Cerca de las doce de la noche sentí vibrar mi celular, extraño ya que nadie me enviaba mensajes tan tarde. Entonces, recordé a Theo y tomé el celular rápidamente asustada.
Un alivio inundó mi cuerpo al ver que se trataba de Blake, aunque no dejaba de ser extraño así que abrí el mensaje.
Blake: “Lo siento Jules, tuve una llamada de emergencia y debo ir a New York. Me quedaré una semana así que discúlpame con tu madre por no poder ir al almuerzo, buenas noches”
Al parecer la vida de Blake se había vuelto bastante “movida”. Por lo poco que pudo explicarme era mucho trabajo hacerse cargo de la empresa de su abuelo.
Cuando entramos a la universidad Blake decidió estudiar negocios y con la llegada de su abuelo se especializó en negocios internacionales ya que la empresa tiene alcance internacional. Blake siempre fue, y es, un chico muy inteligente así que ha podido sobrellevar todo esto, incluso ha podido incrementar el negocio de su abuelo en el año que lleva a cargo. Es por esto que no debería sorprenderme si tiene que viajar de repente.
Podría decir que tuve un día muy productivo, pero solo terminé más estresada que antes. Pensé que tener una organizadora planeando tu boda hacía que la vida fuese mucho más sencilla, sin embargo, estaba totalmente equivocada.
Después del almuerzo que tuve con James fuimos a la oficina de la organizadora, al llegar me encontré a una mujer de unos cuarenta y cinco años, totalmente en forma, de cabello rojo y liso que llegaba hasta la altura de sus hombros. Esta mujer era impresionante, con unos ojos verdes que hipnotizaban a cualquiera, unos labios bien formados y carnosos, mentón perfectamente marcado y una piel blanca limpia de cualquier imperfección. Perfectamente podía pasar por una chica de treinta años o menos, con esa figura cualquiera quedaba desmotivada y no me molesta admitir que junto a ella me sentía la chica más fea del planeta.
Para mi sorpresa era bastantes amable, lo cual ayudaba a no odiarla por ser tan hermosa, no obstante, su lado controlador y organizado no podía ser escondido bajo esa amabilidad. Apenas nos sentamos frente a ella comenzó a realizar miles de preguntas que éramos incapaces de responder, sentía que mi cerebro era una máquina que comenzaba a atrofiarse poco a poco.
¿Tienen la fecha? ¿Qué lugar les gustaría? ¿Cuántos invitados? ¿Qué tipo de comida? ¿Música? ¿Banda en vivo? ¿Cuántos pisos debe tener el pastel? ¿Cuántas damas de honor? Y un montón de cosas que para ser sincera ya no recuerdo. Con James no habíamos decidido nada de eso, por lo cual, Jessica, la organizadora, nos dijo que podíamos agendar otra reunión para que tuviéramos un poco más de tiempo y así podríamos pensar en todo lo que queríamos.
Lo único que logramos establecer fue la fecha. Jessica decía que la mejor fecha para una boda era en verano o primavera, sin embargo, estábamos a comienzo de abril y faltaba solo dos meses para que comenzara el verano. No quería estar estresada y Jessica aseguraba que dos meses era muy poco tiempo considerando que en las mejores tiendas de vestido de novia pedían ir con al menos seis meses de anticipación. Es decir, estábamos muy retrasados, por lo cual, llegamos a la conclusión de que no nos interesaba hacer la boda en una fecha tan común para las bodas.
El 13 de diciembre era un día bastante significativo para nosotros ya que fue el día en que James me pidió ser su novia hace un poco más de tres años. Así que esa fue la fecha que escogimos a pesar de las advertencias del frío que aseguraba Jessica para esa época. Pero si lo pensamos bien ¿no sería lindo casarse con una hermosa vista completamente blanca debido a la nieve? Para mí sonaba perfecto.
El lunes resultó ser uno de los peores días, aunque estoy segura de que al menos el noventa por ciento de la población mundial odia el lunes ¿quién en su sano juicio no lo haría?
No odio el lunes porque debo trabajar, de hecho no hay nada más que me guste tanto como mi trabajo, pero resultó ser que tenía muchas citas programadas. Por alguna extraña razón todos los niños de esta ciudad parecían estar enfermos.
Lo que empeoró con creces este día fue una visita inesperada. Supongo que el mundo es demasiado pequeño como para no toparte con esas personas a las que no deseas volver a ver, sin embargo, el destino también es un maldito que siempre se encarga de hacer de las suyas. Le pedí a mi secretaria que hiciera pasar al paciente que continuaba.
Estaba anotando algo en mi agenda, seguía pensando en todas las preguntas que había hecho Jessica así que cada vez que tenía una respuesta, de lo que me gustaría tener el día de boda, anotaba la idea en mi agenda.
Cuando levanté la cabeza para recibir al paciente, me sorprendí al ver a Kyle con un niño de tres años aproximadamente en sus brazos. Me quedé en shock y el lápiz que estaba en mi mano se cayó. Susan, mi secretaria, me dio una mirada confusa.