Era como si el tiempo se hubiera detenido, como si todo lo que ocurre fuera, lejos de nosotros, no existiera. Mi corazón se acelera y nuestras respiraciones se aceleran.
Nos acercamos más y finalmente acorto la distancia y la beso. Nuestros labios se funden por fin después de tanto tiempo. Y es como si nunca hubiéramos dejado de besarnos, nuestros labios se acoplan perfectamente, encajan como un puzzle.
Y seguimos así, besándonos tranquilamente, disfrutando él uno del otro. Mi mano viaja a su mejilla, la acaricio y la atraigo hacía mí mucho más. Ella por su parte me rodea el cuello con sus brazos, acercándonos más si es posible e intensifico más el beso.
Al cabo de un rato nos separamos por falta de aire. Mis ojos permanecen cerrados intentando calmar mi pulso, que está acelerado. Sigo acariciando su mejilla y al final ella abre los ojos. Y lo primero que se encuentra al hacerlo son mis ojos, mis ojos que la miran ilusionada, con amor y cariño, que es lo que siento ahora mismo. Mis ojos brillan con fuerza cuando la miro. E inevitablemente se me dibuja una sonrisa en la cara cuando veo la suya.
Nos seguimos mirando cuando María no puedo evitarlo más y se lanza de lleno a mis labios nuevamente. Sus besos son como una droga para mí. Los besos cada vez se vuelven más intensos y acaba a horcajadas sobre mí.
Mis manos viajan hasta sus mejillas, por su cuello, bajan hasta su cintura y acaricio su cara. Mientras sus manos viajan por mi torso, de arriba abajo, acariciando cada músculo de este. Mis besos viajan desde sus labios, por su mentón hasta llegar a su cuello.
Y María no puede evitar soltar un suspiro, siento como tiembla, creo que he encontrado su debilidad, y eso me encanta. Cuando termino en esa zona realizo un recorrido de besos hasta llegar a su oreja.
- Ven, vamos – susurro con voz ronca.
La cojo en volandas y después la poso en el suelo, agarro su mano y la guío fuera del salón. Atravesamos el pasillo y nos dirigimos a mi habitación. Pasamos dentro y cuando lo hacemos me giro, con una mano cierro la puerta y con la otra agarro su cintura empujándola con brusquedad sobre la puerta.
Atención: si lees a partir de aquí es bajo tu responsabilidad, yo no me hago cargo de posibles traumas, ya que la escena es un poco subida de tono.
Coloco una mano sobre su cabeza, la otra la sigue manteniéndola en su cintura y la beso. La beso bruscamente, con intensidad y ella corresponde a mis acciones.
Mis labios se mueven ansiosos y incitándola a que me deje paso. Y lo hace, abre más su boca y deja que mi lengua entre en la suya y comiencen una guerra, una guerra por ver quién es la más fuerte.
Mi mano en su cintura pasa a su mejilla y después tras su nuca intensificando más si es posible el beso. La otra mano baja hasta su cintura y de ahí sigue bajando hasta sus piernas, haciendo que alce estas y rodee con ella mi cuerpo.
Vuelvo a besarla en el cuello y la mano que esta acariciando su pierna pasa a su culo. Ambas manos bajan a su culo. Y sus manos siguen acariciando mi torso pero esta vez meto sus manos bajo mi camiseta tocando mi piel. Al hacerlo me estremezco por el contacto y como consecuencia aprieto más mi agarre en su culo. Sus manos siguen subiendo y es ella esta vez, quien comienza a bajar sus besos por mi mentón para acabar en mi cuello. Suspiro con fuerza tras su tacto, tras el roce de sus labios por mi piel. Y finalmente me quita la camiseta, dejando a la vista mi tonificado pecho.
La vuelvo a coger haciendo que enrolle sus piernas por mi cintura. Llevo a María en volandas hasta la cama y la dejo delicadamente sobre ella. Baja dándole besos por la clavícula, mientras sus manos viajan libremente por mi espalda, por mi cuello. Sigo bajando, dejando besos húmedos por su vientre hasta llegar a la cintura de su pantalón. Lo bajo con cuidado, mientras sigo dejando besos por sus piernas. Vuelvo hacia arriba para seguir besándola. Y es cuando ella aprovecha el momento, ejerce fuerza y se coloca encima de mí.
Mis manos viajan hasta sus nalgas y se quedan allí, apretando, con total libertad, mientras María se inclina encima de mí para besarme y dejarme huellas en mi cuello. Después comienza con un pequeño vaivén, de arriba a abajo, intentando provocarme, cosa que ha conseguido desde el mismo instante en que se colocó encima de mí, despertando a mi amigo, poniéndome poco a poco más y más duro con cada roce de su piel.
En este instante se queda observándome, mirándome con esos preciosos ojos. Sus manos se dirigen hacia mi pantalón, desabrochando mi cinturón y el botón. Ante sus actos me empiezo a poner cada vez más nervioso. Levanto las caderas un poco para facilitar la acción y termina por quitarme el pantalón. Una vez sacado no puede evitar suspirar y yo con ella. Vuelve a colocarse otra vez encima de mí, frotando así nuestras partes íntimas, mientras apoya sus manos sobre mi pecho.
- Como… Como sigas así… mmm. No podré parar – digo con la voz entrecortada por lo excitado que estoy, bueno por lo excitado que me pone María.