Mi segundo nombre es desastre.

Capítulo 20: Pretender.

Termino de darle los toques finales a mi atuendo y cuando miro el resultado en el espejo no puedo evitar maravillarme por lo impresionante que luzco. Mi cabello está peinado en ondas suaves que caen por el lado izquierdo de mi cuello y como maquillaje tengo los ojos delineados con negro y los labios pintados de un rojo intenso. Como únicos accesorios uso unos pendientes largos de plata y el collar de plata con dije de corazón que nunca me quito.

Pero la estrella del atuendo es definitivamente el vestido. Este es de seda rojo y es exactamente igual al que usó Louisa Clark cuando fue al concierto con Will Traynor en la película Yo antes de ti. Me doy una última mirada en el espejo y satisfecha con el resultado me coloco los tacones negros para luego salir de mi cuarto rumbo a la sala donde Sebastian está esperándome.

Apenas pongo un pie en la sala, Sebastian, Tomas y Henry se levantan de los sillones y se acercan a mí luciendo bastante impresionados.

—Andie, te ves absolutamente extraordinaria —dice Henry mirándome mientras sonríe.

—Realmente estas deslumbrante —concuerda Tomas.

—Eres la mujer más hermosa que he visto —dice Sebastian mirándome intensamente causando que me sonroje.

—Gracias, tú te ves muy apuesto —digo siendo completamente honesta pues ese esmoquin negro con moño que está usando lo hace lucir arrebatadoramente sexy.

—Tienen que tomarse una foto juntos —dice Tomas mientras empuja a su hermano para que este a mi lado.

Henry toma su teléfono mientras Sebastian pone su brazo por sobre mis hombros y luego de tomarnos varias fotos en distintas poses, nos las envía a nuestros teléfonos mientras se sienta de nuevo en el sofá junto a Tomas.

— ¿Qué hacen aún aquí? —Nos pregunta Tomas luego de unos segundos—. Váyanse, diviértanse y me escriben si pasa algo malo. Adiós.

Tomo la cartera tipo sobre plateada donde metí mi teléfono, monedero y llaves y despidiéndonos de Tomas y Henry salimos del departamento hacia la entrada del edificio donde está aparcado el auto de Sebastian. No veo su auto por ningún lado así que lo sigo mientras camina hasta detenerse frente a un Toyota GT86 negro y sacando las llaves de su bolsillo presiona el botón para desactivar la alarma.

—Por favor dime que no robaste este auto —digo preocupada mientras admiro el increíble auto frente a mí.

—Si te diría que no lo hice estaría mintiendo —responde seriamente—. Pero descuida, fue en una ciudad a unas horas de aquí así que por ahora no creo que me encuentren.

— ¿Estás hablando en serio? —pregunto nerviosamente.

—Tranquila, estoy bromeando —dice para luego reírse—. ¿Recuerdas que te dije que tenía que cambiar de auto pues estaba casi seguro que el mío era acechado por fantasmas? Bueno, decidí finalmente comprarme otro y este fue el elegido.

—Es realmente precioso —digo mientras abro la puerta de copiloto y me monto en él.

— ¿Verdad que si? —Pregunta emocionado—, apenas lo vi supe que tenía que ser mío.

Enciende el auto y comienza a conducir rumbo al lugar donde se realizará la boda, durante el trayecto nos dedicamos a repasar nuestra historia y todo lo que se supone debemos saber del otro ya que estamos “saliendo”. Más rápidamente de lo que esperaba nos encontramos llegando a una iglesia bastante grande, y luego de que Sebastian se estaciona y apaga el auto, comenzamos a caminar hacia el interior de la iglesia.

Nos sentamos en una de últimas bancas y mientras Sebastian comienza a hablar yo me dedico a observar todo lo que está a mí alrededor.

— ¿Podrías dejar que actuar como una lechuza? —Pregunta Sebastian exasperado—, me estas poniendo nervioso.

—Yo soy la que debería estar nerviosa —replico mirándolo—, no conozco a nadie de los que están aquí.

—Si te sirve de consuelo, yo tampoco conozco a nadie —dice Sebastian encogiéndose de hombros—. Estoy comenzando a pensar que fue una mala idea venir.

— ¿Y ahora es que te das cuenta? —pregunto incrédula.

—No lo pensé detenidamente hasta que nos sentamos —dice con calma.

—Increíble —murmuro negando con la cabeza—. ¿Quieres que nos vayamos?

Sebastian abre la boca para responderme, pero lo que sea que iba a decir queda completamente silenciado por la marcha nupcial que comienza a sonar proveniente de la pequeña orquesta que se encuentra al fondo de la iglesia junto al altar. Como dicta la costumbre, nos levantamos de nuestros asientos para recibir a la novia y unos segundos después aparece en las puertas de la iglesia una mujer castaña usando un vestido rosado mientras camina directo al altar siendo seguida por otras 3 mujeres pelirrojas que usan el mismo vestido que ella.

Juzgando por la expresión que tiene Sebastian en su rostro, me atrevo a decir que una de esas cuatro mujeres es la infame Patricia así que le doy un empujoncito a Sebastian para que salga del extraño trance en el que se sumergió y continúo viendo como entra el resto del cortejo nupcial. Siguiendo a las mujeres de rosado —que supongo son las damas de honor—, están los pajes luciendo increíblemente adorables y tras ellos entra finalmente la novia.

Esta se encuentra usando un vestido blanco corte sirena con mangas de encaje y cubierto de pedrería, su cabello pelirrojo se encuentra peinado en un moño bastante elaborado y un velo de gasa con encaje cubre su rostro.




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