Habían pasado un par de días desde aquella noche, aquella noche donde todo termino, donde mi corazón quedó partido en mil pedazos. ¿Y el culpable? Yo. Fui un completo idiota e imbécil. Todos los días la llamaba un par de veces y la mandaba miles de mensajes, pero no respondía a ninguno de ellos y yo cada vez me desesperaba más, no sabía qué hacer.
Sabía que había hablado con Dani y con Isco. Dani me había dicho que estaba bien, pero no le creí. Sin embargo Isco andaba un poco misterioso en cuanto se trataba de María. Por él sabía que no estaba bien, que se desahogaba con él, pero no me decía absolutamente nada de sus conversaciones. Al principio me enfadé pero después lo entendí, ella también es su amiga e Isco es un gran amigo.
¿Y cómo estaba yo? La verdad es que bastante mal aunque intentaba aparentar delante de mi familia y los chicos, de que todo iba bien. Por el día lucía una sonrisa y por la noche lloraba desconsoladamente en mi cama. Dolía mucho, era como si me faltará el aire para respirar. Y me estaba ahogando. Pero sabía que tenía que ser fuerte, una vez más. Sabía que tenía que seguir adelante. Así que he decidido comenzar otra vez, empezar de cero y volver a reconquistarla. Lo único es que no sé cómo hacerlo.
Pero de repente todo a mí alrededor se derrumba. Me fijo en Instagram y veo que María me ha dejado de seguir. No puede ser ¿verdad? Tendrá que ser un error. Voy a Twitter y veo que también me ha dejado de seguir. Voy al whatsapp y ha quitado la foto que tenía con mi camiseta. Esto ya no es normal, ha sido ella pero… ¿Por qué?
Cojo el móvil y la mando un mensaje, quiero pensar que esto no está pasando de verdad, que no quiere olvidarme, que no quiera que desaparezca de su vida.
“¿Me has dejado de seguir en las redes sociales?” – la pregunto si creérmelo aún.
“María” – la sigo diciendo.
“Sé que me estás leyendo” – le digo al verla en línea y leyendo mis mensajes.
“¿Qué está pasando?” – La vuelvo a preguntar – “¿Por qué lo has hecho?
“María, por favor” – la suplico.
“¿Peque?” – la llamo.
Con cada mensaje mi corazón se desgarra más y más, hasta que creo que ya no va a poder sentir nunca más, ya que cuando intento volver a mandarla un mensaje no me deja.
Acaba de bloquearme.
¿Ahora qué hago yo?
Me niego a perderla, no quiero.
Piensa Marco, piensa, es ahora o nunca, es ahora o la perderás para siempre.
Salgo de mi casa y cojo el coche, me monto en él y cojo rumbo a Santander. Necesito hablar con ella, que me entienda.
Cuando llevo un rato conduciendo paro el coche y hablo con Isco para contarle lo que estoy haciendo. Su respuesta: ya era hora de que hiciera algo al respecto y fuera a recuperarla.
Llevo toda la noche conduciendo sin dormir, pero no me importa, lo único que quiero es llegar lo antes posible para poder hablar con ella.
Al llegar a Santander son las 6 de la mañana, es muy pronto y no puedo presentarme así en su casa. Así que me voy a un hotel. Cuando estoy dentro empiezo a pensar en cómo le voy a decir todo lo que quiero decir. Así que decido escribirlo en un trozo de papel, para dejar claro todo lo que quiero decirla.
Me siento en la mesa y comienzo a escribir.
“Antes que nada quiero decir lo siento, lo siento mucho pequeña.
Siento tanto lo que hice… que por ese motivo te estoy escribiendo esta carta, porque por palabras no sabría cómo expresarme aunque me cogieras el teléfono, aunque no te culpo porque no lo hagas, te entiendo. Y por eso mi carta. Al principio no sabía que decirte ni que poner, me aterraba el hecho de no saber que decirte y dejar en blanco este papel. Pero creo firmemente que con esta hoja, con este papel mis disculpas van a estar mejor, al menos sé que todo lo que quiero decirte está escrito y puedas llegar a entenderme, pero sobre todo leerlo todas la veces que necesites y sean necesarias.
Siento mucho haberte decepcionado, porque sí lo he hecho, yo mismo me siento decepcionado con mi actitud, soy un completo idiota. La verdad es que no sé muy bien como darte las explicaciones necesarias, ni si quiera como pedirte perdón.
Por el contrario, sé perfectamente que me equivoqué, que traicioné la confianza mutua que habíamos conseguido, y que por ende, tú habías depositado en mí, en nuestra relación aunque al principio no vieses futuro y que al final rompí todos los sueños e ilusiones que teníamos en ella. Porque sí, lo rompí, pero aun sigo creyendo que esto puede funcionar. Y por eso te pido perdón. Y quiero que sepas los motivos que me llevaron a esto, bueno el motivo, el único motivo que me llevo a decepcionarte. Fue por miedo.