Mi víctima

Capitulo 3

Clara abrazaba fuerte a Lorena, se aferraba a su pecho mientras las lágrimas brotaban de sus ojos.

Temblaba, le era difícil tratar de pararse, y le dolía la cara. Estaba acostumbrada al maltrato de Josh, pero que la golpeara frente a sus compañeros, frente a cientos de desconocidos...la hizo sentirse débil y humillada. Y todo por nada.

Josh le había dicho que la culpaban de la desaparición de trescientos dólares de la caja, ya que ella había sido la última en contar el dinero de esta. No obstante Clara negó rotundamente tener algo que ver con ese dinero, sabiendo de sobra las consecuencias si su novio no llegaba a creerle.

Y había pagado el mayor precio.

Miró con los ojos llorosos al hombre que le había quitado a Josh de encima. No se concentró en su apariencia o su respiración agitada, solo miró la mano que sostenía fuerte el cuello de su pareja. Si él no se detenía Josh iba a...

—Va a matarme después de esto —susurró.

Lorena la miró enfadada, confusa, triste, apenada, lastimosa. Llena de una extraña mezcla de emociones.

—No va a hacerte nada porque no volverá a tocarte —la tranquilizó y le acarició el cabello. Y Clara sintió el cariño que emanaba la mano de su amiga.

—Le debes una disculpa a esa mujer —dijo el hombre.

Josh negó con la cabeza y trató de zafarse. Clara se vio incapaz de dejar de verlo.

—¡Esa perra se merece todo lo que hice!

Clara no podía dejar de llorar, y tampoco quería hacerlo. Miró desafiante y lacrimosa al hombre que la había golpeado tragó saliva, aunque estuviera lejos de ella y lleno de obstáculos aún le causaba escalofríos el verlo.

Pero dejó de temblar.

Iba a ser fuerte. No iba a dejarse amedrentar esta vez.

Vio la furia en los ojos verdes de Josh, y sintió su cuerpo gelatinoso y resbaladizo. Sin embargo se levantó con ayuda de Lorena y se acercó solo un paso a Josh. Era seguro. Lo odiaba. Y Clara jamás había odiado a alguien.

—Discúlpate con ella —dijo el chico, y apretó su agarre.

Josh tosió y finalmente asintió. El chico lo soltó. Clara nuevamente sintió que podía desvanecerse en cualquier momento.

—Lo siento —dijo con vos rasposa.

Clara negó con la cabeza.

Ya no era capaz de perdonarlo.

—Lárgate —dijo firme, aunque por dentro temblaba.

Josh la miró furioso pero se largó a los pocos segundos. Y por fin Clara se sintió libre; rompió a llorar de inmediato, arrimada al pecho de su amiga, rodeando la cintura de esta con sus brazos moretoneados. Solo quería desaparecer, dejar de ser el centro de casi todas las miradas del lugar. Quería que la tierra la tragara.

Lorena la consoló, le susurró al oído que era fuerte y que podría seguir adelante sin Josh. Era cierto, podría, ganaba bien y ahora tenía una boca menos que alimentar. Pero a pesar de todo eso, a pesar de los maltratos y el egoísmo, Josh la defendía y cuidaba a su manera. No dejaba que nadie —salvo él— le hiciera daño, la acompañaba a todos lados, y cuando Clara hacía lo que él quería recibía una buena recompensa.

Había vivido cómo esclava, pero estaba tan acostumbrada a esa vida que no sabía qué hacer ahora.

—Clara... —Carly se le acercó y le tocó el hombro en un gesto de empatía— no estás sola ¿Vale? Nos tienes a nosotros.

Clara le tomó la mano y le sonrió, con los ojos cristalizados y el maquillaje corrido, con el corazón roto y la nariz sangrando. El vestido de Lorena tenía algunas manchas escarlata en la zona del pecho.

A Clara comenzó a dolerle la cara, se miró a un espejo que adornaba la barra y se atemorizó: estaba llena de sangre y hematomas, sus ojos grises estaban apagados, estaba pálida y ojerosa, con el maquillaje corrido. Le dolía verse así.

—Tienes que ir al hospital —Lorena le acarició la cabeza y la miró con ternura, le sacaba no menos de una cabeza a Clara.

—La llevaré —el chico que la salvó de Josh hizo el intento de acercarse a ella, pero Lorena no sé lo permitió.

—La llevaré yo. ¡Y esto no es un maldito show! ¡Larguense!

Todos volvieron a lo suyo. Todos menos Lorena y Clara, quienes se fueron inmediatamente al hospital.

***


—[...]y entonces decidí correr hacia algún lugar donde hubiera personas. Creí...creí que si había gente al menos no iba a golpearme pero... —sollozó— pero no...él...aún así me...

—Clara, no tienes que hacer esto —Lorena dejó su mano en la rodilla de su amiga.

—No, tengo que. Necesito descargarme —respondió Clara mientras le colocaban una intravenosa—. Bien...él...no es la primera vez que me golpea. Hace unas noches...yo...llegué tarde a casa por pasar a comprar cigarrillos. Y cuando llegué... —se secó una lágrima— él me esperaba con un cinturón de cuero en las manos.

—Clara no...




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