Sonreí absolutamente feliz y dejé que él me besara los labios, duró poco y al distanciarnos reconocimos el sonido de los aplausos que llenaba el lugar.
—No tengo palabras para expresarte lo hermosa que estás, Mia.
—Gracias —sonreí y detallé la corona que tenía puesta.
—Bajemos —se me adelantó en decir, logrando que tragara las palabras que estaban a punto de abandonar mi boca. Preferí asentir y dejarme guiar por él.
La sala estaba siendo desalojada, la familia de Hareth nos esperaba para acompañarnos a la salida. Busqué a Abby al no distinguirla entre ellos, mis ojos exploraron cada rincón pero no la encontré.
Me distancié de Hareth para que su familia lo felicitara, lo abrazaron y le dijeron palabras reconfortantes. Fue un momento que transcurrió bastante rápido, solo que cuando acabaron esos saludos, nosotros éramos los únicos en la estancia.
Hareth se apartó de Hannah y buscó mi mano. Reprimí la sonrisa que quiso lucirse en mi rostro al detectar una mueca queriendo asomarse en la cara de su querida hermanita.
Tomados de las manos, nos dirigimos a la salida y encontramos la escalera de esa planta, ubicada en una esquina y a pocos metros, que bajaba directamente al espacio donde nos esperaban. Descendimos las escaleras, y cuando las personas detallaron a la familia real, inmediatamente se pusieron de pie y comenzaron a aplaudir otra vez.
Apenas tocamos el último escalón, ya teníamos delante a dos reporteros haciendo preguntas. Hareth le respondió amablemente una y después los evitó diciendo un “más tarde, por favor”.
De todas maneras, eso no le quitó de encima a los cientos de personas que esperaban su turno para darle las enhorabuenas. Yo tuve que sostenerme de su brazo para caminar decentemente y prevenir accidentes. Estuvimos así durante unos cuentos minutos, recibiendo saludos y felicitaciones, por la coronación y también por el honor de que él ya haya encontrado a su compañera.
—Lo que más me gusta de cualquier celebración… son las comidas. Tantas cosas ricas, esto definitivamente es lo mejor de la noche —me dijo Abby cuando al fin nos volvimos a encontrar. Me reí y me permití degustar un bocadillo que ella me pasó.
La familia de Edward compartió un par de palabras con Hareth, mientras tanto, Abby y yo no desperdiciamos el tiempo para intercambiar unas cuantas opiniones acerca de ciertas personas.
—Mira a Alexia y Anthony, ¿están juntos? —me preguntó ella.
—Con un intercambio de mensajes lo sabremos.
—¿El hermano de ella quiere pretender a Hannah? Digo, porque míralos, desde que ella apareció, él no se despega de su lado.
Observé hacia la dirección que ella me mostraba, Jeremy se encontraba muy sonriente y con un aire seductor hablándole. Ambos se encontraban solos, de pie, charlando cómodamente.
—Quizás solo son mejores amigos. Siempre están juntos y este hecho no puede significar directamente que quieran algo más.
—Ella es evidente que no —se rio levemente mi amiga, lo hizo discretamente para que no se evidenciara nuestro momento de estar opinando sobre la vida de otros—. Pero eso no le quita a él esa expresión de querer algo más, solo digo —mencionó cuando la miré con el entrecejo fruncido.
—¿Viste a los Collins? —susurré.
—Los estoy viendo ahora —me dijo observando en una dirección, no quise mirar porque ellos me causaban cierto nerviosismo.
—Me refería a ¿qué piensas sobre ellos?
—Pues…
Abby me miró, estaba a punto de compartirme su opinión. Pero se vio interrumpida cuando Hareth llamó nuestra atención, prefirió callarse y yo a seguir a mi novio para seguir saludando a los invitados.
Compartimos un corto momento con dos familias más, después nos tocó a la familia Collins. ¡Y por Dios, mi corazón!
«No sientas», me dije para mantenerme tranquila. No quería alterarme pero la pareja desconocida que se encontraba junto a los hermanos Collins no me estaban permitiendo serenarme. La impresión se vio reflejada en mi cara.
Ella no se vio tan impactada como yo.
Él también estaba conservando una envidiosa calma, una que yo intentaba mantener desesperadamente.
Compartieron un saludo con Hareth, y apenas cuando él me presentó, yo pudo salir de mi asombro y correspondí sus palabras.
—Buenas noches, soy Rouse Dufour.
—Miranda y Sheldon Collins —realizó la presentación él. No pude apartar la mirada de su rostro cuando su mano hizo contacto con la mía, estaba sumamente sorprendida por lo joven que se veía, aparentaba unos treinta años y la incipiente barba que le decoraba la mandíbula le daba ese aire de madurez a su apariencia.
Su cabello era de un rubio oscuro y la tez de su piel tenía la palidez que representaba a los vampiros. Su rostro de rasgos duros y mirada sombría era difícil de ignorar, era un hombre guapo que destilaba seriedad. Pero también noté en sus ojos ese chispeo de curiosidad.
—Es todo un gusto conocerte Rouse Dufour —me dijo Sheldon, el tono de su voz era grave y un poco rasposa, muy masculino. Temblé ligeramente por este intercambio de palabras, si sus hijos me parecían serios e intimidantes, este lo era aún más. Lo único que me calmaba, es que no se veía como una mala persona.
Él sabía quién era yo y no revelar mi identidad ya estaba diciendo mucho de su persona.
Retiré mi mano de la suya apenas recibí ese ligero apretón como saludo. Entonces, Miranda estuvo en mi campo de visión. Ella esbozó una sonrisa amable y me impresionó saludándome con un beso en la mejilla.
—Eres tan linda, estoy muy contenta de al fin conocerte.
—Igualmente, Miranda —sonreí. Verla a ella era como verme a mí dentro de unos pocos años. Sus ojos de un azul grisáceo expresaban una reconfortante sensación. Contemplarla me estaba resultando bastante extraño porque, como dije, era tan igual a mí. El color de su cabello, sus ojos, sus rasgos. La única diferencia es que ella era increíblemente hermosa, tenía ese tipo de belleza exterior que no podía pasar desapercibida. Era alucinante.
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Editado: 12.07.2021