Conocí a Timmy en la escuela, y en ese entonces ya no tenía lengua. Pensé que la había perdido en un accidente, sin embargo, la verdad resultó perturbadora: su padre se la había cortado por decir mentiras.
Pese a ello, era un chico muy alegre, risueño y vivaz. Y por eso lo odiaba.
Cierto día fui a casa de su padre y le conté que su hijo no había cambiado, que pese a la ausencia de la lengua seguía siendo un mentiroso.
Su padre sonrió, maquiavélico. Y al cabo de un minuto me encontraba atado en una silla, y el malvado adulto se acercaba con un cuchillo. “No me gustan las mentiras, chico —susurraba—. No me gustan para nada”.
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fantasmas y presencias, demonios y dolor, muertes; leyendas; suspenso; terror.
Editado: 02.12.2023