Mi Vida (saga 1 Demonios)

Capítulo XII: El encuentro

 

Selene

- Aquí tiene señorita – le sonrío a la mujer una vez coloca una taza de zumo de manzana caliente en la mesa junto al carrot cake que había en la solicitud de pedir.

Cualquier viaje se ha cancelado notablemente, no hasta que la tormenta disminuya, lo cuál accederán a la rutina de vuelos dentro de dos días máximo. Estar en este pueblo dos días más ¿Cómo lo ha tomado mi padre? Bueno, quiero admitir que hasta pude escuchar sus gritos hasta en mi habitación de la posada, pero eso ya era exagerar demasiado. Aparte, no habría manera cuerda de hacerme regresar, al menos que a Jodiel le salieran dos alas.

Lo cuál no me sorprendería conociendo la clase de ser que que era. Y eso dejaba a tal razón que estaría alli lo antes posible para resguardarme, lo que terminaba resultando irónico, con tal clima, solo había permanecido en mi habitación salvo cuando el hambre hizo mella. No me he atrevido aventurarme demasiado debido al frío... era casi nulo hasta que la tormenta disminuyera. 

Además, la dificultosa señal ha limitado mis comunicaciones. No me quejo ¿Qué otra cosa podía hacer salvó rebanarme el cerebro sobre todo lo que he descubierto estos días?

Reencarnación.

Hermano.

Cierro los ojos y suelto un suspiro.

Quisiera poder proyectar lo que siento a un solo punto, pero son tantas causas y tantos sentimientos que no sé cómo tomarlo.

¿Por qué mi padre no mencionaria que la razón de ir a Rumania era para saberme en la seguridad del hermano de Amelie? El único y verdadero hermano hasta los momentos.

¿Sería cierto y Jodiel no me estaba mintiendo?

Y como si no fuese necesario agregarle más cerezas al pastel, tenía que reconocer era la reencarnación de Tsuru. Intentaba sentir más ira que pánico y desazón. Pero una parte de mí, esa que se buscaba las miles de razones detrás de aquellos sueños, me insistía que yo era ella. No quise verlo porque era mejor ser ciega, terca y negarte a lo obvio, pensaba que si lo hacía de esa forma, terminaba por convencerme de que no era una loca o tendría salida de dicha situación.

Pero no, yo era Tusuru, yo fuí Ambrose y Alexia. Ahora era Selene, con el rostro idéntico de su tía y siendo buscada por gente desconocida. Esto era lo que hacía las cosas más difíciles y lo ha sido realmente aún más el estar sola y no poder compartirlo, he vivido la mayoría de mi vida en la compañía de alguien que ahora esta ausencia, resume lo anclada que me he puesto para los humanos.

El tener que huir de vez en cuando parece agotador, muy agotador para ser exactos y no sé si exactamente deseo hacer aquello. Tampoco está en mi deseo el pedir ayuda, incluso se tratase de un vampiro, por muy fuerte que parezca, no creo sea lo suficiente para todos aquellos que querrán cazarme.

Tampoco deseaba peligrar la vida de personas por muy desconocidas fueran para mí.

El barullo a mi alrededor hace que regrese al presente y dejé de perderme en mis pensamientos. Me había hospedado en una pequeña posada bellísima, los amaneceres tanto los atardecer habian sido los más hermosos paisajes para retratar incluso en el invierno. Creo, que si fuera lo suficientemente con un don capaz de plasmarlo, no lo dudaría. La señora que me atiende es muy amable y me calma en la virtud de argumentar que la tormenta cesará cuando vislumbró un un dejé de preocupación en mi. Preocupaciones que hasta ahora no han circulado debido al clima. 

En cuanto a las pesadillas, no he vuelto a saber de ellas, no he podido volver a dormir para detallar a Vasile o Alexia, a veces intuyo que quizás el demonio haya hecho algo… pero cada vez que trato de buscar la fotografía de Vasile, recaigo que extrañamente lo he debido de añorar. Desde los quince años me había anclado a detallarlo casi todas las noches y ahora que no ocurre se vuelve mucho más desolador.

E incluso aterrador de admitir que necesito de alguien que dejó de vivir hace siglos.

La noche ha caído y entre tantos pensamientos, el zumo se ha enfriado, la camarera amablemente me lo ha vuelto a calentar pero mi apetito parece nulo en ese día porque el carrot a medio comer aun para ser exquisito no llama mi atención. El pequeño café al que he venido está a la vuelta de mi posada, cuando debo comer algo más decente o no tener que molestar a la casera para que me lo traiga.

Cierro los ojos por unos instantes tratando de no ser grosera con algo tan delicioso que me han traído y me hago el apremio de terminarlo, pero alguien de repente comienza a tocar una balada de piano que ni cuenta alguna me había dado que se encontraba un piano en dicho lugar desde el momento en el que entré. Es una melodía tan lúgubre y a la vez hermosa, demuestra amor, dolor, alegría, sufrimiento. Pues la forma en como toca parece ser demasiado desolador.

Me concentro un poco en la persona, pero a todos parece llamarle un poco la atención que se concentran en tomar asiento para escucharlo. Sobre lo poco que sé de sinfonías, reconozco que está tocando la obra del "Silencio de Bethoven".

Pero la razón de lo que toca, no sé porque de repente es como si llegará a tocar mi pecho que comienzo a sentir cierto dolor, cierta tristeza por la manera en como toca. De repente es como si llegará a contarme algo, es como si un millón de historias, un millón de recuerdos se mezclaran con dicha melodía y a raíz de eso una lágrima extraña e intrusa se me desliza cayendo sobre la mesa.

Sorprendida trato de tocarla y a raíz de eso busco detallarlo. Pero su rostro no congenia con lo que tocan sus manos, sus manos plasman dolor, plasman tristeza… y su rostro plasma hermosura, plasma divinidad.

Su cabello es rubio, ciertamente en pequeñas ondas que caen cinceladas, su rostro ovalado perfectamente definido, aquello que no necesita explicación porque todo, parece que todo es perfecto ante los ojos humanos. Sus ojos cerrados parecen ponerle empeño a todo lo que dicta con el corazón porque ciertamente es como si una parte de mi a su vez, o raíz, sintiera lo mismo, cavándolo en un abismo que no me hace sentir tan sola.



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En el texto hay: asesinatos, vampiros, amor

Editado: 21.11.2022

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