Misaki, en los límites del distrito A, departamentos de bajo costo.
La vista de Midory se aclaró observando su alrededor, se encontraba en una habitación, a simple vista había una sala de estar con algunos sillones, su bolso encima de un cojin, un ventanal adornado con cortinas color vino dejaban pasar los rayos naranjas del sol, el suelo adornado por una alfombra roja daba la sensación de estar en un lugar pacifico, un pasillo a un lado conducía hacía dos puertas, a su izquierda, en un pequeño espacio, se ubicaba la cocina.
Tratando de distraer sus pensamientos, se puso a detallar lo que veía, esperando no seguir con la conversación de antes.
Su maestro notó lo que hacía y suspiro, no quería forzar a su discípula a hablar, deseaba que la joven se sintiera comoda.
Tranquilizando sus pensamientos recuperó el ánimo.
"Este es mí cuarto, lo alquile hace poco, quiero que esperes aquí, voy a salir, no me tardo" dijo el mayor sonriendo.
Sin dejar de mirar, la menor asintió a las palabras de su Maestro, luego, escuchó la puerta cerrarse, cuando estuvo sola, se puso a explorar.
En minutos que se sintieron horas, Midory caminó por la estancia evitando tocar los objetos, no deseaba meterse en problemas, menos cuando era la primera vez que estaba en un departamento, siempre se imaginó viviendo en uno, lo veía diferente de lo que era su casa.
Más solitario, agradable.
Dejando de explorar su entorno, se sentó en uno de los sillones, tomando su bolso revisó lo que tenía, un suspiro de alivio salió de sus labios al confirmar que no había perdido nada, sin embargo, ella sentía que algo estaba olvidando, su duda se disipó al acomodarse mejor, la suavidad de los cojines la incitó a querer acostarse, dudosa dejó caer su cuerpo sobre la superficie blanda.
Soltó una exclamación de felicidad al percibir un olor sintético junto a la textura de la tela, quería dormir un rato, cerró los ojos para apreciar mejor su sentido del tacto.
Al estar sumergida en sus sentidos, Midory no escucho la puerta del departamento abrirse, dejando pasar una figura corpulenta.
Eros se detuvo al mirar a su discípula acostada en su sillón, una sonrisa burlona surgió en sus labios.
Quería evitar molestarla y dejarla disfrutar un rato, pero no pudo controlar su risa cuando veía la expresión de la menor, parecía haber encontrado un oasis en el desierto, le parecía tan fuera de lo común que reír era inevitable.
Escuchando una voz que no era suya, Midory se levantó de un salto, su cara roja de la vergüenza al observar a su Maestro.
"Si que te relajaste rapido" comentó Eros cerca de la puerta, cruzó sus brazos con una sonrisa, en una de sus manos sostenía un paquete.
"Lo lamento" fue lo primero que dijo Midory seguido de una reverencia, era de mal gusto comportarse de esa forma en un lugar que no era su casa, a veces su descaro le ganaba y no podía evitarlo.
El mayor le restó importancia moviendo la mano.
"Relájate, no es algo malo para mi, ven, ya hay que irnos" habló su mentor dándose la vuelta y pasando el umbral de la puerta, la joven le siguió con el rostro enrojecido agarrando su bolso, siempre agachando la cabeza.
Eros dejó que Midory saliera observando su actitud retraída, le parecía gracioso el cambio de comportamiento solo por su presencia, cerró la puerta después .
Caminando por las calles concurridas del distrito A, la menor se limitaba a evitar chocar con los transeúntes, Eros en cambio empezó a hablar con ella como si lo de antes no hubiera sucedido, Midory agradeció el gesto.
Poco tiempo de charlar, ambos empezaron a bromear y hacer chistes.
El viaje a casa estaba siendo más agradable de lo que pensaba la menor, Eros tenía una cualidad de cambiar el ánimo en las personas.
Cada uno tenía una forma de reír, Eros con chistes de doble sentido y morbosos que hacían que Midory se tapara la cara de la pena, la joven, sin embargo, era capaz de hacer reír a su maestro al contarle situaciones de su vida.
"Juro que no quería asustarla, pero el espejo estaba ahí y el maquillaje no se quitaba, sabes lo que dijo, "Si voy a quedar como tu, prefiero morir", eso me ofendió" dijo la menor tocando su pecho, haciendo una cara de afectada, Eros se rió a carcajadas imaginando la situación.
Una joven manchada de maquillaje por una obra de teatro levantando el rostro justo cuando una chica iba a entrar al baño, él podía visualizar la expresión de horror de ambas antes de que una de ellas retrocediera lentamente, no sin antes comentar algo.
Midory no pudo evitar carcajearse junto a su mentor, su risa era contagiosa y le gustaba escucharla.
Tomarse a su maestro enserio era difícil cuando actuaba de esa forma.
Sin darse cuenta, ya habían cruzado los límites del Distrito A y B, entrando a los barrios donde vivía Midory.
Contando más anécdotas llegaron a una pequeña casa, separada por un portón de madera.
La joven dió un paso adelante con una sonrisa.
"Gracias por salvarme y enseñarme lo que debía saber" dijo la joven inclinándose con respeto, no podía describir lo bien que lo había pasado con el mayor, sintiendo que era afortunada de haber tenido un mejor ánimo después de lo sucedido en aquel callejón.
Eros agitó la mano.
"Es mí deber como guardián y futuro maestro el cuidar de las reliquias" confirmó con orgullo en su postura, tenía un brazo en su cintura y uno de sus pies levantado de puntilla.
Midory le quedó viendo riéndose por dentro, no podía entender los pensamientos detrás de las acciones de Eros, sin embargo, no le importaban, le gustaba esa actitud suya.
"Lo está haciendo de nuevo, parece un modelo" dijo ella, su mentor se sonrojo eliminando su postura, era una manía que tenía de joven, le sorprendía que la menor se limitará a comentarlo, sin verse incómoda por ello.
Eros trató de recuperar su dignidad actuando como si estuviera molesto.