Micronovelas, Cuentos y Relatos Preventivos

EL SILENCIO ROTO 2

CAPÍTULO 2: El Cambio de Samuel.

 

Continué observando a Samuel mientras jugaba en el parque con sus amigos. Aunque intentaba disimularlo, su energía y alegría habían disminuido considerablemente. Parecía que llevaba una pesada carga en sus pequeños hombros. Me acerqué lentamente, tratando de no interrumpir su juego, pero deseando encontrar la manera de ayudarlo.

Después del recreo, cuando volvieron al salón de clases, noté que Samuel ya no se sentaba en su lugar habitual. En su lugar, eligió una mesa al fondo, alejado de los demás. Esto me preocupó aún más, pero decidí esperar el momento adecuado para abordar el tema con él.

Pasaron los días, y Samuel se volvió cada vez más distante. Ya no compartía sus pensamientos ni sus vivencias conmigo. Incluso dejó de participar en clase y comenzó a faltar con más frecuencia. Me angustiaba ver su transformación y sentía impotencia por no poder hacer nada para ayudarlo.

Finalmente, llegó el día en que no pude quedarme callada. Después de la clase, me acerqué a Samuel con determinación y le pedí que se quedara unos minutos. Su mirada evasiva me preocupaba, pero sabía que tenía que intentar llegar a él de alguna manera.

"Samuel, sé que algo te está pasando", comencé con voz suave pero firme. "Has cambiado mucho desde que te mudaste con tus tíos. Antes eras un niño feliz y activo, y ahora te veo triste y aislado. Quiero ayudarte, pero necesito que me cuentes qué está pasando".

Samuel bajó la mirada y suspiró. Parecía que quería decirme algo, pero algo lo retenía. Insistí con paciencia y empatía, asegurándole que podía confiar en mí.

Finalmente, las lágrimas se acumularon en los ojos de Samuel y comenzaron a rodar por sus mejillas. Entre sollozos, logró articular algunas palabras: "Mi tía Rosa... ella hace cosas que no me gustan... desde que mi mamá comenzó a trabajar, ella se queda conmigo y me toca de forma inapropiada".

Mis ojos se abrieron de par en par ante la revelación de Samuel. En ese momento, me di cuenta de la gravedad de la situación y de la responsabilidad que recaía sobre mis hombros. Era mí deber proteger y cuidar a mis alumnos.

Conmovida por su confesión, lo abracé y le aseguré que haría todo lo posible para ayudarlo. Le prometí que hablaría con sus padres y que tomaría las medidas necesarias para asegurar su seguridad.

Sin embargo, cuando cité a los padres de Samuel y les conté lo que había revelado, me encontré con su incredulidad y negación. Argumentaron que los niños a menudo inventan historias y que era probable que Samuel estuviera enojado porque su tía no le permitía ver la televisión hasta tarde. Me sentí frustrada y desamparada ante su falta de comprensión.



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En el texto hay: abuso, abuso infantil, trabajo social

Editado: 06.06.2023

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