Daniel Gabao
Termino de preparar la mesa, estoy nervioso. Reviso por tercera vez que todo esté bien y vuelvo a ver mi celular; nada. Lo dejo en donde estaba y regreso a la cocina, el ruido de llamada me hace correr de nuevo hasta el, pero la ilusión se me va un poco al ver el nombre.
— ¿Qué pasa? — respondo la llamada.
— ¿Qué haces?
— Nada— intento relajar mi voz.
— ¿Nervioso por tu cita?
— No es una cita— eso creo— Solo la invite a cenar.
— Me suena a cita— se ríe— ¿Le pedirás que sean novios?
— ¿No te parece demasiado acelerado eso?
— No, la verdad que no. Se nota que se tienen ganas desde que se conocieron y me refiero en todos los sentidos.
— Tú no sabes eso.
— Daniel, yo tengo muchas fuentes de información.
— Pienso que si sería muy apresurado pedírselo hoy.
— Yo digo que no— estaba a punto de volver a responder, pero llamaron a la puerta, mierda.
— Ya llego, te dejo.
— Me cuentas todo— termina la llamada.
Voy hacia la puerta y la abro, la chica al verme me sonríe, me hago a un lado y ella entra haciendo que yo cierre la puerta detrás de mí.
— ¿Cómo estás?— le pregunto y me mira.
—Bien— sonríe nuevamente— ¿Y tú?
— Igual bien.
— Ven, siéntate— caminamos para el comedor y ella se sienta mientras yo voy por la comida, esto es más raro de lo normal.
— ¿Qué has hecho? — pregunta.
— Te he hecho espagueti— le doy el plato y ella sonríe, su comida favorita— ¿Quieres jugo, refresco o algo?
— Agua esta bien— le acerco un baso con agua y me siento al frente de ella.
— ¿Cómo estuvo tu día? — no hablamos en todo el día, nervios o tal vez los dos estábamos muy ocupados.
— Estuvo bien, nada fuera de lo normal— revuelve la comida— ¿Cómo estuvo el tuyo?
— Bien, ha estado bien.
— ¿Nada fuera de lo normal? — se acerca una porción a la boca, pero antes de comerla vuelve a hablar— ¿Has hablado con Amaia? — niego, una vez mas revuelve la comida y repite la misma acción— ¿Con Alan? — niego nuevamente— ¿Cómo esta Pau?
— Bien— sonrió y regreso la vista a su plato mientras ella bebe agua.
Se lo que hace, para despistar que no come hace muchas preguntas, mantiene una conversación activa, finge que la comida esta deliciosa y así nadie se fijaría que su plato sigue igual.
Dejo mis cubiertos y tomo los suyos poniéndole una porción de comida.
—Abre— digo acercando el cubierto a su boca y ella lo hace— Apuesto que es mejor probarlo que fingir.
—Tal vez.
— ¿Cómo vas con la escuela?
—Bien, bueno eso creo, la verdad no entiendo muchas de las cosas que enseñan y odio a mis compañeros.
—Normal no entender los temas.
— ¿A ti como te fue?
—Bien, nada fuera de lo normal.
—Qué bueno— ninguno de los dos vuelve a hablar así que se arma un silencio mas que incomodo es tranquilizador.
Cuando ella alza la mirada nota que yo ya la estaba viendo desde hace rato, me gusta mirarla a los ojos porque tal vez este loco, pero hay veces en las que veo cierto brillo en sus ojos y eso me encanta.
—¿Qué estamos haciendo?— rompe el silencio.
—No lo sé, pero me está gustando— sonríe.
Lo que resta de la cena hablamos sobre cualquier tipo de cosas, comprobé que no importa el tema de conversación mientras sea la persona indicada.
Al terminar de cenar la convencí de que se quedara a ver una película, acepto, pero solo si ella la escogía así que la deje.
Después de buscar por un tiempo encontró una película de misterio y suspenso, la cual mientras iba transcurriendo se fue poniendo mucho mejor, aunque algunas cosas eran demasiado predecibles y cuando intentaba hablar ella ponía su mano en mi boca evitando que dijera algún comentario.
—Ya es muy tarde— dice revisando la hora en mi teléfono— Tienes una notificación con una w.
—No es nada importante, te acompaño a tu casa— espero a que se pongo el suéter ya que afuera ya hace bastante frio y cuando termina salimos de la casa.
“Se tienen ganas en todos los sentidos desde que se conocieron” las palabras de Pau se repiten en mi cabeza, de cierta forma es verdad, pero sigo sintiendo que es demasiado apresurado. Además, no se si ella sienta o piense lo mismo que yo.
Mientras caminábamos en silencio sentí su mano junto a la mía y sin pensarlo la entrelacé y ella no se negó.
Ya que su “casa” no queda muy lejos de la mía llegamos en menos de cinco minutos, nos detenemos enfrente de la entrada y supongo que no hay nadie porque ella está demasiado tranquila.
—Llegamos— digo lo obvio y asiente— Supongo que nos vemos luego.
—Supongo que si—me da una ultima sonrisa y abre la puerta.
—Alexia—hago que se detenga— Te quiero preguntar algo.
— ¿Qué cosa? — espera.
—Tu— me ganan los nervios y ella solo me mira— ¿Quieres ser mi novia? — hablo demasiado rápido que dudo que me entienda, pero descarto la idea cuando la veo sonreír haciendo que yo también lo haga.
—Si.