Microrelatos

Un día malo

-Despedido.
Resonaba en su cabeza de vuelta a su casa. Como era posible? Había dado tanto de sí en esa empresa de muchedumbre, años de su tiempo para que le paguen así. Henry condujo directo a un bar si era antes de las doce del día y qué? El acontecimiento lo esmeraba.
"Despedido"

Gruñia cada vez que escuchaba la horrenda vos de su jefe... Su ex jefe en su mente. "hijo de su p..."
-Amigo y ese milagro tan temprano?
Matías el cantinero un amigo de colegio. Así Henry desembucho todo lo que traía consigo relatando el suceso maldiciendo a muchos en especial a su jefe. Mientras Matías facturaba sirviendo cada trago mientras asentia y le hacia de psicólogo dando consejos.
A las 12:00 del día salió borracho de ese bar caminando de apenas viendo doble abrió la puerta de su coche y manejo hasta su casa en el camino resivio insultos

-Tu madre lo será! -respondía Henry
Llegó de milagro a su casa. Camisa desarreglada apestaba a alcohol que diría mi mujer? Pensó trato de calmarse saldrían de esto solo era una mala racha Minerva comprendería en las buenas y en las malas se prometieron en el altar. Pero Henry siempre le había dado lo mejor que podía a su amada esposa era la luz de sus días, él le bajaría las estrellas si fuera posible.

Con esos pensamientos bajo del auto y se adentro a su casa en la sala no estaba en la cocina tampoco tal ves se estaría arreglando pensó, aprovecho para tomar bastante agua. Al acercarse a su habitación escucho voces. "estaría hablando por teléfono" luego risas. La puerta entreabierta daba vista al acontecimiento que se llevaba en la habitación matrimonial.

Quedó estático oyó como su corazón se había quebrado sería la bebida? El alcohol? Una pesadilla? Se pellizco tan fuerte pero no despertó sólo le dolió lo que confirmo que si era una realidad. Una muy podrida realidad si pensó que nada más peor le podía suceder hoy estaba equivocado.

La persona que lo había criado, educado y llevado en sus brazos lo había traicionado. Su padre y su mujer estaban enredados en las sábanas de su cama la que el compró, en la habitación de él que era su hijo. Con ganas de vomitar salió deprisa al exterior y arrojó en el jardín que el había acomodado para que su mujer se sintiera orgullosa de su hogar. Hogar que había sido mancillado.

Fue donde su madre a quien le contó todo bueno no todo lo que había visto. Si no directo que su padre le era infiel esperando se quedó porque no resivio ninguna emoción de su madre que seguía cortando los vegetales tranquilamente con el cuchillo.
-Mamá?! Te estoy contando, no harás nada?
-Tu padre siempre hace lo que quiere hijo -vacío a la cacerola los vegetales- es el hombre que quieres que haga?

Si, su madre fue criada con las viejas costumbres, era una mujer sumisa que callaba las acciones de su padre. Toda la tarde diálogo con ella pero no cambió de opinión ni reaccionó de diferente forma, solo que el matrimonio era para siempre y que no habría divorcio que eso estaba mal. 
Volvió a casa esa noche a lado de su mujer ella se encontraba durmiendo pacíficamente, tan bella, tan hermosa de pelo negro y labios carnosos. Al menos había cambiado las sábanas. Su madre le había dicho una sarta de cosas que en el matrimonio todo se debe perdonar. Con el estómago revuelto se acostó en equella cama que había sido testigo de todo.

Era de mañana Minerva estaba preparando el desayuno, el aroma de café flotaba en el aire y se le antojaba ya aquellos huevos fritos. De pronto por la puerta de la cocina atravesaron dos niños corriendo.
-Mamá, mamá!
Serían nuestros hijos pero en que momento los tuvimos?
-Ya viene... -en aquel instante mi padre Raúl atravesó la puerta- Papá. -la niña fue directo hacia él.

Papá? Mi padre? Mi respiración empezó agitarse.

Desperté sobresaltado sentado en la cama el reloj marcaba las doce de la noche, aquella pesadilla remarcaba que yo no podría perdonar aquella infidelidad de mi mujer, ella dormía plácidamente a mi lado con rabia hirviendo en mi sangre con ganas de reclamarle pero sabía que todo sería en vano pero quería desquitarme, abrí el cajón y relumbro aquella arma filosa la tomé sin pensarlo la sujete bien, mientras ella respiraba tranquilamente con los párpados cerrados, yo encamine aquel objeto hacia ella lo abrí y lo Cerré.
Seguí y seguí mientras quedaba desparramado en la almohada, seguí sin poder contenerme y luego tomé mis pertenencias esenciales y me fui de aquella casa.
Al estar manejando por la carretera relumbraba el anillo de bodas en mi mano pensé en tirarlo pero lo vendería.

A la mañana siguiente desperté en un hotel desayune tranquilo mientras miraba mi celular hasta que empezó a vibrar.
<Margaret>
Mi vecina chismosa, me contó que esa mañana había escuchado un grito fuerte en mi casa y ella fue a ver, al ver que nadie habría ella por suerte conocía bien las entradas; rodeo la casa y entró por la puerta trasera vio a mi esposa:

-Pelona Henry! Bueno no estaba Pelona completamente pero es que estaba hecha un desastre peor que un nido de pájaros ni corte de hombre parecía eso. Lloraba hecha un desastre. Luego llegó tu padre pero tu donde es que estás?

-Trabajo. -dije

-Henr..

Y colgué.

Fin

 

 


Epílogo

No volví a ese lugar. Viaje y postule a otro trabajo donde me aceptaron. Me divorcie por papeles que envié, vendí mi casa y con el dinero me compre otra aquí. El ambiente laboral es mucho mejor de lo que creí que sería. Hay reuniones los domingos con los compañeros de trabajo, donde conocí a la amiga de una colega, ella era profesora de primaria congeniamos nos hizimos amigos durante dos años y luego novios. Me case con ella y tengo una niña preciosa con el color de mis ojos cafés y el rostro de su madre. 



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En el texto hay: traicion, matrimonio, engano

Editado: 11.08.2023

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