—Lo lamento pero no es lo que busco.
—¡Clara!
—No me gusta ¿Cuál es el problema?
Lucy se cruzó de brazos y la fulminó con la mirada. Clara se encogió de hombros.
—No puede ser que ni un solo departamento te guste ¿Exactamente cuál es tu plan?
—Oh...creo que mantenerme a salvó de Josh ¿No? —Clara se acercó al balcón protegido con una puerta corrediza de cristal— Él podría entrar por aquí sin problemas. O puede forzar la cerradura. O...
—Ya entendí, ya entendí —Lucy se acomodó el cabello y se alisó la falda verde militar—. Solo quedan dos departamentos, y son similares a este. Pero hay uno que no tiene balcón, si tanto te preocupa eso.
—Bien, quiero ver ese.
Roy y Lucy la acompañaron hasta ese departamento, siendo guiados por Ada, la amiga de Lorena. Clara aún se sentía insegura respecto a Josh; sentía que él incluso podría atravesar los muros si eso significaba dar con ella. Quería algún departamento rodeado de vecinos, y sentirse segura.
Entraron al departamento de planta baja, era bonito: pintado con colores neutros y opacos, amueblado y sin balcón, solo con una pequeña ventana en la cocina que daba a la calle. Clara no se sintió totalmente segura pero le gustó el lugar. Estaba satisfecha.
—Este está bien para mí —dijo.
—Vivirás a dos calles de mi casa —Roy habló—. Si algo ocurre puedes correr hasta allí —le guiñó un ojo y se acomodó el cabello rubio.
Los tres rieron. Luego Clara pagó por adelantado el primer y el segundo mes de renta, y abrazó a sus amigos en un gesto de alivio. A pesar de que sería caro vivir allí al menos no estaba sola y expuesta; buscaría otro trabajo, viviría cerca de la mayoría de sus amigos, estaría bien. Y Josh no entraría sin que ella lo supiera —se obligó a creer aquello—.
Los tres se fueron a un restaurante a celebrarlo. Rieron, contaron chistes, recordaron momentos divertidos, y Lucy llegó a comentar el atractivo de Vincent. Clara no lo negó, era muy atractivo y tenía un aire seductor, sin embargo también cargaba con algo oscuro, algo que a ella le causaba escalofríos. Pero no pensaba admitirlo.
—Ha sido tu héroe —comentó Lucy—. Ahora van a casarse y tener muchos hijitos.
—Olvídalo. Acabo de salir de una relación tóxica, y lo último que quiero es estar en otra relación. Al menos ahora —respondió Clara.
—Pero admite que te acostarías con él.
—¡Roy!
—Admítelo.
—No.
—Hazlo —ambos amigos insistieron. Clara negó rotundamente.
—No quiero tocar ese tema ¿Vale? Mejor hablemos de las mujeres a las que ha amado Roy.
Y los tres rieron nuevamente.
Clara dejó de pensar, solo se concentró en la larga lista de ex-amores de su amigo, quien sonreía al mencionar cada nombre femenino. Por primera vez era capaz de relajarse totalmente, de bajar la guardia y ser feliz, sin estar pendiente de si hacía las cosas como a tal persona le gustaba u otras cuestiones. La opresión en su pecho se disipó, la enorme mochila que sentía que cargaba se esfumó; se sintió liviana, ligera.
Pensó en Vincent, en el atractivo desconocido que la había salvado ¿Qué estaría haciendo? Tal vez estaría con su pareja, alguna hermosa mujer de cuerpo y rostro perfectos, compartiendo algún hermoso momento de pareja. Tal vez ni siquiera pensaba en ella. Tal vez. Tal vez.
O tal vez era ella la que no debía pensar en él.
Pero no podía evitarlo, él tenía algo que le gustaba y no sabía qué era. Hacía dos días que lo conocía —ni siquiera lo conocía del todo, apenas sabía su nombre— y ya se mantenía constante en su cabeza. Clara trató de descargar todos los pensamientos sobre él de su cabeza, pero no pudo. Era fuerte, muy fuerte, la forma en la que estaba estancado en ella.
Sentía que se estaba obsesionando.
No supo exactamente cuándo, pero en un segundo pasó de estar con sus amigos a estar caminando bajo el sol mirando vidrieras, buscando algún cartel de que necesitaban empleados. Miraba donde podía, entraba en lo lugares que podía, pero al parecer nadie necesitaba gente. Clara se sintió frustrada, si no conseguía otro trabajo no podría pagar la renta.
Primero entró en una tienda de artículos de limpieza pero la rechazaron, también entró en un almacén de dulces e igualmente no la aceptaron, lo mismo en otras nueve tiendas. Llegó a pensar en darse por vencida y quedarse con su empleo actual únicamente, pero eso significaba volver a casa y correr el riesgo de que Josh diera con ella. Y no permitiría eso.
Vio una tienda de objetos de asesinos y víctimas de la historia y no dudó en entrar, algo en esos objetos la atraía demasiado. La decoración era bonita: todo decorado con colores oscuros y adornos tétricos, como una guarida de vampiros tal vez. Ese pensamiento hizo que sus ganas de trabajar en ese lugar crecieran.