Microcuentos de terror

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Lo único que se encontró junto al cadáver destrozado fue el arma homicida: un grueso martillo con bandas de cuero negro en el mango.

El día que la policía visitó al esposo de la víctima para mostrarle una fotografía y preguntarle si algún conocido tenía uno similar, el pequeño llegó por casualidad y miró la foto.

—Papi —dijo—. ¿No es ese tu martillo de los castigos?




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