— Es que... — llorando Nachimi le contó a la anciana lo que había hecho.
— Querida ¿Por qué estás tan insegura?
— Es que... ¿Si cometo el mismo error que su ex y me deja? Ya no puedo vivir sin él.
— Cariño, no dejes en manos de otros tu vida y tu felicidad, sé que nunca has dejado que el amor entrará en tu vida porque no quería sufrir como te pasa ahora, pero ya que te enamoraste debes entender que morir por amor es una forma muy autodestructiva de ser. Lo amas y si él no, es el tonto que se lo pierde. No lo absorbas así, vive tu vida y cuando estén juntos disfruten ese tiempo. Todo irá bien, ya lo verás.
— Gracias por sus consejos, la quiero mucho.
— Y yo a ti mi pequeña, te siento como si fueras mi nieta.
El siguiente sábado en la tarde, cuando estaba terminando de cerrar la librería, se encontró con la persona menos pensada.
— Gohan... — lo miró entre curiosa y nerviosa.
— Hola ¿Podemos conversar?
Durante el camino a la casa de la joven ninguno de los dos habló, ya en el comedor ambos se sentaron a tomar un té.
— Yo... yo... — empezó el semi sayayin — fui a ver a Dende ayer, y...
— Te dijo la tontería que hice ¿Verdad?
— Sí... — al ver como ella lo miró enojada rectificó — o sea no es tontería... ¿El Sr. Piccolo es tu primera pareja en todo sentido, verdad?
Ella se puso de todos colores.
— Eso me lo dice todo — rió el joven.
— ¿Te parece gracioso lo que hice?
— No es eso — negó con las manos — no me rió de ti — su actitud se puso seria — te contaré porque terminamos. Yo era muy inmaduro y temeroso de lo que dijeran los demás, comenzamos lo nuestro cuando yo solo tenía 17 años, me preocupaba la reacción de mi familia si decía que estaba de pareja con él, por eso no quise que nadie más supiera. Eso unido a que... sentía que el Sr. Piccolo no me amaba como yo a él... él quería que dijéramos a todos lo que pasaba ya que no le gustaba que nos ocultáramos, pero yo no me sentía preparado, siempre le pedía tiempo, al final lo nuestro termino por eso. Cuando nos separamos me dijo que nunca estuvo seguro de lo que sentía por mí... fue mi insistencia lo que lo hizo aceptarme... me sentí horrible... lo obligue a estar conmigo.
— ¿Todavía lo amas? — preguntó nerviosa la mujer.
— Ya no como antes, con los años eso se convirtió en un gran cariño nada más... deseo que sea feliz, como yo. No dejes que tu inseguridad los separe.
— Es que... no quiero perderlo.
— Sí siempre tienes ese miedo, jamás podrás disfrutar de su compañía, yo siempre tenía temor que nos vieran y le dijeran a mi mamá. Ustedes no tienen ese problema.
— ¿Y si deja de amarme? — preguntó a punto de llorar.
— Nada es eterno en este mundo, pero si cultivan su relación será muy larga — la miró fijamente — nadie puede asegurarte que algo durará para siempre, quien mejor que yo para decirlo... solo vive feliz a su lado, y confía en el Sr. Piccolo — sé que te ama de verdad, pero eso tienes que descubrirlo tú misma, pensó.
El semi sayayin supo lo que pasó por labios de Dende, le dolió saber lo que ocurría ya que no quería ver sufrir a su antiguo amor, por eso decidió ir a conversar con Nachimi.
— Gracias, de verdad me has ayudado mucho — quien diría que a quién considere mi rival me diera estos consejos, pensó relajada la mujer.
— Cuando quieras puedes llamarme y conversar... de lo que sea — Gohan le anotó su número en un papel, al dárselo le sonrió nervioso — y si pudieras darme un descuento en algunos manuales te lo agradecería — acomodó su brazo tras su cabeza, riendo.
— Ja ja ja ve cuando quieras y te daré el descuento de amigo — terminaron dándose un abrazo cuando él se fue.
Unas semanas después, al salir de su trabajo, Nachimi se encontró con Piccolo esperándola.
— Hola amor — él sonrió de lado.
Ella se tiró a sus brazos y lo besó llorando de felicidad.
— No sabes como me alegra verte ¿Cómo te fue? — la muchacha casi saltaba del gusto.
— Bien, te eche de menos.
— Yo igual ¿Quieres ir a casa? Tengo un agua mineral que te gustará.
Al hombre verde le alegró verla así, había un sutil cambió en ella, se le veía más segura.
— Vamos — la tomó del brazo, y se fueron conversando sus aventuras en el planeta del dios de la Destrucción.
En la casa conversaron lo que había pasado llegando al acuerdo de no ocultarse nada nunca más, aunque a alguno le molestará el tema. Desde entonces su relación fue cada día mejor, ella disfrutaba su vida estuviera él o no a su lado, un año después Nachimi recibió una llamada de su madre.
— Mi niña.
— Mamá... qué sorpresa ¿Cómo han estado?
— Bien, tu padre y yo te echamos de menos, te iremos a ver el fin de semana.
"Piccolo... si lo ven...".
— Es que...
— No sé por qué no hemos ido a verte tan seguido, es que siempre pasa algo. Quería adelantarte que con tu padre hemos decidido ir a vivir a tu ciudad, por supuesto que compraremos una casa no muy cerca de ti para no molestarte.
A Nachimi le llamó la atención el tono tan alegre de su progenitora, ya no había angustia al hablar de viajar.
— ¿No les preocupa lo de los zombies?
— ¡No bromees hija! Ellos no son reales.
— ¿Y qué piensas del Rey Piccolo Daimaku? — ahora dará el grito de siempre cuando escuchaba ese nombre.
— ¿Quién? ¿Es un personaje de alguna de las películas de moda? No la he visto.
— Sí, eso es mamá — sus ojos se llenaron de lágrimas de alegría — avísenme cuando vienen, les quiero presentar a alguien muy especial en mi vida.
— Vaya que lo tenías guardado cariño, nos hemos perdido mucho de tu vida, pero ya nunca más. Nos vemos.
El viernes se encontró con Piccolo en su casa.
— Mis padres me llamaron, vienen a verme y se mudarán a la ciudad. No recuerdan nada del Rey Piccolo Daimaku ¿Sabes algo de eso? — estaba segura que él fue, nadie más pudo hacerlo pensó.