Ah, estaba aburrida.
Sentada sobre la cornisa de un derruido edificio, observé el bar al otro lado de la calle con el mismo aburrimiento con el que un niño pequeño observa el cielo. Había estado allí por lo que me parecían horas. Y absurdamente, para mí, las horas ni siquiera significaban nada en particular. Había vivido lo suficiente como para que ese concepto significase lo mismo que un chasqueo de dedos.
Aun así, me había parecido una eternidad.
Los humanos en general me parecían bastante aburridos. Vivían, existían y morían. Claro, algunos siempre cometían alguna que otra fechoría en ese espacio de tiempo, pero generalmente, no había nada muy destacable en ellos más allá de su maldad desmedida con sus prójimos. Había vivido mucho, visto mucho, y no estaba particularmente sorprendida con los seres humanos.
Así que si, no estaba feliz con la misión que me había sido dada. Generalmente, evitaba pisar el plano de la humanidad, casi tanto como evitaba perder una de mis plumas. Había muchas razones para esa decisión, pero para resumirlo... era terriblemente aburrido estar allí.
Moviendo mis pies de ida y vuelta, observé los cordones desatados de mis tenis balancearse en el vacío debajo de mí. La brisa soplaba suave en ese instante, había escuchado que unos humanos murmuraban sobre que el invierno llegaría pronto. No parecían particularmente felices con eso, así que supuse que sería mejor el marcharme antes de que eso sucediera.
Si solo mi misión me lo facilitase.
El golpe repentino de la música en mis oídos me hizo bajar la mirada a la entrada del bar, percatándome de que la puerta estaba abierta ahora, dejando salir el bullicio de las personas en el interior y la irritante mezcolanza que todo junto producía. Una figura alta y desgarbada se apresuró fuera, encontrando un hueco en el follaje de los arbustos que decoraban los laterales del local para inclinarse y devolver el contenido de su estomago en sus raíces. Aun desde la distancia, no pude evitar hacer una mueca ante el sonido del liquido golpeando la tierra.
Nuevamente: los humanos no eran nada interesantes.
—¡Mierda, Cole! —otro surgió, apresurándose hacia el primero con un ceño fruncido decorando su rostro, que la media sonrisa burlona torciendo sus labios desmentía completamente—. ¡Te dije que no bebieras tanto!
No parecía realmente enojado, más bien, como si la situación de su amigo le causase gracia por la simpleza de la imagen. No lo entendía. Habían estado bebiendo por horas, todos ellos, y no había escuchado siquiera una vez, a ninguno de ellos pidiendo detenerse. Es más, la actitud comunal era la de beber hasta caer o desmayarse, lo que pasara primero. La mentira parecía ser un bien preciado para ellos.
—Iugh, que asco —se quejó el tercero en salir, observando a sus amigos—. Haz que deje de vomitar, Zeke, ningún taxi nos llevará si sigue imitando a la niñita de "El exorcista".
—Tu fuiste quién lo desafió a beberse un galón entero de cerveza en una sola vez, su situación es tu culpa, Will, deberías hacerte cargo tú.
—Ni siquiera logró beberlo todo. —masculló por lo bajo—. No es mi culpa.
—Nuestro taxi estará aquí en cinco minutos.
Mi postura se enderezó al sonido de aquella voz. Había estado escuchándola por un tiempo ya, el tono estaba grabado a fuego en mi mente y no había forma en mi vida en que pudiese equivocarme al identificarla. La luz interior se volcó por un instante sobre su figura, haciendo brillar su cabello rubio antes de que la puerta se cerrase detrás y solo la luz de la calle cayese para delinear su silueta.
No tenía ningún interés especifico en él, pero por alguna razón, me parecía curioso. Había sido enviada para vigilarlo, eso de por sí, era un poco llamativo. Tenía que haber algo en él que había logrado levantar el interés de mis superiores, aunque aun no podía identificar de que se trataba exactamente, estaba curiosa y dispuesta a encontrarlo.
—Te dije que podía llamar a alguien para recogernos. —Zeke se quejó antes de dar un salto atrás, intentando evitar que algo del vomito cayera sobre sus zapatos—. ¡Infiernos, Cole, ¿Cuánto es capaz de contener tu estomago? ¡Has volcado tu peso en vomito!
—Eso es tan asqueroso —Will se quejó en un murmullo antes de girarse para volver al bar—. Iré por una botella de agua, parece que la necesita... y yo necesito alejarme de él.
Los minutos pasaron mientras los observaba hablar entre ellos de temas irrelevantes. Cole logró reponerse en ese tiempo, bebiendo una gran cantidad de agua mientras los demás se quejaban del hedor que había dejado atrás y de como jamás podrían volver a pisar ese bar mientras estuviesen con vida. Con seguridad, serían repudiados y prohibidos luego de que el dueño viese las grabaciones de las cámaras de seguridad de la entrada. No parecían particularmente preocupados por eso, pero si tenían un montón de tiempo para quejarse.
Cuando un auto blanco, con una luz parpadeante en la parte superior, se detuvo frente a ellos, hicieron un esfuerzo extra para subir a su amigo convaleciente al asiento trasero para poder marcharse. Dado que no había logrado obtener mucho más que un escenario demasiado detallado de lo que el alcohol hace en el cuerpo humano, me puse de pie en el filo de la cornisa, preparada para regresar a casa y cambiar de turno con el siguiente en la lista.
Pero entonces, como una avispa molesta picando detrás de mi nuca, la sensación de una mirada sobre mí logró que volviese a dejar caer mi atención sobre el grupo. Tres de ellos ya estaban en el interior del vehículo, solo el objetivo de mi observación se mantenía de pie en el cordón, con su mano aun sosteniendo la puerta del vehículo abierta mientras inclinaba su cabeza al cielo, observando justo en mi dirección.
Como si se tratase de una estatua, detuve todos mis movimientos y solo lo observé de vuelta, aun cuando a la distancia no podía ver el reflejo de sus ojos azules mirándome, sabía que estaba viéndome directamente.
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Editado: 30.12.2023