibo decir con un gesto serio y amargo.

— ¡Sabes bien a lo que me refiero! ¿No has notado que estas semanas siempre ha querido estar contigo y se ríe de tus malísimos chistes?

--No me he dado cuenta de nada. Creo que la que debe estar en el hospital eres tú, estás toda loca con tus alucinaciones.

—Yo sólo digo lo que veo, Ali, creo que le gustas.

—Jajajajajajajajaja!!!!! Oye llama a la enfermera, tu estado es caótico. — Es lo único que me sale decir entre tantas risas.

—Cuando él te lo revele, sólo saldrá de mí un “te lo dije”.

 

***

—Ya es hora pequeña—me despierta mamá luego de darme un beso en la frente.

Hoy me tocará regresar a mi realidad aburrida y llena de rutinas.

Salgo de la habitación blanca del hospital para dirigirme al ascensor. Miro todo lo que me rodea buscando a alguien que resulte conocido. No veo a nadie, excepto personas llorando por sus familiares enfermos o a punto de morir. Tropiezo con un niño del área de quemados, la mitad de su cara está desfigurada, sin embargo, tiene una de las sonrisas más hermosas que jamás vi.

—Discúlpame precioso— le digo sonriendo.

Aún sigo pensando en qué pudo causarme aquella reacción. La que hizo que viniera a parar en este lugar, pero sigo igual, sin llegarme nada a la cabeza. Aunque los estudios digan una cosa, sé bastante bien que no es así. Talvez lo sepa en el momento que menos me lo espere. Como la mayoría de las malas noticias.

Al llegar a la salida, me molesta la luz. Aquella luz de un sol de doce del mediodía. Vaya hora de salir de aquí.




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