Miedo al fracaso [2º parte]

Capítulo 4

Ashley

Espero a Isa en la barra mientras juego en el móvil. Recibo una llamada de un número oculto. No lo cojo, pero llama veinte veces más.

—No son horas de llamar.

—Eryx, ¿qué tal?

—¿Quién eres?

Su voz se escuchaba distorsionada. No estoy para bromas, enserio.

—¿Quién eres?

No seas tonta, no te lo diré.

—¿Qué quieres?

—Te estoy observando.

Miro hacia todos lados y no veo a nadie con un teléfono. Salgo corriendo fuera para tomar el aire. Esto no tiene pinta de ser una broma, ¡y no me gustan las bromas!

—Estás muy guapa Eryx, que pena que no te ate a mi cama, llamaríamos la atención.

Colgué. El sudor me caía por la frente. Sólo podía llamar a una persona, pero era muy tarde y no quería despertarlo, aunque tenía una llave de su casa, pero no iba a dejar aquí tirada a mi amiga. Así que me metí dentro de nuevo y me escabullí entre la gente para hacer bulto.

Baile pasando desapercibida, pero estaba alerta de todo el mundo. Algunos se me pegaron detrás, pero me fui. Me daba miedo que fuera alguno de esos.

El móvil volvió a vibrar. Tenía el corazón debajo de la lengua. Rechacé la llamada. Volvió a vibrar, es un mensaje de Isa. Dice que lo siente porque se va con uno. Y ahora me toca irme sola.

Puse un pie fuera del recinto y salí corriendo hasta mi casa, pero me desvié del camino por inercia o lo que fuese, acabé enfrente de la casa de Logan. Estaba normal, como si alguien viviese ahí, pero no había nadie.

Me acerqué más a ella. Rocé la puerta con mi mano. Estaba muerto, yo lo había matado, soy una asesina. Pero no me dio pena, ninguna. Ese hijo de puta me había hecho sufrir a más no poder y, no iba a dejar que me matase.

Las hojas se movían por culpa del viento, mi pelo volaba como si tuviera vida propia, y, escuché pasos.

Me di la vuelta deprisa, pero había nadie. Grité del susto que me dio el móvil. El número oculto.

—Déjame en paz.

Se rio por lo bajo.

—Eso no va a pasar, princesa.

—¿Qué quieres que haga?

—Mañana a las doce en la pista de fútbol.

Y colgó.

No quiero más venganzas, no soportaría ni una más, pero debía hacerlo por mi bien, debía hacerlo si no quería acabar entre rejas como la criminal que soy. Mas había una pregunta que hacía el run run: ¿Quién cojones sabía quién era yo y quién era él?

Vale, son dos preguntas, pero van en el mismo pack. Formulé mis teorías y llegué a pensar que era Zack, pero él es muy cagado cuando le sueltas amenazas. También pensé en alguien que me conocía muy a fondo, pero, yo solo me junto con Dash, Isa, Oliver y Mónica. La cara de West se me pasó por la cabeza, ese hijo de puta me las iba a pagar, aunque estuviera muerto. Y pienso en mis mejores amigos de los dieciocho años que tengo. Ethan y Aely. Ellos jamás me fallaron, siempre estuvieron ahí para mí, y, me dio muchísima pena tener que irme sin despedirme de ellos, igual que hizo Liam conmigo, ni un adiós tan siquiera. Pudiera ser que haya tenido problemas, porque si los tiene yo sería la primera en entenderlo. Me acuerdo el día de nuestra última conversación. Fue el viernes veinte de abril de hace casi tres años.

West le había puesto la zancadilla a Liam que iba andando por el pasillo pasando desapercibido. Mi amigo cayó al suelo haciendo que todos se rieran de él.

—Es un hijo de perra—les dije a mis amigos y ellos asintieron.

Ellos sabían lo mucho que me importaba Liam, y, esto no iba a quedar así.

West se rio en su cara, le cogió por el cuello y le estampó contra las taquillas. Ni me lo pensé, tiré mis cosas al suelo con mucha fuerza que hizo que todos me miraran, incluso Liam, que estaba pálido.

—Aquí está la novia celosa. ¿Qué pasa? ¿Que no soportas ver a tu amorcito conmigo?—me picó West.

Sus amigos le rieron la gracia, pero a mí no me hizo ninguna. Ethan me dijo que me calmara, pero no sirvió de nada porque me fui donde estaban los gilipollas y le pegué un puñetazo en la boca a West. Liam se cayó de nuevo al suelo y fui a por él, pero una patada en las costillas me lanzó contra las taquillas.

—Vas a lamentar lo que acabas de hacer—le miré con tanta frialdad hasta que su sonrisa burlona se fue. No estaba para bromas. Así que le metí una patada en el estómago que le hizo caer al suelo y restregarse de dolor.

—¡Eres una nenaza de mierda! ¡No sabes con quién te has metido!—le pegué un pisotón en la mano que esta crujió y le hizo retorcerse más. Me acerqué a Liam—¿Estás bien?

Me senté junto a él en el suelo y le cogí de la mano. Solo asintió, eso me bastaba. Antes de levantarme, le revolví el pelo como siempre. Cogí mis cosas del suelo y me fui con mis amigos a casa.

Un nudo en el estómago no me deja respirar, la angustia me recorre por todos lados. Solo de haber tenido esta estúpida idea hace que me sienta más gilipollas de lo que ya soy. ¿Qué se me ha pasado por la cabeza para llegar aquí? Buena pregunta, pero mala respuesta. ¿Hay una respuesta? Otra buena pregunta y otra mala respuesta.

Esto tiene que acabar. Me voy corriendo a mi casa. La idea de que no esté Isa me da miedo. Es cuando miras debajo de la cama para ver si hay monstruos, pero no hay nada. Y, debajo de mi cama sí que los hay, en mi vida los hay y siempre estarán acechándome para que muera.

Cierro con doble llave y, sin ponerme el pijama y tan siquiera quitarme los zapatos, me meto en la cama tapándome entera. Cojo el peluche que me regaló Liam para estrujarlo e intentar relajarme, pero eso no pasa.

Veo el amanecer desde mi ventana. No he dormido una mierda con el pánico que tengo en mi cuerpo. Mis manos tiemblan, las piernas flojean, el pulso acelerado… No puedo vivir así.



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En el texto hay: asesinatos, amor, suspenso

Editado: 25.07.2023

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