Mi soledad

3.El beso

La tia los ha hecho quedar en las otras habitaciones, están al frente de mi cuarto. Que lío. Si me escapo no viviré esta horrible vida. Pero yo no soy de las que se rinden fácilmente, así que estoy segura que sobreviviré ante esto.

- lo siento, Mía- escucho la voz de Alexa. Volteo para mirarla y decirle todo lo que siento.
- Tía... Usted no hizo nada¿por qué se disculpa? - le pregunto, respetuosamente. No sé porque no le digo lo que siento, quiero, pero no puedo. A pesar de que no me importa socializar, amo a las personas por lo que son y no me atrevería a hacerle daño verbalmente, ni de todas las formas posibles que haya.

- Mía yo me voy a...- no me digas que se va a ir a otro lugar- nuestra economía está baja y he decidido ir al Perú, para conseguir trabajo.

Mis ojos se abren como platos, no reconozco las palabras formuladas por la tía, eso quiere decir que me va a poner a cuidado de los que han venido.
- Esta bien, si eso es lo que usted quiere, Pero¿por qué no se queda a vivir allá?- le pregunto fríamente.
- Mía entiéndeme, te llevaría pero tu ya tienes una vida aquí y no quiero arruinarla, por mis decisiones.- me dice ella tratando de que la entienda.
- por eso mismo, le digo que se quede a vivir allá y yo me quedo aquí, con mi nueva familia- le digo, sin emplear ningún gesto que delate que estoy triste, tengo miedo de que le pase algo a la tía, es la única, bueno, familia que tengo. Mi madre me abandonó y mi padre murió, que desgraciada soy.
- perdóname- se arrodilla y se apoya en mis piernas, esta llorando, su rostro se arruga, como si pidiera que la saquen, de aquel cuerpo viejo, que poco a poco revela, sin duda alguna, una vida antigua, desplomándose en la tumba.
- solo le pido que no vuelva- le digo, evitando mirarla, pues voy a llorar y no me gusta que me vean llorar.

Su rostro palideció en cuestión de segundos. Nunca la vi tan débil y frágil. Ya no puedo controlar mis palabras, son hirientes, pero verdaderas, eso es lo que más me duele, saber que todo lo que digo aquí, es lo que siempre quise desembocar ante ella.

- cuídate- es lo último que digo, aquella mujer que una vez demostró fuerza, valentía y rectitud, ahora muestra todo lo contrario, una mirada trise, es como una muñeca a la que se le puede hacer lo que quiera en este mismo momento. En donde nadie se interpondrá y la verá desplomarse.

La tia Alexa se va sin decir nada, veo a otra mujer que va detrás de ella y la abraza, me mira con desprecio, se que solo es por este momento, pero quien sabe si es para la eternidad. Cierro la puerta inmediatamente. Antes de cerrarla, un chico parado en su puerta, me saluda. A su costado esta la niña, pero aún así cierro la puerta. Me tiró sobre mi cama, me refugio en las sabanas que resguardan mi cuerpo, del frío. Veo la hora de mi celular y son las 4:00 pm. Alerta, alerta, creo que ya no voy a ir. Pero si quiero ir, aunque sea para despejar mi mente.

Me alistó rápidamente, traigo un pantalón jeans negro, polo blanco, unas tabas y un abrigo marrón claro. Salgo de la habitación y me dirijo al cuarto de la tía. Al llegar veo a la tía echada, pensando no se que.

- tía- le digo, ella se levanta y me mira de arriba hacia abajo.
-¿Que pasa?¿ A dónde vas?- me pregunta, de la nada se escucha la puerta del baño abrirse. Allí está la señora.
- voy a salir con mis amigos al cine- le digo.
- como pides salir, cuando tú tía está triste.- interrumpe la señora. La miro con rencor.
- Tía, ya me voy, con su permiso- le digo a Alexa.
- no tu no te vas - me dice la señora- solo te aprovechas que tu tía está así. - me habla con enojo.

Me retiro del cuarto. Cuando iba a salir a la calle, el chico de hace rato esta a mi atrás.

- tu tía me dijo que te acompañe- me dice.
- si no quieres no lo hagas- cierro la puerta inmediatamente.

Estoy caminando por la vereda y una persona me agarra el brazo, le golpeó la cara, sin saber quién es. Volteo y ahi esta el chico. Agarrándose la cara.

- ¿que te pasa?- me dice con enojo.
- lo siento, pero pensé que era algún delincuente- le digo, sin preocuparme por lo que le hice- con su permiso.

Sigo caminando.

- ni siquiera me vas a preguntar si estoy bien- escucho su voz gritar.
- no me importas- sin voltear, le digo gritando y moviendo mi mano en un adiós.

Paró el primer taxi que veo, le digo a donde tiene que llevarme, el señor acepta y me subo. Por el retrovisor veo al chico cogiéndose la cara con su mano. Pasan los minutos y aún no llego. En mi celular aparece un mensaje.

Gianfranco: Mía te estamos esperando!!!
Mia: ya voy a llegar.
Gianfranco: rápido, la gente se aburre.
Mia: se me olvidó que habían más personas.
Mia: dame unos minutos, vayan comprando las entradas.
Gianfranco: ok

Había olvidado por completo que había más personas.

- Señor ya vamos a llegar- le pregunto.
- si, señorita, solo falta un poco, una cuadra más y llega a su destino.
- bien, gracias.- le digo prestando más atención a mi celular que al señor.




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