Definitivamente es otoño, el viento sopla muy fuerte y hace frío, no tanto como en invierno pero lo suficiente para que parezca un malbadisco ambulante, llevo una camisa manga larga, un suéter y un abrigo encima de color rojo, también una bufanda y un gorro, y no soy el único, todos parecemos bolas de lana, bueno, almenos la gente común como yo, mi hermano y hermana se ven fabulosos aún con esta ropa, son idénticos a las personas de las revistas de moda, y lo más triste de todo es que la ropa que llevo encima fue de mi hermano, me la dio cuando dejó de quedarle, él se veía genial en esta ropa, aún recuerdo, yo me vi al espejo esta mañana y era un desastre, pero me servirá para no morir congelado.
Al estar en la escuela me saco toda esta ropa y me quedo solo con el suéter y la camisa, pero en este momento no voy al colegio, estoy pedaleando en mi bicicleta por la carretera lejos de el pueblo, ahora siento calor, he pedaleado por varias horas y estoy cansado, pero sé que vale la pena, espero encontrarla esta vez.
Es la primera semana de octubre, hace unos días me prometieron enseñarme maravillas que nadie más puede ver, pero no he encontrado a mi guía, he venido desde entonces cada día, quizás incluso pueda ganar una carrera en bicicleta, aun así estos días no he podido encontrar a la bailarina de el bosque y por tanto no puedo avanzar más allá de la cabaña de madera, pues se lo prometí a ella.
En esos días aunque sé que no está, he entrado al otro lado y me quedo un rato a descansar en la cabaña, es acogedora, hay muchos libros interesantes, supongo la mayoría pertenecen a ella, es lo único que he explorado, esa cabaña cuenta con una sala donde está ese sofá viejo e improvisado y un montón de libros de los cuales solo he contado cuarenta y siete y sigo contando, la mayoría son muy viejos, luego de la sala hay un pasillo, en este hay tres puertas, tres cuartos diferentes, el primero está vacío y es muy oscuro pues no tiene ventanas, el segundo es menos oscuro, y en el hay bultos cubiertos por mantas blancas, bueno, no tan blancas pues el polvo las ha vuelto grises, no he querido averiguar qué hay debajo de esas mantas pues creo que si remuevo uña algo va a saltarme encima e intentará comerme, el tercero es el de el final, es el más iluminado por tener más ventanas, este lo conosco bien pues en el desperté un día, estuve dormido en esa cama siendo curado por una bruja de el bosque, quien me trató como un idiota y me golpeó la cabeza, la cama estaba arreglada y la mesa a su lado vacía, al pie de la cama había un baúl, tampoco lo abrí por la misma razón por la que no removí las sabanas de el segundo cuarto.
Existe una cuarta puerta, esta no sé encuentra en los lados laterales como las otras, si no en el suelo, justo al final de el pasillo, es la puerta de el sótano, la descubrí ayer, hice un gran esfuerzo para abrirla pero lo logré, unas escaleras conducían abajo, estaba muy oscuro, cuando iba a bajar las escaleras escuche una voz fina pero escabrosa, era de mujer y sonaba como el audio de una vieja película reproducida en un televisor con estática, era muy perturbadora, solo la escuche una vez y fue la noche que fui guía para el equipo de football de la escuela, esa voz no ha cambiado sigue siendo tenebrosa.
-¿Qué haces aquí? No debes estar aquí...¡Vete!-
Como soy una persona obediente, no quise quedarme para saber quién me dio la orden, salí de ahí lo más pronto posible.
En esos días he visto muchos espectros, pero no son tan aterradores como la primera vez, la mayoría no me prestan atención, y los que se percatan de mi presencia solo me miran con cautela, es extraño que no salga corriendo al mirarlos, es extraño que me haya acostumbrado a verlos, los pasó de largo, aún les tengo miedo, pero siento que ellos también me temen, es un temor mutuo y no se porque.
Finalmente deje mi bicicleta en el suelo cubierto por hojas naranjas y cafés, me desilusiono no ver su bicicleta, así que denuevo iré a pasear, empece a caminar y cuando vi la cerca me alegre, justo en esa cerca, recostada está una bicicleta y en el canasto están guardados una capa y unas zapatillas negras, en el manubrio también está colgado un abrigo de color azul, el que llevaba esta mañana al ir a la escuela, antes de saltar la cerca, tome ese abrigo y lo lleve conmigo en la mano.
Camine por el bosque hasta la cabaña, en la puerta había un papel que decía:
"Nos vemos en el claro de el bosque, ya sabes el camino"
Al llegar a ese claro, la vi bailar otra vez, me pareció divertido lo que hacía, era una danza muy extraña así que no pude evitar escapar una risa, note que otras personas, la veían bailar, esas personas ya no están en este mundo, las pase de largo sin mirarlas a los ojos y me acerqué a ella tanto como pude, me senté en el pasto seco viéndola en su danzar, creo que he visto este baile antes, es europeo, talvez sea de Rusia, o no, ya lo conozco es francés, no sé porque este baile siempre me resultó extraño y gracioso.
Su vestido era largo y holgado, de color vino, y no tenía magas o tirantes, el viento soplaba y la empujaba, parecía que el viento y ella peleaban o que el viento la intentaba guiar pero ella no quería dejarse llevar, era un tango entre la bruja y el viento.