Miedo a la venganza [1º parte]

Capítulo 10

Ashley

—¡Te lo dije! ¡Si aparecía iba a hacerlo muerta!—estallé. Isa había insistido en que iba a aparecer viva.

—No hace falta que me lo restriegues en la cara, ¿vale? ¡Te recuerdo que una chica de dieciocho años ha muerto en otra ciudad! ¿Qué coño habrá pasado?

—Eso déjaselo a la policía, es su trabajo.

—Vaya una sosa.

—Gracias.

Isa siguió viendo las noticias y como no tenía ganas de pararlo, me fui a dar una vuelta.

Estuve pensando mucho en esa chica. Sus padres, su familia, sus amigos… Eso no se lo merecía nadie, ni siquiera la persona más mala del mundo.

Me senté en un banco y me tapé la cara con las manos. No quiero saber nada de nadie.

—¿Estás bien?—la voz de Logan sonó. Levanté la cabeza y estaba agachado con una mano en mi pierna.

—¿Lo has visto?

Él asintió. Logan sabía a qué me refería, sabía la verdad.

—No te preocupes, ¿vale? Todo va a salir bien—su mano se posó en mi mejilla. Yo necesitaba consolación en ese momento. Así que puse mi mano encima de la suya.

Se sentó a mi lado y apoyé la cabeza en su hombro, cerré los ojos y me cogió de la mano. Empezó a acariciar mi pelo. Me estaba dando cariño porque lo sabía todo. Pero todo es todo.

—Todo va a salir bien, ¿vale?

—Vale.

—Dilo.

—Todo va a salir bien—le miré a los ojos.

Pero los dos sabíamos que nada iba a salir bien.

—Queda poco para…

—Lo sé. Prometí ayudarte, y eso haré.

Esto se nos iba a ir de las manos, nos quedaba grande. Pero ya no podíamos hacer nada.

Estaba todo planeado.

***

Inspectora Clark

La forense me llamó urgentemente. Decía que había una cosa que se nos había escapado.

Se nos han escapado un montón de cosas después de dos años. Una chica desapareció y la encontramos muerta. Muy muerta.

Entro por la puerta y Grace mira en una pantalla una foto de una radiografía.

—¿Qué tienes?—le pregunté. Tenía poco tiempo, no quería perderlo.

—Le he hecho la autopsia, pero me pareció muy raro la causa de la muerte. Así que le hice una radiografía en las costillas. Mira—me señala la radiografía. Hay como una aguja clavada en el pulmón derecho.

—¿Una aguja? ¿Cómo ha llegado ahí?

—Eso es lo que quiero saber. No he encontrado nada más.

—Bien, gracias.

¿Una aguja clavada en el pulmón? ¿Dónde se ha visto eso? Tantos casos que me olvido lo loca que puede ser la gente.

Caminé hacia la pizarra llena de información. Se me escapaba algo. Me quedé pensando, pero no había manera.

—Clark—me llamó mi compañero.

—Si tienes algo útil me hablas, si no lo tienes vete a buscar.

—De mal humor, ¿eh?

—No es mi día. Desembucha.

—Solo sabemos que la víctima pasó por una gasolinera antes de morir. El que trabajaba allí la ha reconocido.

—Busca si Eryx tiene una cuenta bancaria.

—Solo tiene dieciocho años—le lancé una mirada asesina—. Vale, vale—dijo y se fue.

—Clark—mi otro compañero vino.

—¿Qué?

—He encontrado el instituto de Eryx. Mucha gente dice que era una mala persona, que odiaba a la gente y les hacía bromas…

—Puede haber sido cualquiera. Investiga allí las personas que les caían mal.

—¿No sería más fácil hablar con los amigos? Eryx tenía dos amigos.

—¡Es verdad! ¡Voy a hablar con ellos!

¿Cómo había podido ser tan tonta? Ellos saben lo que en realidad pasó.

***

—Ethan no me mientas—los amigos estaban muy pesados. No abrían la boca.

—Quiero un abogado.

—¡Dime la verdad sobre Eryx Morgan! ¡Soy la policía y puedo detenerte por ocultamiento de pruebas! ¡Es un asesinato!

—Quiero un abogado—repitió.

—Está bien, me voy. Si te da por abrir el pico, ven a la comisaría—y me fui a casa del segundo amigo.

***

Llamé a la puerta y una chica de unos dieciocho años me abrió la puerta.

—Policía. Necesito hacerle unas preguntas.

—¿Qué clase de preguntas?

—Las preguntas las hago yo. Vengo a hablar sobre Eryx Morgan.

Aely intentó cerrarme la puerta, pero puse mi mano en el trozo de madera.

—¿Por qué la secuestraron?

—No voy a traicionar a mi mejor amiga.

—Ya, pero resulta que a tu mejor amiga la han asesinado. ¿Tenía pareja? ¿Un ex tocapelotas?

—Vayan a por Zack. Discutieron justo el día en que la secuestraron.

—¿Zack qué?

—Usted es poli, averígualo—y me cerró la puerta en la cara.

***

Volví a la comisaría y busqué en el registro el nombre de Zack. Había miles de personas con ese nombre. Esto iba a ser difícil.

***

Estuve toda la noche en el ordenador, pero no encontré a Zack. Estaba desesperada.

—Tienes una cara horrible—dijo mi jefe.

—No encuentro a Zack.

—¿Por qué no vas a hablar con la familia?

—¿Por qué no vas tú? Porque a mí la última vez me echaron y me dijeron que no querían saber nada.

—Tienes que insistir. Eres policía.

—Me van a mandar a la mierda.

—Manipúlales. Tienen que decir algo.

—De acuerdo.

***

Una niña de cinco años me abrió la puerta.

—¿Quién eres?—me preguntó la niña mientras movía sus coletas castañas.

—Vengo a ver a tus papás. ¿Sabes dónde están?

—En la cocina—me señaló y se fue corriendo. Yo entré en la casa y cerré la puerta tras mi espalda.

Encontré la cocina y vi a los padres de la víctima hablando.

—¿Usted quién es?—la mujer me preguntó, de muy mala hostia.

—Policía. Tengo que hacerles unas preguntas.

—¡Dijimos que no queríamos preguntas! ¡Eso no te incumbe!



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En el texto hay: misterio, secretos, amor

Editado: 15.10.2022

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