Microrrelatos para macromomentos

Presentación

«No hay árbol bueno que pueda dar fruto malo,
ni árbol malo que pueda dar fruto bueno.
Cada árbol se reconoce por su fruto.»

LUCAS 6:43

 

Acogiéndome a las siempre sabias y acertadas palabras del apóstol Lucas, se me antoja muy complicado acertar con el tipo de fruto que ha dado el árbol de microrrelatos de David González, este microescritor de macromomentos. Por fuera, podría tratarse de una piña, un coco o hasta una chirimoya, pero una vez abierto, nos podemos encontrar con el aspecto de un mango, una papaya e incluso de un níspero. Todo ello, cómo no, sin tener en cuenta a qué especie de árbol representaría literariamente a David González: ¿Un banano? ¿Un limonero? ¿Un cerezo? ¿Una higuera, tal vez…?

Lo que sí puedo afirmar con atronadora rotundidad, una vez leídos estos microchispazos literarios nacidos de la absurda irrealidad por la que deambula día y noche la mente de este escritor novel, es que bienaventurados serán los que descubran y lean estos microrrelatos, auténticos aleluyas del absurdo. Y aquellos que decidan volver a releer sus líneas, lo harán con la cabeza cubierta de cabellos blancos como la nieve pura, sus ojos arderán como llamas de fuego, en sus manos siete copas derramarán el plan maestro de Dios y de sus bocas saldrá una espada de doble filo.

A vosotros, corderos del rebaño divino, balad al unísono las profecías ocultas en el libro de los Siete Sellos. Revelad el auténtico rostro de los cuatro jinetes del Apocalipsis —águila, becerro, león y serpiente—, y que el estruendo de los carros celestes, tirados por caballos de fuego que todo lo cubrirán a su paso de negros espumarajos, avancen como una sola bestia infernal desde Armagedón hacia la inevitable destrucción de Babilonia. ¡¡¡Y pobre de aquellos que se arranquen los ojos para no querer ver la llegada del ángel exterminador o perforen sus tímpanos con tal de no oír las teofanías de Ezequiel, pues de nada les servirá si con ello pretenden eludir el toque de las Siete Trompetas anunciadoras de la inminente llegada del Juicio Final!!!

El Sol se desplomará en el pozo del abismo, y un humo negro, como las alas de un cuervo gigante, cubrirá el cielo por completo de una oscuridad infinita. El firmamento corrompido escupirá sobre la Tierra rayos y truenos, y el azufre, que durante la eternidad llorarán las podridas nubes, acabará por contaminar hasta la última semilla de esperanza.

La puerta de Éfeso se abrió hace tiempo, y que nadie dude, ¡oh Señor!, que las hordas de los ejércitos de Las Siete Copas lo arrasarán todo con sus plagas. El fuego vertido por la profanación del Cáliz, cual lengua de dragón que se relame con el crepitar de lo que arde y muere, quemará campos y cultivos, y los mares se transformarán al instante en coágulos de sangre espesa con tan sólo que una hoja de ajenjo muerto caiga en sus aguas. Entonces, de nada ya le servirá al Hombre sus mal forjadas corazas de hierro, ni sus vacuos ruegos, ni sus falsos salmos cantados junto al coro de la Muerte, pues la humanidad, abocada a su propia destrucción, se comportará del mismo modo que un sucio y vil alacrán, retorciéndose sobre sí mismo al verse rodeado por el fuego divino, y que decide, por pura cobardía, clavarse su propio aguijón.

De ese modo, las almas condenadas de los hombres se alimentarán de su propio veneno por los siglos de los siglos...

 

GUILLERMO DE BALMÁCEDA

Monje benedictino y teólogo obsesionado
con el estudio del Apocalipsis

 

 



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En el texto hay: humor, relatos, microrrelatos

Editado: 16.04.2020

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