Microcuentos de terror

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Era su primer aniversario. Había decorado con esmero el comedor: rosas, velas, música romántica. La vajilla era importada y las copas de cristal; había dedicado toda la tarde a preparar el salmón, el vino era de una cosecha antiquísima. Se vistió elegante, de traje, como en la boda, se aplicó colonia y una rosa en la solapa.

Durante la cena le contó su día con jovialidad, como tantas otras noches. Ella lo oía. Cuando terminó, empezó a llorar. La foto, parco recuerdo de cuando ella vivía, estaba recostada en el respaldo de la otra silla. 




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