Diana tenía razón, a la mañana siguiente Dante se despertó como si nada hubiera ocurrido la noche anterior, olvidando que había sido un bulto alcoholizado mientras preparaba el desayuno.
— ¿Qué quieres desayunar hoy? — Le preguntó el humano al demonio mientras se colocaba su delantal para cocinar.
— ¡Panqueques! — Keid no dudó en su respuesta.
La comida humana era simplemente maravillosa, más aún la dulce, y ayudaba que su invocador fuera un excelente cocinero. Lo había escogido bien.
— Panqueques entonces. Por cierto, gracias por cuidar de mí anoche— El chico agradeció, dado que se había despertado cubierto por una cálida manta.
— No hay de qué, si te pasara algo sería inconveniente. Eres mi guía después de todo— Él le quitó importancia.
— Gracias de todas formas.
Keid no era para nada como se lo había imaginado en un principio, a pesar de robarle su habitación y ser literalmente un demonio, era un buen “rooming”, respetuoso, limpio, ordenado y que aportaba de forma monetariamente en la casa, aunque el humano se ahorró la pregunta de dónde provenía aquel dinero, solo para conservar su salud mental.
Quizás por eso había adquirido la mala costumbre de consentirlo, de cierta forma se sentía bien estar acompañado después de haber estado viviendo solo desde que tenía dieciocho, además siempre había sido hijo único, no tenía hermanos ni hermanas con quienes compartir y pasar el rato, Keid se parecía mucho a tener uno, de forma retorcida, pero uno después de todo.
El chico de cabellos negros se sentó a esperar el desayuno, mientras revisaba las noticias actuales de Terra a través de su celular recientemente adquirido, para seguir aprendiendo, Dante había sido de gran ayuda esos días, contándole algunos hechos actuales y comportamientos que debía seguir, pero Keid era meticuloso y les gustaba investigar por su cuenta. Y la mejor fuente de información que habían creado los humanos, era el internet, lástima que lo usaban muchas veces de forma errónea, pero no se quejaba cuando llegaba a un post lleno de fotos de gatos. Le preguntaría a Dante si podían conseguir uno, esas bolas de pelos se veían bastante interesantes y tiernas, además de traicioneras y orgullosas, eso llamó su atención.
— Listo— El pelirrojo anunció, sirviendo el desayuno una vez terminado, y sentándose del otro lado de la mesa— Provecho.
El chico olisqueó la comida, su aroma era delicioso, aún más combinado con el sabor matutino del café recién preparado, otra maravilla que tenían los humanos para ofrecer, y de la cual se estaba volviendo adicto.
— Provecho— Pronunció antes de atacar la comida.
Terminó comiendo una porción anormal de panqueques para su ligero cuerpo.
— Bien, ten cuidado, algunas personas se colocan nerviosas si las miras directamente a los ojos— Dante aconsejó mientras se dirigían a buscar a los dos hermanos, Markus y Diana, para ir a ensayar.
— ¿Por qué? De donde provengo mirar a los ojos es señal de respeto— El demonio comentó— ¿Aquí no?
— Bueno, aquí sí y no, es algo que haces con las personas de confianza o cuando quieres decir una verdad. Es complicado, muchos te dicen que lo hagas, que te da un aire más confiado, pero en la práctica, incómodas a otros si lo haces muy seguido.
— Oh ya veo… ustedes los humanos son complicados.
— Parte de ser humanos— El chico se encogió de hombros— Ya no somos tan inferiores ¿He?
— Son inferiormente complicados— Keid corrigió— Pero me agradan.
— Gracias ¿Supongo? — El chico estacionó la camioneta y tocó la bocina para que sus amigos supieran de su presencia.
— Dante ¿Podemos tener un gato como los de internet? — El demonio preguntó de la nada.
— Un ¿Qué?
— ¡¿Tendrán un gato?! — La conversación se vio interrumpida por Diana, emocionada, quien estaba sola, abriendo la puerta de la camioneta para subir las guitarras— ¿Puedo ir a verlo?
Dante bajó enseguida a ayudarla.
— Aún lo estamos pensando— El pelirrojo rio nervioso.
— Los gatos son la cosa más adorable que puede existir, deberían tener uno— Ella apoyó la idea.
— Lo sé y son tan felpudos, gruñones, y ambivalentes, quiero uno— Keid dijo asomándose por el asiento del copiloto.
— Luego lo discutimos, por cierto, Diana ¿Dónde está Markus?
— Él… tenía algo que hacer, dijo que llegará directo al ensayo, y que disculpen las molestias.
— ¿Qué hay de la primera regla? — El chico de cabellos oscuros insinuó.
— Si eres el que las creas, puedes saltarlas— Dante le quitó importancia y terminaron de subir los instrumentos a la camioneta.
— No suena justo— Keid se quejó.
Tuvieron algunos pequeños inconvenientes para llegar al lugar de ensayo, dado que Dante se encontraba un poco perdido con las direcciones.
— “Google Map” dice que dobles a la derecha— Diana informó— Avanzamos dos calles y llegamos.
— Entendido— Dante asintió haciéndole caso a las indicaciones.
— Creí que era un lugar conocido donde ensayaban— Keid comentó.
— Antes era así, ensayábamos en la casa de Dante como una banda amateur normal, pero la disquera que nos contactó nos ofreció un nuevo lugar para ensayar y grabar nuestras canciones. Hay que aprovechar los beneficios— Diana respondió amable.
— Suena bien— El demonio aprobó.
No tardaron en llegar a las instalaciones de la disquera, el lugar era grande y agradable, rodeado de jardines y naturaleza. Un guardia los recibió en la entrada, confirmó sus identidades y les dio un pase, para luego dejarlos entrar.
— Esto es asombroso— Diana comentó maravillada mientras asomaba su cabeza por la ventana.
Estacionaron en su lugar designado, frente a la que sería su sala de ensayos personalizada, el estudio número catorce, para ser específicos.
Bajaron los instrumentos, e ingresaron, ya había equipo preparado para ellos dentro, pero prefirieron usar el suyo propio. Un chico de cabellos blancos, algo tímido no tardó en llegar para guiarlos.