La luz de la luna ilumina el jardín, las estrellas en el firmamento son los únicos testigos de lo que está pasando. La brisa inunda y ondea con suavidad las hojas de los árboles. Los pájaros cantan y solo se escucha el eco de la música de fondo. Las respiraciones suenan profundas y agitadas. La mirada perdida escondiendo la realidad. Los corazones acelerados y el sudor en las manos provocando un nerviosismo notorio. Las palabras se quedan mudas sin poder salir de la boca, sin querer hacerlo. La paz y tranquilidad reina pero sus interiores no. Sólo quieren que todo vuelva a ser como antes, que todo lo que ha pasado no hubiera pasado, que dejara de existir. Quieren que el sufrimiento les abandone para siempre, que se vaya lejos, muy lejos. Y que con ellos, con ellos se quede el amor, pero sobre todo la felicidad.
- María – llamo y ella lentamente se gira, cómo si no quisiera que este momento pasara y sé que ella no quiere, pero yo lo necesito.
Nuestras miradas se conectan, no se apartan. Es como si después de tanto tiempo separadas se reencontraran. Se sentía tan bien… Que no quería que acabara el momento.
- Sé que no quieres hablar conmigo – sigo diciendo – pero necesito hacerlo. Por favor, solo te pido que me escuches, que me dejes explicarte cómo paso… Y si después de esto no me perdonas, no quieres saber nada de mí, te dejare en paz – digo esto último susurrando.
- Habla – me contesta intentando no sonar muy borde, pero suena.
- Sé las imágenes que viste y lo que viste no te voy a negar que no paso, porque las imágenes están ahí, están aunque quisiera que nunca hubiera pasado – cuando me oye empieza a llorar y se me parte el alma al verla – Lo que quiero contarte es lo que pasó, como fue todo – sigo diciendo mientras atrapo sus manos con las mías.
Estaba convencido de que se iba a separar, que iba a quitar sus manos de las mías, pero no lo hace. No lo hace y sé que me ha echado de menos a pesar de que me aparta la mirada.
- María, mírame, por favor – suplico y María tras mis palabras vuelve a mirarme – Había salido con los amigos de fiesta cómo ya sabes. Bebí sí, pero no tanto como para no ser consciente de mis actos. En un momento de la noche nos encontramos con el grupo de amigas de los chicos y entre ellas estaba mi ex, Miriam, la chica rubia de las fotos.
Su mirada está llena de sorpresa al darse cuenta de que era mi ex, aunque he de decir que yo estaría igual.
María no dejaba de llorar y yo no sabía qué hacer para que parara, para que dejara de sufrir.
- Hacía mucho tiempo que no pasábamos un buen rato todos juntos y Miriam me pidió que bailara con ella. ¿Por qué no iba a poder bailar con ella? Esa fue mi pregunta en ese momento, quería que volviéramos estar bien, cómo antes de todo. Sé que ella me hizo mucho daño… - hice una pequeña pausa – pero eso ya está superado. Lo está por el simple hecho de que ahora te tengo a ti, María, te tengo a ti en mi vida. No quiero pasarme toda una vida enfadado y dolido con una persona y creí que empezando con un simple baile como amigos todo eso se iba a poder arreglar un poco. Lo que no sabía es que ella me iba a besar – sigo diciendo mientras aprieto los puños enfadado – En cuanto me beso me aparte de ella y le dije que no, que yo tenía novia y que la quería, que lo que hubo entre ella y yo se acabó en el mismo instante en el que ella me engañó. Pero no sabía que nos habían estado grabando. Al día siguiente me di cuenta de que todo había sido una artimaña de Miriam para poder seguir dando de qué hablar en la prensa y ser famosa. Porque la verdad es que comenzó a salir conmigo no porque me quisiera sino por la fama. Tarde mucho tiempo en darme cuenta – termino por decir.
María se queda callada, sin decirme nada, asimilando cada una de mis palabras, todo lo que le he contado.
- Sé que todo lo que te acabo de contar no quita el hecho de que me haya besado con ella, porque sí, pasó, y por ello te pido perdón y te seguiré pidiendo perdón. Sé que tampoco merezco tu perdón aunque espero de corazón tenerle y que todo esto se arregle. Pero al menos estoy más tranquilo porque sabes lo que paso, sabes la historia – sigo diciendo mientras limpio sus lágrimas y la obligo a mirarme a los ojos – Ahora eres tú quien me dice algo – digo tembloroso, mientras mi corazón se acelera y me pongo nervioso.
María respira un par de veces pensando en que decirme y mis nervios me consumen, necesito que todo salga bien, necesito tenerla a mi lado. La amo, la quiero y no me imagino querer a otra persona que no sea ella.