El día despertó con un manto gris, era uno de esos días en que a Isabella le hubiera gus-
tado quedarse un rato más en la cama, pero, era lunes y las obligaciones esperaban por
ella y siempre fue una persona responsable, se levantó sin remolonear demasiado, tenía
puesto una piyama abrigada, entró al cuarto de baño, se lavó la cara y cepilló sus dientes,
abrió la canilla de la ducha, se desnudó y se dio un baño refrescante, hubiera preferido,
meterse en la bañera y hacer un baño de inmersión para relajarse, pero, no tenía ese
tiempo que necesitaba para ella, lo haría por la noche. Se vistió rápidamente, cepilló su
abundante cabellera y fue a la cocina para tomar un desayuno, bebió café con leche y se
preparó tostadas.
Ya era hora de ir a la facultad, llegó a horario para asistir a su clase, ese día no le tocaba
ser ayudante de cátedra del profesor Ocampo. Cuando finalizó su cursada, fue al baño y
se retocó el maquillaje, que era muy natural y se puso unas gotas de su perfume favorito.
Partió hacia el estudio de Antonio, era su primer día de trabajo, estaba inquieta, se sentía
un poco nerviosa, al llegar tocó el portero eléctrico y una voz femenina le preguntó quien
era, se anunció y la mujer le dijo que esperara, un muchacho bajó del ascensor y le abrió
la puerta, el muchacho la saludó cordialmente y la condujo hacia la oficina.
Se quedó esperando en la entrada del estudio que alguien la recibiera y buscó con la
mirada al doctor Ocampo pero, no lo vio, una mujer relativamente joven, tendría unos
cuarenta y cinco años, se le acercó
_ vos sos la alumna del doctor Ocampo, me dijo que harías una pasantía aquí, soy la
doctora Bárbara Carranza. Abogada y a cargo del estudio, este será tu escritorio, poné-
te cómoda, si querés café no tenés más que pedirle a Tito es el cadete
Isabella obedeció, se quitó el abrigo que llevaba puesto y lo colgó en el perchero cer-
cano a su escritorio, donde había un teléfono, en todos las mesas de trabajo había uno,
también una noteboock, contó cinco escritorios en esa habitación, pero, separada por
una pared de durlock se notaba que el estudio continuaba, se le acercó una chica, más
o menos de su edad y le sonrió
_ así que sos la pasante, yo soy Clara trabajo en el estudio, ya hace algún tiempo, tam-
bién estudio derecho
_ hola Clara, mi nombre es Isabella y estoy cursando mis últimas materias en la facultad,
aunque aún me falta para recibirme
_ sé que sos ayudante de cátedra del doctor Ocampo, debés de tener muy buen prome-
dio, ya que dicen que es muy estricto para elegir ayudante y más aún para darte la opor-
tunidad de que aprendas mucho en su estudio
Isabella, se sonrió, también en señal de que le caía bien su compañera de trabajo, pero,
advirtió que Antonio no había dicho nada sobre el verdadero motivo de que estuviera en
el estudio, y se lo agradeció en silencio.
_ sí, -contestó Isabella, tengo buenas calificaciones y le estoy muy agradecida al doctor
que me haya dado esta oportunidad, décime Clara, hay más abogados en el estudio?
_ sí, en la parte de adelante están los empleados, todos estudiantes de derecho, hasta
el cadete, que está haciendo el CBC, ya los irás conociendo, y en la parte de atrás, hay
dos oficinas, una le pertenece a la doctora Bárbara, que ya conociste y es nuestra je-
fa, la que comparte con el doctor Quiroga, es un abogado joven, quien hará unos
cuatro o cinco años que se recibió, y no hace más de seis meses que trabaja con
nosotros, y la otra oficina, que es algo más grande, es la del doctor Ocampo, aunque
casi siempre está vacia, ya que él tiene muchas actividades, y no tiene demasiado
tiempo para estar aquí, deja todo en manos de la doctora Bárbara
_ te agradezco Clara, me diste una detallada descripción de la organización del estu-
dio
_ sabés Isabella, aunque es la primera vez que te veo, siento que me vas a caer bien
_ eso espero, vamos a trabajar un tiempo juntas, a mí ya me caes bien
La doctora Bárbara se acercó al escritorio de Isabella, y Clara fue a sentarse al suyo
_ bueno Isabella, ya vas a tener tiempo de conocer a tus compañeros, sé que a las
seis de la tarde tenés que retirarte, ya sabrás que el estudio abre a las nueve de la
mañana y nosotros nos retiramos a las veinte horas
_ sí lo sé, pero, el doctor Ocampo, me autorizó a trabajar desde la una de la tarde has-
ta las dieciocho
_ no te preocupes estoy enterada de tus horarios, sólo te informaba el del estudio, ahora
dejáme que te explique cuales serán tus tareas aquí
_ ah sí, claro, estoy ansiosa por ponerme a trabajar
_ tu trabajo será ocuparte del recorrido a los Tribunales, llevar los escritos y hablar con los
secretarios de los juzgados y de los fiscales, de a poco irás aprendiendo toda la dinámica,
ya que no es lo mismo la teoría que la práctica
Isabella se sintió desilusionada, pensó que tendría más injerencia en las actividades den-
tro del estudio y así se lo hizo saber a su jefa.
_ o sea, que voy a ser las tareas de un “che pibe”, o algo así
_ oh, no, para eso tenemos al cadete, tu trabajo es más complicado que el de él, sin des-
merecer el trabajo de ningún empleado de este estudio, se aprende mucho más haciendo
Tribunales, que estando aquí en la oficina, te lo puedo asegurar
_ disculpéme, doctora, sé que no tengo experiencia, pero, creo que puedo aprender aún
más, leyendo los informes y demás escritos que se redacten aquí, estudiándolos, y has-
ta tal vez, copiarlos en la computadora.
_ sé que sos una excelente alumna, muy aplicada, pero, para copiar los escritos tenemos