— ¿Entonces van a mudarse juntos teniendo tan solo 6 meses saliendo? —pregunta una de las pelirrojas que se presentó como Stacy.
—Que te puedo decir —responde Sebastian sonriendo —, cuando lo sabes lo sabes.
— ¿Y no creen que es muy pronto? —Pregunta el novio de Stacy cuyo nombre no puedo recordar en estos momentos—. Además tienen que considerar el hecho de que trabajan juntos y tienen que verse todos los días.
—Realmente el que trabajemos juntos no me importa —dice Sebastian encogiéndose de hombros—, de hecho es algo muy bueno pues así puedo verla y hablar con ella siempre que la extrañe además de que podemos comer juntos todos los días. Quiero mudarme con ella porque quiero que ella sea lo último que vea al dormir y lo primero que vea al despertar.
—Cariño —exclamo toda sonrojada. Sebastian Ferrer es sin duda alguna un gran actor.
—Además me encantaría que tuviésemos más privacidad —añade Sebastian.
—También tenemos que darle algo de privacidad al futuro Malec —digo sonriendo—. Sé que la razón por la que Henry y Tomas no viven juntos es porque Henry no quiere dejarme sola.
Todos en la mesa me miran confundidos mientras que Sebastian me mira sonriendo.
— ¿Lograste convencerlos? —pregunta emocionado.
—Lo hice —respondo con suficiencia—. ¿Acaso dudabas de mis poderes de convencimiento?
—Para nada amor —responde Sebastian para luego besar mi mejilla—, esas son increíbles noticias, finalmente podre disfrazarme de Jace.
—Y dime Andie ¿Qué tal te llevas con Tomas? —Pregunta Patricia de pronto interrumpiendo nuestra conversación—, no sé por qué pero él y yo nunca pudimos llevarnos bien.
— ¿Con Tom? —pregunto confundida—. Él es realmente un amor de persona, es como un hermano para mí y realmente lo quiero mucho.
— ¿De verdad? —pregunta Patricia con escepticismo.
—De verdad —responde Sebastian por mí—. En ocasiones siento que lo quiere más a el que a mí.
—No creo que sea posible quererlo más que a ti cariño —respondo sorprendiéndome por lo bien que estoy actuando.
—Y me encanta que así sea amor —replica Sebastian.
Comenzamos a charlar con las personas de la mesa de manera muy animada, y luego de unos minutos nos encontramos riéndonos alegremente. Cuando llega el momento del banquete, los meseros se acercan a nosotros y nos entregan un trozo de cartulina blanca perlada con detalles en dorado y rosado donde se encuentran impresos los diversos tipos de alimentos que se encuentran disponibles y todos se ven tan bien que tardo un poco de tiempo en decidir que alimento voy a pedir.
Todas las demás mujeres en la mesa ordenan el plato con menos calorías del menú —que resulta ser salmón ahumado con vegetales al vapor—, por lo que cuando es nuestro turno de pedir Sebastian sonríe.
—Yo voy a querer el risotto de lomito y champiñones. Me imagino que tú vas a querer salmón ahumado —dice bromeando.
— ¿Te volviste loco? —digo ofendida—. Sabes que yo no soy así. Voy a querer el fetuccini 4 quesos, muchas gracias.
—Perfecto —dice el mesonero antes de retirarse.
— ¡Estás loca! —Exclama Stacy—. Esa pasta debe tener demasiadas calorías.
— ¿Y qué? —Pregunto encogiéndome de hombros—. Las mejores cosas de la vida o engordan o te hacen daño, y eso no va a detenerme de disfrutar lo que quiera mientras pueda.
—Yo estoy esclavizada en el gimnasio tratando de perder el peso que gane con el embarazo de Megan —dice Patricia—. Siento que no podre tener una relación con nadie hasta que adelgace un poco.
—Eso no es importante para mí —asegura Sebastian—, para mi Andie se ve hermosa no importa que.
—Que tierno —dice Stacy mirándonos mientras suspira.
—Incluso me parece perfecto que ella coma lo que quiera —dice Sebastian—. Siempre he preferido a las mujeres que realmente disfrutan de las cosas buenas de la vida y no viven comiendo ensalada mientras se preocupan obsesivamente por su peso.
Esa última declaración se sintió demasiado como una indirecta, y sé que no fui la única que lo sintió así pues la cara de Patricia se congeló por completo.
Cualquier replica que Patricia iba a dar es interrumpida por la llegada de los meseros con nuestra comida. Una vez que ponen la comida frente a mí junto a una copa de vino, tomo un bocado de mi pasta y de inmediato sonrío pues está realmente deliciosa. Sebastian me mira de manera un tanto extraña pero no le doy importancia y sigo disfrutando de mi pasta.
— ¿Esta buena la pasta? —me pregunta Sebastian.
—Sí, está realmente deliciosa —respondo—. ¿Por qué lo preguntas?
— ¿Me darías un poco? —pregunta mientras hace un puchero.
Si hay algo que detesto en este mundo —además de las ranas y la berenjena—, es que alguien me pida comida de mi plato, es algo que realmente me molesta pero como sé que en estos momentos no puedo darle la respuesta que realmente quiero dar pues tengo que fingir ser una novia amorosa, simplemente suspiro para luego poner mi mejor sonrisa y decir: