En un pequeño prado existió una vez una rosa que siempre fue rechazada por ser diferente, ella estaba rodeada de flores todas iguales y no se imaginan cuantas veces esa rosa deseó ser como ellas solo para ser aceptada ¿porque donde podría encajar una rosa en medio de tantas flores iguales que discriminaban las cosas que eran diferentes? ¿Cómo podía ser la única así?
Nunca había podido entenderlo aun desde que era un pequeño capullo siempre fue así, no recordaba un día de su existencia que no fuera de esa manera, sabía que no había lugar para una rosa tan inusual como ella, púes su color morado intenso era demasiado para cualquier flor de aquel pequeño prado que excluía a cualquiera que no fuese como ella, pero había algo más ella sin duda era diferente sus aspiraciones eran diferentes, tenía sueños y metas más allá de todo eso, pensaba en poder salir algún día de allí a una parte donde aceptaran y valoraran cada una de aquellas diferencias que poseía, con el tiempo había aprendido a valorarse como era aún aunque el resto no lo entendiera, desde el momento en que ella entendió que sería siempre rechazada por ser diferente, que lloró amargamente por no ser lo que otros deseaban que fuera, ella, aquella rosa, sola, la única en su clase había deseado con todas sus fuerzas ser diferente, lo quería tan desesperadamente que sintió incontables ganas de salir de esa piel de rosa que a todos desesperaba desde aquel horrible momento decidió que no le volvería a mostrar a nadie su dolor y que cada vez que lo sintiera disimularía para no ser descubierta,había cambiado tanto desde aquel momento, ella había generado espinas por todo su tallo para que ya nadie se pudiera acercar a hacerle daño, cuando fue creciendo las espinas crecieron con ella, duras, fuertes y muy filosas lo cual había escandalizado aún más para rechazarla a todas las habitantes de aquel prado, ella se repetía una y otra vez para sus adentros «no tengo miedo» «yo puedo hacerlo» «no me duele» todo esto era muy común cada día, estaba consciente de que podía quizás engañarlos a todos pero lo más difícil era tratar de engañarse a sí misma, aun cuando había intentado hacerlo tantas veces sin éxito, había entendido entonces que aunque todos creyeran que estuviera bien, estaría rota por dentro, tenía muy claro que esos demonios no lo dejarían avanzar, ese era su mayor miedo, él miedo ese era su peor enemigo, todos estos años había luchado por esconder eso, todos estos años había luchado por esconderlo pues sabía que llegaría un momento donde sus miedos y sus propios demonios la hundirían si no renunciaba a ellos, teniendo en cuenta que cada día crecían y la hacían aún más distante, siempre había sido tan ingenua y tan inocente hasta que la realidad la obligo a crecer y a ser dura, diferente no dejando acercar a nadie aun cuando ellos lo quisieran ya estaba más que cansada de ser rechazada o buscada solo cuando la necesitaban, podía cargar esa mascara de indiferencia pero cada noche se quebraba en su soledad, llorando de manera desesperada, era tan difícil toda su vida, todo era siempre muy injusto.
A menudo se preguntaba ¿porque simplemente no pudo ser otra flor de aquel prado? Sin saber que estaba tratando de cambiar su esencia, lo que ella en verdad era y como saber que el destino tenía un plan mucho más interesante para ella, en estos años, en este tiempo había crecido tanto, había aprendido tanto, sabía que no volvería a ser la misma de aquel tiempo, pero era mejor ser así, tenía virtudes, cosas sin igual en aquel prado que solo ella poseía, todas en aquella pequeña parte sabían que ella tenía un gran potencial, incluso desde el momento en que empezó a crecer lo descubrieron, no podían permitirlo esa era una razón por la cual la molestaban, la atormentaban, ella no podía crecer y convertirse en algo mejor que todas ellas, no cuando todas debían ser iguales y no salían de su zona de confort, claro que su espantoso color morado tampoco era la excepción es que ¿cómo en un prado lleno de flores amarillas comunes y corrientes podía crecer una rosa y de un color tan peculiar? Ella definitivamente no pertenecía ahí, aun cuando habían intentado frenarla de otra manera, no lo habían conseguido, en aquel momento habían entendido que debían frustrarla para que no llegara a ser nadie.
Pero ella era fuerte ,su vida llevaba tanto tiempo en medio de la oscuridad que en verdad no recordaba lo que era la luz, no sabía que debía hacer al respecto pero si sabía que debía acabar con esta situación, no entendía si ella podía ser luz ¿porque la trataban como oscuridad? Entonces entendió que tenía brillo propio y que solo ella misma era la responsable si se extinguía, después de pensarlo mucho había decidido que abandonaría aquel prado así que cuando cayó la noche se dispuso a hacerlo pero no pudo, entendió que debían quererla como fuera y que si no lo hacían seria su problema y no el de ella, comprendió que había encontrado su voz y ya nunca más la callaría, tenía luz propia y si al resto les molestaba pues que se corrieran de su lado porque esa luz que había empezado a irradiar es aquella que sabes nunca se apagara, original y que alumbra todo a su alrededor, así aprendió a quererse a sí, misma y se prometió que jamás dejaría de ser quien era por temor a lo que otros dijeran seria quien era siendo única y diferente mostrando su verdadera esencia todo lo que tenía por ofrecerse a sí misma.